La Pincelada del Director

Luces y sombras, en América y en España

En España comienzan a moverse los despachos. Saber en qué va a afectar a las contrataciones el rifirrafe de los honorarios y saber si en San Isidro habrá café para todos son las incógnitas más llamativas. Y lo que es seguro es la disputa de todas las figuras por las mismas/misma ganadería... En América, la pasión con la que acude el público y la capacidad de los hombres que han dado un paso al frente, Negret y Cobos, en las situaciones de peligro extremo son los valores más atractivos
José Luis Benlloch
lunes 05 de noviembre de 2018

Calmados los despachos, o eso parece; con la resaca de los comunicados vagando por las redes -no ha sido una digestión fácil, al punto que no son pocos los que aseguran que el contencioso Matilla/Talavante al que se sumó el arbitraje de Simón, traerá consecuencias-, la actualidad voló a América. Existe la sensación de que América vuelve a ser América en el sentido monetario del término. Ya se sabe que la alegría va por barrios, en este caso por países. Son los ciclos de la vida, dicho en términos existenciales. Que equivale a decir de la economía en términos más próximos. Pasta. Tanto tienes, tanto vales. El caso es que si en España la cosa se ha puesto difícil, imposible para muchos, encrespada para otros, América, en los últimos tiempos, ha abierto sus puertas. Para las figuras y para las menos figuras en unos circuitos –Coracora, Huamachuco, Jalpa, Juchipila, Tacabamba, Puente Piedra, Lenguazaque…- hasta no hace mucho desconocidos o simplemente despreciados que, enhorabuena, gracias, son balón de oxígeno que permiten recuperar toreros casi anónimos en una función que en los últimos años asumía prácticamente en solitario Francia mientras en España nos mirábamos, seguimos mirándonos, el ombligo. O directamente peleándonos, disciplina que se ha convertido en deporte nacional. Se sabe y se asume que por aquellos lares las diferencias de clase, comodidad, lujo, toro, pasta… entre las grandes ferias y las otras son tan radicales como en la propia sociedad, en algunos casos sonrojantes, pero aun así aquellas temporadas atraen lo que nunca atrajeron a los coletudos. Es la radiografía o síntoma de lo que sucede a este lado del charco y la comparativa les atrae y les gana.

La pasión con la que acude el público, la capacidad de los hombres que han dado un paso al frente, Negret y Cobos, en las situaciones de peligro extremo y la mano tendida a los toreros españoles figura en el haber de aquellos países…

Cosa bien distinta es el toro de acá y el de allá. Aquel toro más aquella pasta explica claramente el motivo del éxodo invernal de las figuras hacia aquel continente. Relax es el concepto de fondo, que ya sé, no significa ausencia de peligro, claro que no, pero insisto, relax. Como mucho, disgusto por la impotencia para alcanzar el triunfo cuando los funos se niegan a embestir. Correr delante o correr detrás, esa es la cuestión diferenciadora. Hay pruebas. Hay días, ponga la tele en cualquier tarde, noche acá, y lo que sale en La México es un ejemplo de los que también sonrojan. O peor, de los que desertizan las plazas. Vale que es otro modelo, otra Fiesta, que aquellas aficiones lo admiten, que no hay más cera que la que arde, en este caso más toro del que sale -en algunos casos, solo en algunos casos, claro- que más vale eso que el paro, ¡qué pena, todos lo lamentamos, el persianazo de Iñaquito a cuenta de las luchas de clanes políticos!, pero téngase en cuenta, quede claro, que asegurar el futuro precisa de más emociones y eso normalmente viene por el toro, emociona más el toro que los acompañamientos musicales pongo por caso y/o los montajes videográficos. Y ese es el invierno que se nos avecina, en el que estamos. Ya hace tiempo que llegué a la conclusión de que me gustaba más, mucho más, la América que me contaban que la que veo. Aun así, me vale lo del chiste, que me quede como estoy.

A la vez hay que reconocerle a América las virtudes que tiene, que son muchas. La pasión con la que acuden a la plaza los aficionados, entrañable, y por la que siento sincera envidia en tantas y tantas tardes de ácida acritud en nuestra tierra. La misma pasión y conocimiento con la que en puntos tan emblemáticos y en situación de extremo peligro se ha levantado el hombre o los hombres salvadores, el caso de Colombia o Ecuador, Felipe Negret y José Luis Cobos respectivamente, que han dado el paso al frente para defender el toreo, el uno en la Santamaría nada menos, catedral madrileñizada de las Américas que tanto valoraban Manzanares o Antoñete, el otro en el entorno de Quito, cuánta nostalgia, cuántas mañanas en Iñaquito a plaza llena con su singularísima climatología y los aviones rozándote las testas en las localidades altas y la lluvia tropical esperando a que acabase la corrida para descargar.

En España comienzan a moverse los despachos. Saber en qué va a afectar a las contrataciones el rifirrafe de los honorarios y saber si en San Isidro habrá café para todos son las incógnitas más llamativas.

Puestos los puntos sobre las íes, o eso pretendía, en lo artístico las noticias que llegan en lo que llevamos de invierno no difieren mucho de lo que sucede en España con un Roca Rey, que enlaza un triunfo con otro, desbocado cual potro joven que todo lo puede y le sitúa entre los máximos atractivos del momento. Y hablando de arrollar aparece raudo Diego Ventura, en América como en España, caballero rampante, insaciable en sus ansias de superación. Otro tanto cabría decir del maestro Ponce, del pasional Padilla que saborea gota a gota los últimos sorbos de su milagro… A la vez en España comienzan a moverse, me consta, los entresijos de la próxima temporada, con una incógnita, saber en qué medida va a afectar a las contrataciones el rifirrafe con el que abríamos la columna a la hora de negociar la pasta, es decir, a compatibilizar las exigencias de las figuras y la sostenibilidad de las empresas; o si por fin Simón Casas, que anda en todos los frentes, no se le puede negar su activismo, consigue imponer el bombo en San Isidro, frente en el que se debatirán varias posibilidades: el café para todos que es como en los tiempos de la transición española, gloriosa y ahora ninguneada, denominaron los acuerdos de las transferencias autonómicas; o que haya café a la carta o al gusto, para unos sí y para otros no; y hasta que alguno decida levantarse de la mesa, que todo cabe y todos tienen sus argumentos y sus derechos. Lo que es más seguro es la reincidencia en las disputas por determinadas ganaderías. Todo eso sin entrar en los rumores de las transferencias empresariales. Los rumores, rumores son; aunque los hay que no cesan. Habrá que esperar.

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