Desde El Arenal

En la reserva

Carlos Crivell
domingo 25 de noviembre de 2018

Durante la pasada semana se han producido dos noticias en el ámbito taurino sevillano que no tienen ninguna relación entre sí, pero que supone que dos personas apreciadas por el que firma pasan a la reserva taurina. Se trata de Fernando Cepeda y Leopoldo de la Maza. Ambos se quedan ahora a la expectativa de tiempos mejores.

Fernando Cepeda ha dejado de ser el apoderado de Miguel Ángel Perera después de doce años. Se ha escrito hasta la saciedad que se trataba de unos de los últimos apoderamientos independientes. Ese concepto de la independencia tiene muchas caras. La verdad es que Perera se ha ganado sus contratos, gestionados por Cepeda, con su capote, muleta y espada. Cuando los vientos llegaron a favor fue más fácil para el apoderado; cuando las aguas llegaron más turbias, nunca se pudo decir que Miguel Ángel no tuviera el número mínimo de contratos que merecía su categoría. La lucha de ambos ha sido admirable, pero desgasta mucho. Cepeda, torero de una calidad suprema, ha demostrado su capacidad como apoderado. Lo ha hecho incluso cuando su salud se resquebrajó y era más que complicado llamar a las empresas para buscarle contratos a Miguel Ángel. Fernando no va a apoderar a nadie de momento, pero sería una verdadera pena que no volviera de nuevo cuando ya las caderas estén totalmente recompuestas. Y Miguel Ángel buscará a oro mentor que llegue con ilusiones renovadas.

Leopoldo de la Maza se ha desprendido de la ganadería que había creado su padre el Conde de la Maza. Comprendo que esta pérdida de una ganadería tan exigente no es contemplada por la mayoría como un drama. No hay que darle muchas vueltas. El Conde se marcha cansado y aburrido. También se va harto de muchos, incluso de algunos de su sangre. Su ganado es duro y exigente y los matadores lo han matado sin ningún entusiasmo. A mí me queda una profunda amargura. Primero por el amigo, que tiene una afición enorme. Segundo, porque entre los grandes toros de mi vida hay uno de nombre Farrucoso, lidiado por Pepe Moral en Sevilla en 2014, que embistió como los buenos Núñez de toda la vida. Esa simiente debe andar por ahí, aunque ya no la tiene mi amigo. Fernando y Leopoldo, de momento, están en la reserva.

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