Leer una noticia

Lo demás, pamplinas

Carlos Ruiz Villasuso
sábado 17 de noviembre de 2018

Un año antes de la quiebra de varios bancos en Estados Unidos, en 2006, cuatrocientas setenta y nueve (479) localidades españolas celebraron, al menos, una corrida de toros. Doce años después, esta temporada, las localidades españolas que han celebrado al menos una corrida han sido doscientas cuatro (204). Objetivamente estamos ante este dato: doscientas setenta y cinco localidades (275) menos dieron corridas de toros respecto a los años anotados. Veamos qué pasó con el número de estas corridas.

¿Somos una oferta de ocio con el añadido de la cultura? Bien, pues entonces pregunto dónde está el plan estructural que marque las pautas de comportamiento del “sector” en relación a la obligada presencia en positivo de las administraciones tal y como exige nuestra Constitución. Y no hay medias tintas. O somos una cosa o somos otra. Si somos sector privado puro y duro, a trabajar. Si somos de “la cultura”, a exigir lo nuestro

En el mismo año de 2016, en España celebramos novecientas veintinueve corridas (929). Este año, trescientas ochenta y cinco (385). Es decir, objetivamente, quinientas cuarenta y cuatro (544) corridas de toros menos. Datos curiosos no positivos: Valladolid daba entonces nueve corridas, ocho se celebraban en Murcia, dieciséis en Sevilla…, localidades más modestas como Ondara, diez corridas…, y Barcelona, quince. La llamada Gran Recesión iniciada en Estados Unidos y que golpeó a España desde 2008 ha cambiado para siempre el panorama de los toros.

Lo ha cambiado en número y a base de golpes. Con la tozudez de la quiebra, por imperativo económico. Según el Instituto Nacional de Estadística (INI), que depende del Gobierno, España salió de la crisis, de forma oficial, en 2014. La recuperación en números desde este año de “salida” hasta este que finaliza no parece ser tal si tenemos en cuenta que en 2014 doscientas treinta y cinco (235) poblaciones españolas celebraron una corrida al menos, es decir, treinta y una (31) localidades más que este año.

Lejos de desear comparar datos en rojo, hago constar que, posiblemente, hemos llegado a una estabilidad de oferta: alrededor de doscientas veinte localidades de España van a anunciar corridas de toros, para un total próximo a las cuatrocientas. Supone un 60% menos de corridas y un 55% de localidades menos. Quiero decir que, arriba abajo, este va a ser nuestro mercado y nuestra oferta. Y la cuestión estriba en si el “sector” se ha reconvertido de forma eficaz para cumplir de forma sana este mercado que ha supuesto una drástica reducción.

Los ganaderos se vieron forzados a una producción mucho menor y creo que hicieron un buen trabajo. Un trabajo de esfuerzo del que desaparecieron los que estaban de roneo y, lamentablemente, los que se fueron sin un euro. En realidad todos han hecho el esfuerzo, pero me pregunto si ha sido esfuerzo de apretarse el cinturón por obligación o en una reestructuración cabal de las relaciones contractuales. Y, sobre esto último, tengo mis dudas.

Creo que desde el año 2008 hasta el actual hemos perdido chance y una gran oportunidad de decidir dos cosas. Una, si somos un sector de ocio absolutamente privado o un sector de ocio, pero cultural, y, por tanto, de gestión privada con aportación o ayuda (no subvención) administrativa. Porque, si somos lo primero y solo lo primero, hemos de aceptar que solo podemos estructurarnos bajo una ley de oferta y demanda en todos los sentidos, toreros, ganaderos, banderilleros… Y para ello no es suficiente ni el dinero de la taquilla ni el dinero actual por derechos de imagen. No es suficiente. Y como todos sabemos que no lo es, ¿dónde está nuestro plan de desarrollo?

¿Somos una oferta de ocio con el añadido de la cultura? Bien, pues entonces pregunto dónde está el plan estructural que marque las pautas de comportamiento del “sector” en relación a la obligada presencia en positivo de las administraciones tal y como exige nuestra Constitución. Y no hay medias tintas. O somos una cosa o somos otra. Si somos sector privado puro y duro, a trabajar. Si somos de “la cultura”, a exigir lo nuestro. Lo demás, pamplinas.

Síguenos

ÚLTIMAS NOTICIAS

Cargando
Cargando
Cargando
Cargando
Cargando
Cargando
Cargando
Cargando