La revolera

Las cuentas claras

Paco Mora
miércoles 24 de octubre de 2018

Las últimas declaraciones de Simón Casas sobre la realidad de la economía de la Fiesta han demostrado que el “palo al avispero” de Talavante ha sido un disparo a su propio pie. La contundencia de las cifras reveladas por el “productor” pone las cosas en su sitio. Ya no vale el truco de hacerse la víctima ni quitarse de en medio porque se quiere más. Porque después de saber que estaba en los 160.000 euros por corrida en Madrid, y que de esa cifra ha pasado a los 240.000, “como todas las figuras”, Talavante ha quedado como la perfecta figura de “el alguacil alguacilado”. Con esas cifras, claro que “la situación económica de la Fiesta es insostenible”, como afirma Casas. Por eso aquí no se retira nadie y todos los que encabezan el escalafón están dispuestos a competir con sus nietos. A ver quién es el guapo que cierra el talego y dice que no quiere más…

Pero en esta ocasión, como en tantas otras, se ha hecho realidad aquel refrán que reza que “la avaricia rompe el saco”. Ahora va a resultar que las únicas víctimas aquí son los empresarios y los toreros que no forman parte del reducido circuito de los que aparcan 240.000 eurazos de vellón por corrida. Está ocurriendo lo que ya nos figurábamos muchos: El bisonte con cuernos de ciervo de lidia imposible y la calderilla, para los toreros que año tras año completan los carteles de las ferias, para que los cuatro o cinco de arriba se lleven cantidades vomitivas por ponerse bonitos con el toro mansurroncete y cómodo de pitones y de escaso trapío.

Alguien tenía que decirlo, porque a estas alturas del siglo XXI es un contrasentido que la economía del toreo sea el secreto mejor guardado del país. Y ha sido Simón Casas el que ha puesto los puntos sobre las íes. Gracias les sean dadas. Si a las cifras citadas se unen los leoninos pliegos de adjudicación de las plazas, los impuestos y los precios de las corridas que exigen las figuras no es extraño que la economía de las empresas taurinas esté en crisis. Simón Casas ha tirado de la manta. Así las cosas, o se organiza sin tardanza el “Concilio Vaticano II” del toreo, para racionalizar la economía del espectáculo, o esto se va al carajo.

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