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Más allá de septiembre

Carlos Ruiz Villasuso
domingo 23 de septiembre de 2018

Septiembre es para los novilleros. Es su mes. Justo cuando comenzamos a decir que no hay nuevos que ilusionen, más que nuevos novísimos, resulta que comenzamos a ver que es posible que sí. Que los haya. Y resulta que caemos en la cuenta de que lo de Téllez en Madrid pudo ser cierto. Que en Albacete nos sorprende uno del que no sabíamos nada, José Fernando Molina. De que de Salamanca, uno con dos novilladas picadas y un festival, muestra condiciones muy buenas, Antonio Grande.

Resulta que comenzamos a oír hablar de nuevo del mexicano San Román y resulta que van saliendo nombres a cada sorbo de café de cada tarde se septiembre. Nuevos. Novísimos. Y aún las ferias de las novilladas no han terminado. No han terminado y es justo cantar su labor pero es justo decirles que vayan buscando, al lado de ese esfuerzo, la otra sensibilidad, la de un novillo mejor. La de un novillo de otras hechuras y tipos. Que el toreo ya se encargará de ponérselo muy difícil. Que si se trabaja en novilleros se haga un buen trabajo con el novillo o no creo que esas ferias lancen a tantos.

Eso por una parte. Mirando hacia arriba, nos preguntamos para qué queremos novísimos si el escalafón de matadores no se renueva. Miramos la memoria reciente y en los últimos diez años o más, están los mismos sin que haya variaciones en algunos carteles, o variaciones mínimas. Y unos tienen la razón de ser y estar, pero algunos no. No tienen razón para seguir más allá de un interés de empresa o apoderamiento, jamás por un interés de capacidad, talento o renovación.

Lo lógico en cualquier sector es que exista una pirámide con forma de triángulo de tal forma que en la base haya muchos para que exista una ley natural de cualidad y calidad que haga una criba. Pero resulta que la base de novilleros es mucho más pequeña que la inmensa nómina de matadores. Con atasco por arriba y en los carteles medianos. Un panorama de ilógica explicación que no está beneficiando a nadie

Pero aún hay más. Resulta que en un año los hay que ya “no sirven”, que se les pasó el arroz. Toreros que un día, hace muy poco, les decíamos nuevos y relevo, hoy ya apenas son nada. Los envejecimos y los mandamos al terrorífico mundo de la duda. No ha podido con las figuras. No ha podido con tantas cosas. Y es mentira.

Es mentira porque la mayor parte de las tardes torean al lado de toreros que no animan ni a aprender más o a superarse, porque son toreros que torean mucho pero no son ya referencia. Los nuevos aprenden toreando al lado de los mejores y no de los de relleno o de los que eran de vuelta. Poner a uno o dos nuevos con posibilidades al lado de uno que no debería estar ya o al lado de esos que decimos que son muy buenos porque son muy baratos, es una estupidez.

Por tanto no basta con septiembre. Es necesario que se vayan del escalafón de arriba toreros que ya les llegó su hora natural. Es necesario que las ferias de buen celo novilleril no sumen novilleros con ganaderías y novillos que ayudan poco. Es necesario que los que muestran condiciones tengan la forma de una sensata proyección que no protección. Y es necesario que los que toman la alternativa con el buen aire ganado de que son buenos, no los mandemos al destierro después de apenas un año o dos de una carrera donde todo cambia y tan poco se les espera.

Lo lógico en cualquier sector es que exista una pirámide con forma de triángulo de tal forma que en la base haya muchos para que exista una ley natural de cualidad y calidad que haga una criba. Que vaya eliminando en ese difícil camino que es ser torero. Y que de una gran base, pasen al escalafón unos cuantos. Pero resulta que la base de novilleros es mucho más pequeña que la inmensa nómina de matadores. Con atasco por arriba y en los carteles medianos. Un panorama de ilógica explicación que no está beneficiando a nadie.

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