La página de Manolo Molés

Entre el cielo y el infierno

Manolo Molés
sábado 17 de noviembre de 2018

El invierno es un paréntesis oscuro para el aficionado. Cierran todas las plazas y encima el invierno no es tiempo, al menos en el mundo taurino, para la reflexión, la mejoría, el avance y, sobre todo, para la enmienda de los errores y el ensalzamiento de los aciertos. El invierno, al menos, debería servir en el desordenado mundo de la Fiesta para reparar errores e insistir en los aciertos. Y a mí lo que me emociona como profesional del periodismo es la grandeza de los medios informativos de tema taurino, que aguantan sin marchitarse en el frío invierno. Yo soy de los que piensan que el periodismo no es solo del día de los acontecimientos. Debe estar pendiente de cómo se preparan, de cómo evolucionan, de cómo se rematan las noticias. La vida es como el periodismo. O al contrario. Ambas casan.

Claro que las figuras han de cobrar un dinero mayor, muy respetable, pero eso no es óbice para que al torero no considerado figura gane un buen y justo dinero. Me cabrea más los que cobran 16.000, que el que por arte de cómo funciona esto y también sus méritos va del infierno al paraíso de los ya famosos 240.000 euros. Urge ordenar este dislate

Y tan noticia es ese clamor de los 240.000 euros para algunas figuras afirmado por los taurinos gordos, como el caso de los que toreando en una plaza de primera como Madrid, con una corrida muy seria, con una enorme responsabilidad, cortando una oreja -que no es fácil-, cobrando lo que marca la ley, una vez que han pagado a la cuadrilla y cubierto otros gastos, no les queda ni un euro. Incluso hay pérdidas. Porque matadores de toros en plazas de primera solo reciben 16.718 euros con 47 céntimos. Pongan ahora cuadrilla, gastos generales, honorarios, IRPF, Seguridad Social, etc. Tu sueldo neto en plaza de primera es de 16.718 euros con 47 céntimos. O sea: pierdes dinero, falta dinero.

Ese es el problema. Del inesperado techo de la gloria económica de los 240.000 euros por tarde a esos 17.000 escasos que marcan los kilómetros que hay entre el cielo y el infierno. Urge ordenar este dislate. Claro que las figuras han de cobrar un dinero mayor, muy respetable, pero eso no es óbice para que al torero no considerado figura (el término también es a veces equívoco) gane un buen y justo dinero. Cuando digo que el término “figura” no me agrada porque conduce a engaños recuerdo algo muy reciente en Madrid: Feria de Otoño, por ejemplo. Por la puerta grande con honores salieron dos torerazos que no están en el cuadro, al menos de momento, de los llamados figuras. Son, claro, Diego Urdiales y Emilio de Justo. Y ni en sueños verán un cheque con 240.000 euros. Pero ahora mismo son toreros que da gusto verlos y que espero que en esa escalera económica puedan asentarse por lo menos en un rellano altito. Y termino: me cabrea más los que cobran 16.000, que una vez han pagado todo acaban debiendo cuatro o cinco mil, que el que por arte de cómo funciona esto y también sus méritos va del infierno al paraíso de los ya famosos 240.000 euros. Pero aquí hay un desequilibrio de padre y muy señor mío, tuyo, de ellos, o de quien sea.

UREÑA ENTRENA, SUEÑA, LUCHA Y SE VA CONVENCIENDO DE QUE SÍ

Yo me leo Aplausos de la portada a la contraportada. Y descubro la cantidad de profesionales que escriben en cada número de esta revista. Sumo en un número cualquiera: Benlloch, Villasuso, Barquerito, Belmonte, Crivell, Paco Mora, Perfecto Guardiola, yo, o sea, Manolo Molés, Jorge Casals, José Ignacio Galcerá, Antonio Girol, Ángel Berlanga, Rocío Fernández, Raquel Barba y un lujoso equipo de fotógrafos: Arjona, Javier Arroyo, Glez. Arjona, Isma Sánchez y un total de más de veinte periodistas gráficos que encontrarán en la página donde desfila todo un enorme equipo con Juan Cristóbal García como redactor jefe. Es el gran milagro de la prensa taurina que no se duerme ni en invierno.

Me comunico con Paco Ureña. Está mejor. Más animado. Luchando. Deseando volver. Adaptándose al enorme cambio de perder la visión de un ojo. Su estímulo, su amigo, su ejemplo, es Padilla. Se puede volver, se puede triunfar, se puede ser otra vez feliz. Está fortaleciendo su futuro. Entrena, sueña, lucha y se va convenciendo de que sí: sí se puede. El domingo en la radio hablaba con Alberto García, que volverá en febrero a abrir la plaza de Vistalegre para una corrida de toros y algún espectáculo añadido. Y soñábamos con un cartel perfecto para “la segunda de Madrid”. ¿Qué tal Urdiales y Emilio de Justo? Los dos últimos que han abierto la puerta grande de Madrid. ¿El tercero? Yo dije, si hay suerte y llega, que el que falta ahí en ese cartelazo es Paco Ureña. Alberto respiró hondo y se ha puesto manos a la obra. Sería fantástico llenar el Palacio-Plaza de toros con ese cartel: Diego Urdiales, Paco Ureña y Emilio de Justo. ¿Toros? Yo no iría a los extremos. Toros bien presentados, si quieres tres de Fuente Ymbro y tres de Puerto de San Lorenzo, por ejemplo, o algo similar. Seriedad y normalidad, que es el punto de equilibrio para todo lo que pedimos en la Fiesta. El empresario intentará lo mejor para que Vistalegre vuelva a oler a toros y no a mitin político, que ya es un alivio.

ANDRÉS CALAMARO Y JAVIER MOLINER, DOS BUENOS TAURINOS

Y una alegría gorda. Manolo Vanegas, seis meses sin poder andar, con una lesión tremenda en vértebras C4 y C5, ya salió del túnel, ya camina y volverá a lo suyo. Y es una magnífica noticia.

A todo buen taurino hay que agradecerle su condición. Andrés Calamaro, al que tuve dos años haciendo fotos magníficas para los programas de Canal Plus, ha sacado disco con toque y orgullo taurino. Y la palabra mágica de su nuevo repertorio es la de “Cargar la suerte”. Taurino con orgullo. Como Javier Moliner, presidente de la Diputación de mi Castellón del alma. Apoya la Fiesta, apoya Benasal, apoya la Escuela Taurina, mira qué casualidad, con 240.000 euros. Y la Escuela funciona de maravilla. No es casualidad que Benlloch sea un aficionado total. Su tierra lo es. Y la mía, la de Castellón, al lado de Valencia, también. Un dato clarificador que dio el presidente de la Diputación de mi tierra. Ojo al parche: en Castellón hay 135 pueblos y hay toros en 131. Solo cuatro muy pequeños, muy en la montaña, no tienen. La cifra es apabullantemente fantástica. Son miles de toros en las calles de Castellón, Valencia y Alicante… Mi futuro estaba marcado. Defendamos la Tauromaquia en ocho países.

Síguenos

ÚLTIMAS NOTICIAS

Cargando
Cargando
Cargando
Cargando
Cargando
Cargando
Cargando
Cargando