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Caca, culo, pis

Carlos Ruiz Villasuso
domingo 11 de noviembre de 2018

No creo en el feminismo como fenómeno hipócrita o desleal con la mujer. En España, como en todas partes, hay una lucha continuada diaria y sin eventos de postureo, un compromiso contra cualquier tipo de desigualdad de trato por el hecho de ser hombre o mujer. En España se sigue dejando entrar gratis a las jóvenes a las salas de copas, incluso con consumición gratuita, sin que nadie se rasgue las vestiduras, en una estrategia de mercado que pide que una chica atrae a los chicos, lo que puede convertirse en que una oveja atraiga a una manada, y pasa lo que pasa, consentido por todos, claro.

La violencia machista más evidente, diaria, grave e intolerable que se da en este país, está en aquellos lugares en donde, paradójicamente, se han apropiado de las ideas de libertad y tolerancia, en los lugares desde donde más se acusa al toreo de todos sus males y demonios. Hablo de la tele y, sobre todo, hablo de Telecinco, una de las cadenas cuya programación tiene el glorioso currículo de haber hecho a este país más inculto

El feminismo no es otra cosa que el trato de igualdad y la rebeldía y la no tolerancia de cualquier acto que discrimine y trate a la mujer como un algo y no como una persona. Digo esto por dos cosas. Porque para la gran mayoría el toreo es un lugar esencialmente machista, uno de sus lugares negros de crítica. Y lo es en muchos casos. Lo es como derivación de una sociedad en donde a la mujer aún se le saca rédito, no por persona, sino por mujer. Entre ellos está el electo decorativo o de reclamo. Sucede en el toreo y sucede en tantas partes. Hay en España un 76% más de “azafatas” que de “azafatos” y es un dato bien elocuente de la idea de imagen que tenemos.

No obstante, la violencia machista más evidente, diaria, grave e intolerable que se da en este país, está en aquellos lugares en donde, paradójicamente, se han apropiado de las ideas de libertad y tolerancia, en los lugares desde donde más se acusa al toreo de todos sus males y demonios. Hablo de la tele y, sobre todo, hablo de Telecinco, una de las cadenas de televisión cuya programación tiene el glorioso currículo de haber hecho a este país más inculto, más intolerante, más zafio y más abiertamente vulgar. Y más violento. La programación de esta cadena se basa en un par de contenidos en donde la audiencia se gana a base de intrigas casposas, gritos, insultos, amenazas, intolerancia, sentados enfrente de lo más granado de la humanidad de este país. Reconocemos en esos personajes, escritores, pintores, médicos, investigadores, creadores… la crema de la crema de este país. Programas que en sus elecciones humanas, haber leído un libro es descalificación automática.

El éxito de audiencia les llega a través del machismo, racismo, sexismo y otras gracias aplaudidas por una audiencia a la que el icono del Gran Hermano de este país, gay declarado en su libre y constitucional elección sexual, un tal Jorge Javier Vázquez, manipula, dirige, fomenta y ventila en función de su interés de audiencia, en función de su eterno negocio de televisión. Nunca hubo tanto éxito en personaje tan inocuo, estéticamente dudoso, vulgar en expresiones, dotado de un poder público que es guante sobre mano de una sociedad cuyo grado de incultura es ya una pandemia.

No hay ninguna institución, pública o privada, personaje decente público o privado, que se haya propuesto acabar con una forma de hacer tele basada en lo más ruin del género humano. Día a día las expresiones, amenazas y discusiones sexistas, racistas, machistas, son de un calado no ya grosero, sino delictivo. Sin que nadie haga nada, y mucho menos los propios colectivos feministas o gays de este país, sin duda alguna porque entre bueyes no hay cornadas. El tal Vázquez campa por sus anchas y anchos mofletes en un país que está consintiendo un lenguaje y unas acciones de violencia sobresalientes, en un país en donde, día sí y día no, enterramos a víctimas por razón del sexismo u otras formas de violencia.

En esos programas, amparados por su audiencia, son capaces de desfilar personajes en busca de voto o del refrendo populista (ellos con los populares y populistas) sin atreverse a protestar o denunciar y a terminar con la sangría moral y social que es una programación donde se hace ostentación del sexo fuerte, de la fuerza, del frito, del insulto y de la amenaza. Esta tele de tantos años es la que ha ayudado, animado y empujado a que este país sea lo que es. Esta tele es peor aún que la de las “Mama Chicho” de su origen, tetas y culos, que hoy son tetas, culos y violencia que nadie denuncia porque el feminismo tiene miedo del poder del feminismo y los gays del poder de los gays. Y porque en España vale todo, sobre todo si ese todo es caca, culo, pis.

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