Protagonizó la tarde más emotiva de la recién finalizada feria de San Isidro. Ver su cuerpo zarandeado violentamente por un toro de Garcigrande encogió los corazones de todo el mundo. “Me perdonó la vida”, dice. Desmadejado, magullado, lo único que no sintió dolor fue el orgullo y la raza de torero. Superado el trance, se jugó la vida. Por quinta ocasión en su carrera salía a hombros de Madrid y, de paso, ratificó su condición de figura.
– “Siento que esta puerta grande me la gané de verdad. Espero cuajar faenas más importantes en Madrid, es lo que anhelo, pero, sinceramente, estoy muy orgulloso de ser torero y de haberme jugado la vida”
– “No me metí en la enfermería porque no quise. Me quedé por respeto al toro y a la afición. Hasta que pueda estar de pie, estaré en la plaza. Es mi forma de pensar”
– “¿Adolfo o Victorino? Este año no tengo planteado anunciarme con este tipo de ganaderías, aunque tengo claro que si lo hago será con toros de Adolfo. Me entiendo mejor con ellos que con los de Victorino, al que le tengo un gran aprecio pero con sus toros no hay feeling. Quizás algún día lo haya, pero de momento no”
– “El toreo, en gran parte, es emoción y no se puede perder. Lo importante es que el que está arriba no se ponga a comer pipas”
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