La Pincelada del Director

El gran incendio

Tras el embrollo Talavante/Matilla saltaron a la luz los emolumentos de las figuras, un tema que nunca hasta ahora había traspasado la barrera del rumor o la leyenda
José Luis Benlloch
lunes 29 de octubre de 2018

Calientes, calientes. De consecuencias imprevisibles. Esperemos que buenas. Así han transcurrido los últimos días del toreo. El detonante, un reportaje sobre la retirada de Talavante que incriminaba a su exapoderado y una repuesta en largo/detallado comunicado, inaudito en el currículum de éste, Matilla, amigo del mutismo e influyente, no cabe negarlo, hombre de negocios. Cuestión bien distinta es la intencionalidad y el uso que haga de su posición y en ese rincón fue el incendio. Cuestionar obliga a demostrar y la demostración quedó en suspenso. El caso es que fue aparecer el comunicado y el toreo puso las orejas, digamos antenas, alertas y tiesas. Era lo nunca visto. En realidad fue un incendio mediático que animó el alicaído octubre. Y si faltaba atizar la hoguera la aparición de Simón, respaldando la postura de Matilla, argumentos y respeto en su razonamiento, obligación de compañeros, y sin embargo amigos, además de presidente de la patronal ANOET, acabó echándole gasolina al fuego.

El reparto de responsabilidades va a cambiar de proporción. Eso por no hablar del debate que abre la brecha entre favorecidos y desfavorecidos. De doscientos cuarenta mil euros a quince mil hay mucho trecho… y no suena bien

En lo sustancial no le falta razón a SC, con unas palabras u otras siempre se dijo, la fiesta de los toros depende de la sostenibilidad de la misma. Más allá de la gente de la pancarta y el desdén administrativo, ante los ataques y prohibiciones de la Administración y demás especímenes de la marabunta anti, siempre se coincidió en aquello de que si se ha de acabar sea porque no vaya la gente, porque no sea viable y la inviabilidad mayor es el ahogo económico al que nadie, maldita sea, parece poner solución. La falta de actualidad ayudó lo suyo a la combustión del embrollo Talavante/Matilla y por si faltaba algo saltaron a la luz los emolumentos de las figuras, un tema que nunca hasta ahora había traspasado la barrera del rumor o la leyenda, al punto que se podría decir que hasta el momento, más allá de saber que El Cordobés fue el primero en cobrar un kilo, era el secreto mejor guardado de la Fiesta. Ya no lo es. Ya se sabe lo que cobran en Madrid, de la misma manera que este verano se supo lo que cobran en Roquetas y a partir de ahí se sacan conclusiones. Mucho me temo que desde ahora el reparto de responsabilidades en las tardes malas va a cambiar de proporción. Eso por no hablar del debate que abre la brecha entre favorecidos y desfavorecidos. De doscientos cuarenta mil euros a quince o veinte mil hay mucho trecho y en ocasiones no tanto en la taquilla de unos y otros y aunque así fuese no suena justo, no suena bien. A Manolete, cuentan que el día que subieron las entradas en Madrid para pagarle la pasta que pedía Camará le esperaron al romper el paseíllo con los boletos en alto. Luego se los tuvieron que guardar como un tesoro para demostrar que aquel día grande de Manolete habían estado en la plaza. Conclusión, que al final todo depende del grado de satisfacción, si hay triunfo hay gloria y no pesan los precios, pero en caso contrario entradas al viento y puede que el año que vienen ondeen alguna tarde. Ilusión, que Talavante se reanime pronto, se le espera. Esperanza, los antecedentes, saber que de líos y/o desavenencias más aparatosas se salió en bien y en paz. Necesidad, es perentorio que esta sacudida permita ajustar piezas para afrontar la nueva época que se nos avecina en el toreo. Falta hace.

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