Desde El Arenal

Écija

Carlos Crivell
viernes 21 de septiembre de 2018

La plaza de toros de Écija se muere entre jaramagos y paredes desconchadas como símbolo de la desidia de una corporación municipal. No es una plaza cualquiera, ni tampoco Écija es un pueblo cualquiera en cuestiones taurinas. Desde su inauguración allá por 1846 hasta hace unos años, en la plaza de la Ciudad del Sol han toreado los mejores toreros. Écija es tierra de toreros. Es tierra de aficionados. La plaza está desvencijada, abandonada, casi en estado comatoso, todo porque los políticos que mandan ahora no quieren saber nada del coso de Pinichi.

La plaza está situada sobre restos romanos, que ahí llegará otro problema. Siempre fue de propiedad privada. Desde hace años, el Ayuntamiento socialista intentó comprar la plaza pero nunca llegó a un acuerdo con los dueños. Hace cuatro años, una corporación del Partido Popular consiguió adquirirla. Los actuales munícipes, de nuevo del Partido Socialista, consideran que no es aconsejable celebrar espectáculos porque el edificio no es seguro. El montante de la obra supera el millón de euros y se ha aparcado el tema. Y la plaza se muere lentamente con el olvido de todos.

En la ciudad astigitana no todos piensan lo mismo sobre el estado de la plaza. Admiten que haya que proceder a su reparación, pero aseguran que no habría peligro para celebrar corridas de toros. Distinto sería para otras fiestas con la ocupación masiva del ruedo y de los tendidos. Lo que dicen estos aficionados es que los socialistas no consiguieron comprar la plaza, que la compraron los populares y, ahora que ya es municipal, todo son trabas para celebrar festejos.

El futuro es muy negro en materia taurina para la bella ciudad sevillana, que repito que no es una ciudad cualquiera, que es una de las más toreras de España, cuna de infinidad de matadores de toros, banderilleros y picadores. Es muy negro porque la actual corporación, cuyo alcalde se llama Ostos de segundo apellido, no está dispuesta a poner ni un euro para rehabilitar la plaza. Dicen que el dinero hace falta para otras cosas, pero tampoco arbitran soluciones para que haya toros. Siempre quisieron comprarla. Ahora que la tienen en su poder la abandonan. En Écija ya no hay corridas ni por primavera ni por la Feria de San Mateo. Solo hay jaramagos y paredes llenas de caliche.

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