La revolera

Entre el “quédate” y el “aquí estoy yo”

Paco Mora
viernes 13 de julio de 2018

La de hoy en Pamplona ha sido una tarde para el recuerdo. El cartel era la fórmula perfecta, que me ha recordado la gran película de Ladislao Vajda “Tarde de Toros”, en la que Domingo Ortega, el torero veterano; Antonio Bienvenida la figura del momento y Enrique Vera el que llega arrollando, con todo el futuro por delante, se debaten entre el éxito y el fracaso y con la carga de sus demonios interiores a cuestas. Es una gran película. Una de las mejores de toros, a la que solo puede hacerle sombra “Torero” de Carlos Velo, protagonizada por Luis Procuna.

El “¡Padilla quédate!” ha sonado durante toda la corrida para un serio y responsabilizado Juan José Padilla que se despedía de una de sus plazas fetiche, que lanzó su carrera cuando era casi un desconocido. En los tendidos, hasta los niños de pecho eran hoy Padilla. El que no llevaba el parche en un ojo agitaba una bandera negra con la calavera y las tibias cruzadas. Han sido muchos años de entrega y de jugarse la vida, los del jerezano, bajo el sol de la capital de Navarra. En el coso no cabía ni un alfiler. El lleno ha sido apoteósico y una autentica apoteosis “padillista” ha resultado la tarde de su despedida de la afición de Pamplona. Las muestras de afecto fueron tantas y tan rotundas, que uno no ha podido evitar el nudo en la garganta en varias ocasiones. Tres orejas, no acaban de definir la inolvidable tarde de Padilla en su despedida de Pamplona.

Cayetano, otro de los favoritos de la afición navarra –le viene de familia- ha echado una tarde muy torera, siendo muy aplaudido y ganando una merecida oreja… Pero el autentico “zambombazo” de la tarde lo ha protagonizado Roca Rey, demostrando una vez más que puede ser el futuro gran caporal de la Fiesta. Su valor sereno, serio y circunspecto, tan natural y sin alharacas, le permite templar las embestidas de los toros y pasárselos muy cerca, así como pisar terrenos de fuego. Y como con la espada es un cañón, y además tiene un ángel especial en su manera de producirse en la arena, cautiva a los públicos de tal manera que se están acostumbrando a esperar que se erija en triunfador cada tarde.

Lo de Roca Rey ha sido un “¡Aquí estoy yo!”, un autentico golpe de autoridad en uno de los ruedos más serios del universo taurino.

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