El enorme milagro de la Fiesta está en sus raíces. Y este es el año en que este espectáculo milenario se está regenerando a sí mismo y cargándose de nuevas razones para el futuro. Claro que hay problemas que acosan a la Fiesta. La mayoría políticos y falsos animalistas. La mayoría por ignorancia, estupidez, postureo o simplemente por la enorme superficialidad con que tanta gente analiza sin analizar tantos temas de los que no tienen ni puñetera idea. Son tiempos banales en los que se ama o se odia sin conocimiento y sin argumentos. Lo único que importa en estas calendas es que la gente del toro se dé cuenta de que hay que mejorar esta Fiesta de cara al futuro. Y el milagro es que se está regenerando casi sin que la ayudemos. Hay muchos ejemplos.
Ese Madrid tan vital para el toreo llevaba tiempo clamando contra las ganaderías del sota, caballo y rey y ya aparecen encastes en Francia y en España que hace poco se orillaban. Y ya se están recuperando toreros hechos y derechos que traen la valía de la solidez, del oficio duramente aprendido, de la lidia, de la verdad de la Fiesta, de la recuperación de la emoción y de los tres tercios.
No contaban y ya están aquí no solo los de siempre sino los también valorados Fernando Robleño, Octavio Chacón, Escribano, Pepe Moral, Cristian Escribano, etcétera. Toreros orillados u olvidados con el eterno concepto de la lidia retornan o aparecen. Algo está cambiando. O multiplicando. Aparecen en Madrid reses de la reserva y maltratada variedad de encastes y Valdellán y Saltillo devuelven los conceptos eternos en el mismo ruedo de Madrid. Algo está cambiando para bien. En ganaderías. Hartazgo de algunas que aburren a las ovejas, las mismas de siempre, las menos felices para el aficionado y más repetitivas para el que pasa por taquilla.
LA MAGIA EXISTE EN ESTE MUNDO DE VALIENTES
Luego está la magia de este país, que rebrota en el secarral. Ahí está una generación joven que no cesa y que pide paso por la derecha y por la izquierda. Y por si faltaba algo, el toreo ya no es para caninos como en los tiempos del blanco y negro de este país. Ahora un hijo súper rico al que la vida le ofrece en bandeja el lujo y la molicie tira por la calle de en medio y con dos cojones acaba de tomar la alternativa de su padrino Ponce y su testigo Juli. Es bueno que pase todavía esto en este país. Antonio Catalán, Toñete para la Fiesta, ya está ahí con los colmillos afilados para unirse a ese pelotón de docena y media de toreros que están asaltando ya la fortaleza del toreo. Y esos no van a matar por sistema el sota, caballo y rey. Esos están aprendiendo que hay otros encastes y otras posibilidades. Pero la magia existe en este mundo de valientes. Y llegas a Albacete, qué buena feria, qué seria, qué ejemplo para otros lares, qué acierto de los Lozano, Manuel Caballero y Manuel Amador. La feria más grande en número y solidez de todas las de segunda. Lo de la capital de La Mancha es un ejemplo: toro serio, carteles buenos, cuidar las novilladas y que no falte el toreo a caballo. Un festejo más que Bilbao, uno más que Pamplona. Y plaza de segunda con, muchas veces, toro de primera. Chapó a esta feria.
El “Pasmo de La Mancha” se llama José Fernando Molina. Ojo al pájaro. No se puede torear mejor, más puro, con una cabeza, un corazón y una bragueta, todo sintonizado a una extraña e insultante bisoñez de quien debuta con caballos y parece saberlo ya casi todo. Hace años que no veía a un novel torear tan rotundo en todo
Y encima aparece el espíritu santo taurino y te llena los ojos y la fe un chaval de la Escuela Taurina de Albacete (que fue ejemplar siempre y que ahora trabaja mejor que nunca). El “Pasmo de La Mancha” se llama José Fernando Molina. Ojo al pájaro. Era su debut con caballos. Y no se puede torear mejor, más puro, con una cabeza, un corazón y una bragueta, todo sintonizado a una extraña e insultante bisoñez de quien debuta con caballos y parece saberlo ya casi todo. Hace años que no veía a un novel torear tan rotundo en todo. Honor a esa escuela y sus profesores. Honor al legado que deja el inolvidable Dámaso. Este Molina viene de esa escuela. Son los herederos del gran Dámaso y por si le faltaba algo, vive pegado a Ureña, un torerazo (preguntad en Madrid) entre la mística y la epopeya, entre San Juan de la Cruz, poeta místico del Renacimiento, y Homero, a quien corresponde la autoría de La Ilíada y La Odisea. Atentos a este manchego que tiene el temple como herencia de su pasión por Dámaso.
DE ALBERTO AGUILAR A TOÑETE: UNOS VIENEN Y OTROS SE VAN
Es cierto, unos vienen y otros se van. Despediremos en Illescas a un torero honesto y buen profesional llamado Alberto Aguilar. Una carrera limpia, peleada en la que tal vez ha dado más que ha recibido. Aquella cornada en Cali en una faena que iba camino del triunfo lastró en parte su futuro. Pero nadie podrá decir nunca que Alberto no dio todo lo que tenía. Suerte más allá del chispeante.
La historia se repite. Aquí en Albacete toreó su última novillada El Juli. Lo siguiente fue doctorarse en Nimes. Ese mismo camino recorrió Toñete. El pasado martes se despidió en Albacete como novillero y de ahí a Nimes, con Ponce y Juli. Tiene mérito lo de Antonio Catalán, para los toros, Toñete. Nombre que utilizó Antoñete en su época novilleril. Lo que está claro es que este no se viste de luces por hambre. Su hambre es otra. Y otra buena e inesperada noticia. Hace cinco años actuó aquí en Albacete un novillero llamado Sergio Felipe. Apenas dejó rastro porque desapareció de los carteles. De pronto aparece en la feria con Toñete y Francisco de Manuel. Y lo bordó. Gusto, personalidad, empaque, torería. ¿Qué milagro es este? Pues que al fin se encontró a sí mismo y reconquistó a la afición de Albacete y apetece mucho volverle a ver. Tiene algo especial. No sé si funcionará o no, pero no es uno más.
El futuro tiene aquí dos nombres, herederos de Dámaso, a seguir: José Fernando Molina y Sergio Felipe. Y tres que hacen grande la mejor escuela taurina: Sebastián Cortés, Sergio Martínez y Gonzalo González.
