FERIA DE JULIO

Ureña, Román y Algarra, toreo y bravura en Valencia

Extraordinaria tarde del murciano, con capote, muleta y espada, que cuaja una gran faena al quinto y pasea tres orejas; un entregado y valiente Román logra dos trofeos; gran corrida de Luis Algarra, que lidió un toro, Malospelos, premiado con la vuelta al ruedo
José Ignacio Galcerá
sábado 28 de julio de 2018

Fotos: MATEO

Bien hecho, armónico dentro de su seriedad y astifino el primero de Luis Algarra, marcó desde los primeros compases su querencia. Se demoró en exceso la lidia entre demasiados capotazos. Magnífico el prólogo de faena de Paco Ureña como lo fueron también los apretados y cadenciosos delantales en el recibo capotero. La faena del murciano estuvo presidida por el temple, el aplomo, las zapatillas enterradas siempre, y un ajuste extraordinario ante un toro noble y de buena condición. Puso la tarde cara Ureña. Se tiró a ley a matar y paseó una oreja. Comenzó fuerte el mano a mano.

El burraco segundo perdió las manos de salida en varias ocasiones, blandeó y pese a algunas protestas aguantó en el ruedo ya que desde los primeros compases mostró muchas virtudes. Se vino arriba en el segundo tercio y acometió con alegría y buen son a la muleta de Román, que se la presentó en todo momento. El valenciano, que brindó al equipo médico de la plaza de toros, cuajó una labor fundamentalmente ligada sobre ambas manos. Al natural surgieron los momentos de mayor calado, toreando con media muleta apenas y llevando la embestida hasta el final. Por ese pitón llegó también la voltereta, sin consecuencias. Un final por manoletinas y un volapié perfecto dieron paso a la oreja.

Paco Ureña siguió con su gran tarde con la capa en un quite por gaoneras al primer toro de Román. Imposible ceñirse más con el toro y hacerlo con mayor limpieza. El murciano anduvo muy bien con el tercero -clarividente, muy metido, como en toda la corrida-, y le cogió el ritmo y la altura enseguida a un toro un tanto informal en sus embestidas dentro de su nobleza y calidad. Especialmente brilló al natural: con el compás abierto, con la figura más erguida o a pies juntos. La izquierda de Ureña, como en los mejores días. La suavidad en el trazo, el pulso para llevarlo toreado hasta el final. Fantástico de principio a fin. De nuevo, como en su anterior, la contundencia de la espada. Se barruntaba la oreja, que el público pidió y el palco, incomprensiblemente, no concedió. El enfado de Ureña fue monumental. Como su faena.

El cuarto fue un auténtico galán, de imponente cuajo y remate, hondo y enseñando las puntas por delante. Román lo recibió con variedad, verónicas y chicuelinas para empezar. Y Ureña continuó con su recital con el percal, esta vez a la verónica en el quite. Sensacional. Con la misma categoría y torería banderilleó Raúl Martí, extraordinario el primer par, mejor todavía el segundo y de premio su feria. Román brindó a Víctor Manuel Blázquez, su maestro en la Escuela de Tauromaquia de Valencia y sobresaliente en la tarde de hoy. Le costó mover al algarra su monumental volumen, llegando muy aplomado y parado al último tercio. Agarrado al piso, hizo un esfuerzo Román, que aguantó algún parón de mérito.

Largo el castaño quinto, salió suelto en los primeros tercios. Muy bien picado por Pedro Iturralde. Por delantales el quite del sobresaliente Víctor Manuel Blázquez. La faena de Ureña a este quinto fue, sencillamente, extraordinaria. Desde que le puso la muleta con la derecha con una firmeza y una quietud asombrosa hasta que cuajó de forma sobresaliente al toro al natural. Difícil torear mejor con la mano izquierda. Una verdadera conmoción. Una tanda, otra, otra y otra… y la izquierda de Ureña voló con un temple exquisito y surgió el toreo roto, abandonado, desmadejado. La colocación perfecta, la pureza en el cite, la emoción del toreo de verdad, en mayúsculas. Un desplante tirando la muleta en mitad de la faena dio muestras de un torero vacío. El alma y el corazón puesta al servicio del toreo. La emoción también vino por parte de un toro encastado de Luis Algarra, que puso, y mucho, de su parte. El estoconazo para coronar la obra. Las dos orejas, la vuelta al ruedo al toro y los sentimientos de una plaza a flor de piel.

Tras la cumbre de Ureña, Román se fue a portagayola. Un poco más allá de la segunda raya. Tuvo que echar cuerpo a tierra y el algarra pasó por encima. La disposición y el arrojo del valenciano siguió en el tercio con dos faroles y el inicio de faena de hinojos frente a un toro que arreó y tuvo mucho que torear. Las complicaciones propias de la casta. Muy entregado Román, valiente, firme, asentado, todo corazón, pues no era fácil la papeleta. Cobró una estocada al segundo intento, saliendo trastabillado de la suerte y apareciendo el oportuno capote de Raúl Martí. Se pidió la oreja que el palco acabó concediendo.

Valencia, sábado 28 de julio de 2018. Toros de Luis Algarra, bien presentados y de gran juego en conjunto. Nobles, de buena condición y con calidad los tres primeros; aplomado y parado el cuarto; encastado, de notable fondo y calidad el quinto, premiado con la vuelta al ruedo, Malospelos, de nombre, número 28, castaño, de 555 kilos, nacido en 10/13; y encastado y exigente el sexto. El mayoral de Luis Algarra dio la vuelta al ruedo junto a Román en el sexto. Paco Ureña, oreja, vuelta al ruedo tras petición y bronca al palco y dos orejas; Román, oreja, palmas y oreja. Entrada: Media plaza. Víctor Manuel Blázquez actuó de sobresaliente. Se desmonteraron en el cuarto Raúl Martí y El Sirio. Tras romperse el paseíllo, el presidente de la Diputación Provincial de Valencia, Toni Gaspar, entregó una placa conmemorativa a Álvaro Domecq por el vigésimo quinto aniversario del indulto de Gitanito, de Torrestrella, en esta misma plaza. El público obligó a saludar a Paco Ureña y Román antes de que saliese el primer toro.

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