La Pincelada del Director
Algemesí, 23 de septiembre de 2018Algemesí, 23 de septiembre de 2018

La estupidez de un político; la fuerza de un pueblo

La penúltima chorrada se le ha ocurrido a Pablo Iglesias: lo que no se le ocurra a este no aparece en el libro de los despropósitos y el filibusterismo
José Luis Benlloch
lunes 24 de septiembre de 2018

Inmunizarnos. Ese es el peligro que corremos. Que nos acostumbremos y nos entreguemos. O simplemente no les demos importancia y acabe instalándose en nuestro mundo su mentira. Eso que ahora llaman posverdad. Y ya llevan mucho avanzado en su objetivo. Es un goteo. Cada semana una boutade, una ocurrencia, una chorrada contra los toros. Es el pan de cada semana en las bancadas de la clase política. Siempre contra, es la tendencia. A ninguno se le ocurre pensar, ni mucho menos hacer, a favor. Ni siquiera a los partidarios. Tampoco a los que respetan los derechos ajenos, que alguno queda. En el mejor de los casos callan y ahí está el problema, que callan, callamos todos. La penúltima chorrada se le ha ocurrido a Pablo Iglesias: lo que no se le ocurra a este no aparece en el libro de los despropósitos y el filibusterismo. Lo dijo sin mucho énfasis, es verdad, sin pensar, ya que estoy aquí me cisco en el convento. El hombrecillo no supo qué decir y dijo que habría que hacer un referéndum sobre los toros como si los españoles no tuviésemos cosa mejor que hacer que un referéndum por cada cosa que no nos guste. Le ha contestado Victorino que está a todas y en todas. De casta le viene. Obligado está, por sangre y por cargo. Dicho lo cual, lo del referéndum de Iglesias no tiene mayor importancia, en realidad los de su bancada cuando no tienen plan ni idea, cuando no saben qué decir, prometen un referéndum o anuncian una comisión informativa. Total, res. Tiempo y ruido. Lo grave es la desconsideración que siembran esos posicionamientos, el goteo que poco a poco le va restando rango en este caso al toreo y genera la idea de que estamos aquí de prestado, cual ocupas al borde del desahucio, como si no hubiese pasado ni futuro cuando en realidad es que estamos aquí para quedarnos. El propio caballero de la coleta en un resquicio de cordura ha dicho que no se nos puede prohibir. ¡Uf, descansemos! O mejor no, insistirán en su estulticia, es un gotea que algo queda al que hay que hacer frente. Ha llegado el momento en el que la confrontación nos beneficia.

Muchos pueblos organizan toros con la pasta de su bolsillo y en ocasiones con la ayuda del dinero público al que tienen tanto derecho como otras actividades que a nosotros no nos gustan y para las que no pedimos un referéndum

Para quitarme el disgusto me fui a Algemesí donde se vive la Tauromaquia al estilo del pueblo. Como hace treinta, cincuenta años, cien… es la fuerza de un pueblo. Una Fiesta adaptada a los tiempos pero fiel a la esencia. Entusiasta, fuerte, realista en tanto que se gasta lo que hay, y blindada por una participación general que logra hacerla de todos y si alguien intenta desvirtuarla se le paran los pies. A los anti en sus dos versiones, jornaleros e incautos, en total un par de docenas, les ponen en su sitio, a la otra parte del pueblo donde ejercen su derecho sin menoscabar el nuestro; si un político tiene la intención de interferir en la Fiesta y en el futuro de la misma haciendo lectivos los días de toros, aparece un alcalde -en este caso alcaldesa del PSOE– y le pone en su sitio para que los chicos vayan a los toros como fueron sus padres y sus abuelos y los abuelos de sus abuelos; si un chico torea, cobra, quedan prohibidos los ponedores y/o comisionistas; si un chico entusiasma a la gente del pueblo, triunfa digan lo que digan los críticos del bigote; y al final, como consecuencia de todo lo anterior, si hay que hacer la labor que no hacen los empresarios profesionales o muy pocos, formar toreros para ganar el futuro, lo hacen, organizan todos los años nueve novilladas, nueve, lo que no hacen -quitamos Madrid, Sevilla y Valencia– en las plazas más importantes del país.

Algemesí es ejemplo de una fiesta fuerte y realista: a los anti los ponen en su sitio, a la otra parte del pueblo…; si un chico torea, cobra; si un chico entusiasma a la gente del pueblo, triunfa digan lo que digan los…; si hay que hacer la labor que no hacen los empresarios profesionales se hace, nueve novilladas, nueve…

Son ejemplo de convivencia y gestión, la lección y el ejemplo en el que deberían fijarse el hombrecillo del referéndum y sus colegas a los que tanto se les llena la boca de participación y democracia. No hablo de una burbuja, lo dicho de Algemesí vale para muchos pueblos de España donde llegada la hora de premiarse y celebrar organizan toros con la pasta de su bolsillo y en ocasiones con la ayuda del dinero público al que tienen tanto derecho como otras actividades que a nosotros no nos gustan y para las que no pedimos un referéndum. Eso sin entrar a discernir si el dinero público al que se refiere el caballero del referéndum no es tan nuestro como suyo. A ver si por ser público es solamente suyo o solo puede ir a financiar títeres, marionetas, mensajes subliminales y/o acciones surgidas de las mentes más estrafalarias e ineptas. En realidad no se han alejado de los viejos vicios autoritarios, solo cambiaron los protas. Pelear contra la dictadura para insistir en los mismos vicios es cuanto menos defraudar.

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