La página de Manolo Molés

Abriendo barreras

Manolo Molés
domingo 14 de octubre de 2018

El mundo del toro, en el que casi todo es suerte y se denominan suertes, estaba necesitado de romper las cadenas del vicio de la eterna repetición y la eterna división. Que nunca fue así, al menos tan así. Figuras con figuras, aspirantes con aspirantes, ricos con ricos y pobres con pobres (es un decir, para que se entienda fácil). Eran dos mundos los que se habían creado. Demasiado claros y demasiado distantes el uno del otro. Y eso cansó y quitó gente. ¿Qué quería el aficionado? Pues lo lógico: ver al Real Madrid con el Barça pero también con el Leganés, el Huesca, etc. Y eso no pasaba. Había dos mundos muy diferenciados. Y seis ganaderías siempre para los mismos. Y entonces faltaba rivalidad entre los de arriba y los de abajo, resultaba reiterativo y había que buscar alicientes. El apunte del bombo despertó a la afición porque abandonaba la rutina. Es verdad que solo Talavante se apuntó al sorteo pero que cuatro ganaderías de las que matan a diario las figuras (alguna no tanto) caían también en toreros que normalmente matan el toro montaraz. Y la gente vio un rayo de sol de novedad, futuro y apertura; y la suerte ya no se decidía por los interesados sino por la fortuna del sorteo. Quien no crea en lo que digo, quien piense que esto es una chorrada, que medite en la dura y clara realidad que nunca fue tan cierta como ahora: “La Feria de Otoño, aparentemente más modesta, de largo, que el gran San Isidro, con solo remover la suerte y sortearla, ha aumentado el número de abonos por encima de la isidrada”. Este es el mayor argumento real y contrastado del éxito de sortear la suerte en lo único a lo que le quedaba por decidir la diosa fortuna.

DE JUSTO FUE GLORIA BENDITA, NIVEL DE TORERO GRANDE

Se han abierto barreras que estaban cerradas. Y la feria, en su primera parte, ya permitió respirar un aire de frescura novedosa. Pablo Aguado, que tomó la alternativa en 2017 en Sevilla, llegó a Madrid con tres o cuatro corridas en el esportón. O sea, casi nada. Dejó sensaciones de honda torería con la muleta y un capote que le vuela y torea como pocos. Oreja de ley. Y la gente, feliz. La novillada fue el éxito de Fuente Ymbro y algún desencanto novilleril. Pero la del Puerto valió para cosas grandes. Sin figuras estelares, la tarde queda para el recuerdo. Consagración de un grandísimo y puro torerazo, Emilio de Justo, que llevaba años en la nevera, que enterró a su padre días antes, que venía a Madrid con una herida sin cerrar y que lo bordó. Toreó como es el toreo bueno. Gloria bendita, arte, técnica, gusto, cabeza, corazón y bragueta. Y la mejor espada en mucho tiempo. Nivel de torero grande, macerado y cuajado, y otro al que el bombo eleva a los cielos taurinos como una cometa. Imponente la salida a hombros. Toreó muy bien pero no se puede matar mejor. Del bombo a circular, o sea, del bombo a la gloria. Para que veas. Y no fue la tarde del peculiar y meritorio Román, que acabó entero de milagro. Aunque acabó doliente y herido, apunten a otro ganador en Madrid llamado Ginés Marín, posiblemente el más avanzado de su generación. Yo creo que Ginés realizó en la tarde otoñal de Las Ventas la faena más madura, más profesional y más reveladora de toda su temporada. Cabeza, corazón, bragueta, mente despierta, temple en las manos y la madurez joven de la plenitud de otro que camina a niveles de primera fila. Una vuelta al ruedo y una cornada de espejo no es un justo resumen a una faena perfectamente planteada y rematada con madurez, con oficio del bueno, con gusto del que se lleva dentro. Si su tarde tiene a favor la espada y la suerte en lugar de acabar en la enfermería, podría haber acompañado a Emilio de Justo. Y esta feria de la suerte total ha dado alegrías.

MANZANARES Y SEVILLA, UN IDILIO QUE NACIÓ CON SU PADRE

Menos en Sevilla. Pero San Miguel trajo momentos para el recuerdo. Ese adiós a Padilla, al torero que demostró que vivió 18 años con el toro más duro y siete después de Zaragoza con el toro de las figuras. Y funcionó. Al revés el resultado hubiera sido más complejo. Pero primero roe el toro montaraz y luego paladea el toro de las figuras, ese ha sido su camino. Y ahora apura, disfruta el final más dulce que pudo soñar.

Manzanares y Sevilla mantienen el idilio que nació con su padre, el maestro. No es fácil seguir esa estela con el mismo apellido y personalidades diferentes, aunque haya genes que les unan. El joven Manzanares ha vuelto a conquistar su feudo maestrante, a punto de la apoteosis. Esa es su plaza, su gente, sus sabores, su responsabilidad, su historia, su sentimiento y también su herencia. Bien administrada. Nada es sencillo dos veces. Y ese clamor, ese duplicar el apellido justo en Sevilla, ese orgullo de ser hijo de un torero tan cercano y al tiempo tan diferente. A mí me gusta que los herederos en lugar de dilapidar, o de borrar, la historia heredara sean capaces de escribir nuevas páginas y crear nuevas emociones con el mismo apellido, con el mismo sentimiento pero totalmente diferentes si hacemos un análisis en profundidad. Y siendo tan cercanos y tan lejanos, Sevilla tiene a Alicante como si fuera su Camas universal. Cosas del toreo. Cosas hermosas.

La primera semana del bombo salieron varios premios y alguna pedrea. Un aire nuevo abre las ventanas de la reiteración. Cuando escribo queda una segunda parte muy apetecible, dos corridas de toros importantes y una heroicidad a caballo de Diego Ventura. Otro rebelde con causa. Lo quisieron ningunear y le salió la raza y ahora mismo él solo está cambiando la emoción y la verdad del toreo a caballo lejos del número del caballito. Ya abrió la puerta grande. Pero va camino de reescribir la historia del rejoneo en la catedral romana de Madrid. Ojo al centauro. Otro que ha roto las fronteras de la comodidad. Y si es un acontecimiento, ¿me pueden decir por qué no se televisa en San Isidro y tampoco en Otoño? Ventura: otro que pide el bombo. ¿Sorteamos?

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