La página de Manolo Molés

Entre el cielo y el infierno

Manolo Molés
domingo 11 de noviembre de 2018

El invierno es un paréntesis oscuro para el aficionado. Cierran todas las plazas y encima el invierno no es tiempo, al menos en el mundo taurino, para la reflexión, la mejoría, el avance y, sobre todo, para la enmienda de los errores y el ensalzamiento de los aciertos. El invierno, al menos, debería servir en el desordenado mundo de la Fiesta para reparar errores e insistir en los aciertos. Y a mí lo que me emociona como profesional del periodismo es la grandeza de los medios informativos de tema taurino, que aguantan sin marchitarse en el frío invierno. Yo soy de los que piensan que el periodismo no es solo del día de los acontecimientos. Debe estar pendiente de cómo se preparan, de cómo evolucionan, de cómo se rematan las noticias. La vida es como el periodismo. O al contrario. Ambas casan. Y tan noticia es ese clamor de los 240.000 euros para algunas figuras afirmado por los taurinos gordos, como el caso de los que toreando en una plaza de primera como Madrid, con una corrida muy seria, con una enorme responsabilidad, cortando una oreja -que no es fácil-, cobrando lo que marca la ley, una vez que han pagado a la cuadrilla y cubierto otros gastos, no les queda ni un euro. Incluso hay pérdidas. Porque matadores de toros en plazas de primera solo reciben 16.718 euros con 47 céntimos. Pongan ahora cuadrilla, gastos generales, honorarios, IRPF, Seguridad Social, etc. Tu sueldo neto en plaza de primera es de 16.718 euros con 47 céntimos. O sea: pierdes dinero, falta dinero.

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