La revolera

¡Qué necios y qué miserables!

Paco Mora
jueves 06 de septiembre de 2018

El busto esculpido en honor y recuerdo de Ivan Fandiño, el torero muerto a causa de la cornada que le infirió un toro en la localidad francesa de Aire-sur-l’Adour, permanece arrumbado en un almacén municipal de la ciudad vasca de Orduña. La reproducción de la noble cabeza del torero, obra del escultor Sergio del Amo, inaugurada hace mas de cuatro meses, fue retirada a las 24 horas con el pretexto de buscarle un emplazamiento mas idóneo. Iván era solo un gran torero, mataba con arte toros bravos y siempre tuvo a gala ser orduñarra, pero seguramente, a juicio de la alcaldesa de Bildu Idoia Aginako Arbaiza no merece ser honrado como hijo ilustre de la localidad.

Si Fandiño se hubiera hecho famoso por hacer volar por los aires un colegio de párvulos, un tren o un asilo de ancianos, quizá tendría un monumento emplazado en el rincón más noble del pueblo. Pero el pobre Iván no era militante del brazo político de ETA. Ese debió ser su pecado para que la alcaldesa citada haya decidido que su busto se eternice cubierto de telarañas en un sótano de la Casa Consistorial. ¡Qué mendacidad! Qué necios y qué miserables hay que ser para despreciar así la memoria de un gran torero, que entregó su vida a un arte en el que consiguió destacar por su valentía, espíritu de sacrificio y hombría de bien.

Néstor García, su fiel amigo y apoderado en vida, no debe preocuparse. Fandiño tiene un monumento en el corazón de todos quienes le conocimos. ¡Qué importa lo que piensen y hagan los que hay motivos sobrados para dudar de su condición de seres humanos! (*)

(*) Una de las primeras decisiones tomadas por la alcaldesa en cuestión fue subirse el sueldo sustancialmente.

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