Los agostos taurinos nos devuelven a los años de esplendor, tiempo de vino y rosas, veranos de no parar, toreros y figuras que en estas calendas ya llevaban el doble de festejos que alcanzan ahora. Más ganaderías en activo y más toros preparados en cada una de ellas. Años en que la Fiesta era como un castillo inexpugnable en todo el país. Por supuesto, en Cataluña, donde Barcelona andaba en números similares a Las Ventas de Madrid, y a veces más: con el dueto de la Monumental y Las Arenas. Ahora una está cerrada y en la otra han hecho un bodrio comercial.
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