REPORTAJE CAMPERO

Daniel Ruiz: toros para hacer el toreo

José Ignacio Galcerá
lunes 03 de diciembre de 2018

Instalada en la élite desde hace muchas temporadas, la ganadería de Daniel Ruiz ha vuelto a cosechar un año de triunfos. Las figuras han confiado de nuevo en la divisa albaceteña, donde encuentran un toro con las virtudes que se exigen para hacer el toreo de hoy en día. Sobre el ritmo, la clase y la humillación se sigue moldeando la bravura en una continua búsqueda, ahora encaminada a criar un animal que quiera perseguir siempre los engaños por abajo. Ese es el reto del futuro, ese y no bajarse del lugar de privilegio que ocupan.

Una temporada más, en Cortijo del Campo están de enhorabuena. En la última campaña se han colmado las satisfacciones y, además, han mantenido el estatus, ganado hace mucho tiempo, de ser una de las divisas predilectas de los toreros de la parte de arriba del escalafón. Por mucho que los resultados se consigan año tras año, la tarea no es nada sencilla. “Estamos muy contentos”, señala en primera instancia Daniel Ruiz, tercera generación de ganaderos. “Tanto si los resultados son buenos como si no lo son, seguimos trabajando. Tenemos inquietudes como ganaderos, queremos evolucionar, de hecho, creemos que estamos metidos de lleno en una evolución encaminada al toreo que se hace hoy en día”. La conversación con Daniel Ruiz comienza directa, sin cortapisas.

-¿Se piensa en un toro para el torero o en el toro que les gusta?
-Van de la mano aunque puede ser que haya un tipo de toro que a mí me guste y al torero no le valga. Buscamos un toro única y exclusivamente para que el torero se realice y se exprese como artista. Si el torero se siente y se expresa, estamos convencidos de que el que ha pagado una entrada se va a emocionar, seguro.

-¿Cómo ha de ser ese toro?
-Para ver torear bien se necesita un toro bravo, un toro con ritmo, clase, con finales, que quiera coger la muleta siempre por abajo… tiene que reunir muchas condiciones que son muy difíciles de conjuntar. Emocionarse en el toreo te puedes emocionar de muchas formas, yo de lo que hablo es de la emoción de ver torear bien, que es lo que el público quiere. Cada uno ha de criar el toro en el que crea.

“Hay muchas formas de emocionarse en el toreo, yo quiero la emoción de ver torear bien y para ello se necesita un toro con ritmo, clase, con finales… Cada uno ha de criar el toro en el que crea”

-¿Hay demasiados tópicos alrededor del toro de las figuras?
-Creo que a veces se es injusto con los comentarios que se dicen sobre estas ganaderías. Todos los años, cuando llegan estas fechas y se hace un resumen de la temporada, vemos que de las veinticinco faenas de la temporada hay veinte que son con toros de los mal llamados comerciales. Ahí están las dos orejas de Castella en Madrid con un toro que le cogió, el toro de Sevilla de Garcigrande indultado… hay muchos casos, por eso ciertos comentarios dan rabia. Cuando sale un toro embistiendo por abajo, repitiendo, colocando la cara, y un torero toreando, el público, además de volverse loco, se olvida del hierro. Además…

-Diga
-Como aficionado me valen las ganaderías que embisten. Hoy en día hay grandes ganaderos, ahí está Victorino Martín, que es un fuera de serie, Adolfo Martín, la familia Conradi, Cuadri, Miura, los Fraile… soy de la opinión de que no hay ganaderías sino ganaderos.

La divisa albaceteña lleva instalada entre los grandes desde hace mucho tiempo. Daniel Ruiz Yagüe, patriarca de la familia, se marcó como objetivo lidiar en las grandes ferias y en los carteles de las figuras y, con el tiempo, lo ha acabado consiguiendo. Llegar suponía un desafío de altura, pero mantenerse lo es todavía más. “No es fácil porque se compite con ganaderías muy buenas, de un nivel altísimo, que echan el toro que a nosotros en un momento dado también nos gustaría echar. En esas ganaderías, en unas más y en otras menos, sale el toro que a todos nos gustaría lidiar. Cuando las cosas salen bien te queda la satisfacción del trabajo bien hecho; otras veces lo intentas hacer bien y los resultados no son buenos. Por eso es tan complicado mantenerse arriba”, confiesa.

-¿Tienen el respaldo de las figuras?
-Nosotros estamos en esas ocho o diez ganaderías aunque nos falta todavía el toro de Madrid o de Bilbao, que llegará, pero estamos entre las ocho o diez ganaderías de las figuras, sí.

-¿Cómo se lleva lo de ser el máximo culpable cuando en las tardes de relumbrón el espectáculo no es el que se espera?
-La presión es horrible. A las ganaderías que más se les exige es a las de las figuras. Se nos exige mucho. Y los que más exigen son las propias figuras del toreo porque quieren que el espectáculo sea redondo, perfecto, que el público se emocione y quiera volver a la plaza al día siguiente. Pero cuando sale todo al revés, solo hay un culpable, que es el ganadero. No es una situación cómoda. Es un orgullo que las figuras tiren de la ganadería, porque, además, eso nos hace no bajar la guardia, querer sacar sementales nuevos, profundizar en las embestidas de los animales…, pero al mismo tiempo es jodido vivir con esa exigencia. No se nos puede resbalar un pie.

“Es un orgullo que las figuras tiren de la ganadería, eso nos hace no bajar la guardia, querer sacar sementales nuevos, profundizar en las embestidas de los animales… pero al mismo tiempo es difícil vivir con esa exigencia. No se nos puede resbalar un pie”

-¿Cuándo lo pasa peor?
-Lo paso mal siempre, realmente mal, lidiemos donde lidiemos siempre me pongo muy nervioso y le doy muchas vueltas a la cabeza. Está claro que nosotros no nos jugamos la vida como los toreros pero tenemos el sufrimiento de querer que el espectáculo salga bien, que el público disfrute y los toreros, que siguen depositando la confianza en nosotros, se expresen como quieren.

COGER LOS ENGAÑOS POR ABAJO

Amantes del campo, Daniel Ruiz padre e hijo viven las veinticuatro horas por y para la ganadería. Es su forma de vivir. En la finca de Alcaraz continúan moldeando la bravura de un toro muy definido en su comportamiento y con las mejores virtudes de la sangre Domecq. “La bravura se puede desmenuzar de muchas formas, pero nosotros creemos firmemente en un toro que debe querer coger siempre los engaños por abajo. En el momento que no quiera hacerlo, no nos sirve, no nos quedamos con él”, reconoce tajantemente. La rigurosidad en la selección, en los tentaderos, es fundamental para fijar los caracteres de la ganadería y aunque no esconde que se busca un animal bravo para la muleta, el caballo en casa de Daniel Ruiz no es un mero trámite. “Al contrario de lo que los aficionados puedan pensar, aquí le damos mucha importancia al caballo. Les pegamos entre cinco y seis puyazos a las vacas. No se trata de que sean mejor en el caballo que en la muleta o viceversa, se trata de que debe haber un equilibrio entre ambos tercios. Es cierto que si en el caballo la vaca es extraordinaria pero luego en la muleta no ha desarrollado las virtudes que nos gustan y pretendemos, evidentemente no se queda”, expone.

Además de la exigencia en la selección y de la alimentación, Daniel Ruiz introduce un concepto clave como es la preparación del toro para que pueda llegar a explotar todo el potencial que lleva dentro. El ganadero habla de limitar el estrés de los animales en el traslado del campo a la plaza. “Moverlos y la alimentación es importantísimo y luego, yo que lo he comprobado -algunos pensarán que es una chorrada-, es clave minimizar el estrés del toro. Si se consigue que lleguen a la plaza sin el estrés que supone para el animal el viaje desde el campo hay mucho terreno ganado”. Daniel Ruiz profundiza en esta reflexión, que no es otra que poner a punto al toro, una especie de entrenamiento previo a lo que va a experimentar cuando abandone su hábitat natural. “Es fundamental que al toro le resulten lo menos extraño posible los corrales de la plaza o el enchiqueramiento, y nosotros para que ocurra eso cuando los movemos los metemos mucho en los corrales, los dejamos que salgan por la báscula o por la manga de sanear… llega un punto en que pierden el estrés que traen del campo. Para el toro, todo lo que le pasa desde que sale de la finca es nuevo, así que tenemos que pretender que le resulte lo menos nuevo posible”.

“Buscamos un toro para que el torero se exprese como artista. Si el torero se siente, estamos convencidos de que el que ha pagado una entrada se va a emocionar, seguro”

En este punto, el ganadero pone en valor el modelo de algunas plazas francesas, donde el toro es desembarcado diez o doce días antes de lidiarse. “Los casos de Nimes o Arles, si se hacen bien, van a favor del toro. Las corridas van con mucha antelación. Luego hay otras muchas plazas a las que se va con mucho menos tiempo para que el toro se aclimate, todo es mucho más rápido y ahí es donde entra la preparación que se ha hecho en el campo para que no lleguen estresados”. Esta situación a la que hace referencia Daniel Ruiz tiene una incidencia fundamental en el toro. El ganadero lo explica así: “Si el toro no gasta energía y no llega estresado, tendrá más posibilidades de desarrollar todo su potencial en la plaza porque las facultades las mantiene intactas. Esto no tiene nada que ver con que luego el toro sea un cabrón, un manso o una burra. Esa puesta a punto previa es positiva, los resultados cuando lo hemos hecho han sido buenos. En la crianza del toro todo es importante en pequeñas dosis”.

CARAS MENOS ABIERTAS

Una de las obsesiones de los últimos años en casa de Daniel Ruiz es conseguir toros con las caras menos abiertas. El trabajo de selección en los últimos tiempos va dirigido a conseguir un toro más armónico, que entre enseguida por los ojos. “En nuestra vida como ganaderos hay un toro muy importante que es el famoso Cortesano, un toro vital en el desarrollo de la ganadería y que si bien ha dado toros extraordinarios, es el que los daba anchos de sienes y feos de cara. Sin salirnos de la línea de Cortesano, hemos buscado sementales con las caras más cerradas y con más longitud de pitón y, poco a poco, estamos viendo más toros con estas hechuras aunque todavía nos salen algunos pitorritos y con las caras abiertas”, apunta Daniel Ruiz, a quien las fotos de Arjona que ilustran este reportaje con los toros de la camada de 2019 le dan la razón. “Este año tuvo que ir un toro con la cara abierta a Murcia, el sexto de la tarde, fue extraordinario y Ureña le cortó las dos orejas. Estamos buscando más caras estrechas y pitón largo, porque no lo teníamos, y con el tiempo lo vamos consiguiendo”.

Dichos cambios buscan, según reconoce el propio ganadero, armonizar más la ganadería y, a su vez, que esté más definida. “Queremos que cada toro valga para una plaza, el de Madrid para Madrid y el de Ciudad Real para Ciudad Real, cada uno con su tipo y su categoría pero que tengan una armonía común, que sean más parejos. El toro tiene que ser armónico, bello y serio, si es así le vale al torero, al público, al veedor y a la empresa”, reconoce.

UN 2018 DE NIVEL ALTO

La camada de 2018 ha ofrecido una regularidad alta. Siete corridas de toros y dos festivales, uno en Valencia y otro en Sevilla, han compuesto la temporada para la vacada manchega. “Hemos lidiado poco pero estamos satisfechos en líneas generales porque el toro que buscamos y pensamos que es el ideal para hacer el toreo va saliendo año tras año”, comenta Daniel Ruiz, que entra a detallar los pormenores de cada uno de los festejos en los que ha participado. “Comenzamos en Córdoba, donde salieron dos toros muy buenos y Enrique Ponce cuajó una de las faenas de la temporada. De haberle pegado un espadazo hubiese estado cerca el rabo”.

El siguiente compromiso tuvo lugar en Pontevedra, plaza en la que hacían su debut en uno de los carteles estrella junto a Morante de la Puebla y Alejandro Talavante “que salieron a hombros; la pena fue que Cayetano pinchó y además sufrió un percance”. En Ciudad Real, de nuevo con presencia de figuras, lidiaron a su juicio, “una corrida muy completa con Morante, Manzanares, que cortó tres orejas, y Aníbal Ruiz, que paseó cuatro”.

“Cuando sale un toro embistiendo por abajo, repitiendo, colocando la cara, y un torero toreando, el público, además de volverse loco, se olvida del hierro”

La gran novedad del curso llegó en Sotillo de la Adrada, donde se midieron en un mano a mano ganadero sin precedentes con José Escolar. “Era la primera vez que nos anunciábamos en un festejo así. Allá donde lidiamos le damos la máxima importancia y el resultado fue tres toros muy buenos, a uno de ellos le dieron la vuelta al ruedo. Era una experiencia nueva y salió muy bien porque nos llevamos los premios”. La temporada prosiguió en Murcia, “una tarde que nos dejó muy satisfechos por un faenón de El Juli y cuatro orejas de Paco Ureña”. Y días más tarde en su tierra, Albacete. “Los dos primeros toros de la tarde no acompañaron ni a Ponce ni a Juli pero los otros cuatro fueron muy buenos. La lástima ese día fue la espada de Juli”.

El final de temporada estuvo marcado en las plazas de Valencia, en el festival a beneficio de la Fundación Toro de Lidia, a donde llevaron dos toros. “Uno fue muy bueno, el de Álvaro Lorenzo, que le cortó las dos orejas; y el otro, el de Enrique Ponce, apuntó clase pero se acabó viniendo abajo”; Sevilla, en el festival del 12 de octubre con un novillo para Dávila Miura; y, hace unas fechas, Lima (Perú), “donde lidiamos tres toros importantes, uno para El Fandi que fue bueno, otro muy bueno para Padilla y otro muy importante para Antonio Ferrera, quien me dijo que hizo una de sus mejores faenas aunque lo pinchó. Con una cuarentena de toros que hemos lidiado el nivel ha sido alto”.

Ochenta toros para la temporada 2019

En Cortijo del Campo se preparan ya las corridas para la próxima temporada. La camada de 2019 está compuesta por entre setenta y cinco y ochenta toros, dieciocho de ellos destinados para plazas de primera categoría y el resto para lidiarse en plazas de segunda y tercera. “Hemos recibido la visita de Sevilla, Madrid, Córdoba, Murcia, Almería, San Sebastián, Ciudad Real… más o menos lo mismo que estos últimos años”, afirma Daniel Ruiz. “La camada es muy bonita en líneas generales, hay toros bajos y con buenas hechuras que nos tienen muy ilusionados durante todo el invierno”. En cuanto a pelajes, “hay mucho toro negro. Para 2020 y 2021 hay dos jaboneros. Este año también hay toros castaños y colorados, como suele ser habitual, pero predomina el negro”.

Texto: JOSÉ IGNACIO GALCERÁ // Fotos: ARJONA

Síguenos

ÚLTIMAS NOTICIAS

Cargando
Cargando
Cargando
Cargando
Cargando
Cargando
Cargando
Cargando