ENCUENTROS CON JOSÉ LUIS BENLLOCH

Zacarías Moreno: la clase es lo primero

Guadarrama, Somosierra, Miraflores… un cordón montañoso como imponente linde al fondo. Piensas que la historia del país se jugó en aquellos riscos y te conmueve. Unas ideas contra otras ideas. Historia pasada. O eso se suponía. El pico de San Pedro al fondo y en lo alto. Esa es la gran referencia. Es tierra de bravura...
José Luis Benlloch
lunes 10 de diciembre de 2018

…Dicen que soltaban los chotos de las suizas en los cercados de las faldas y cuando volvían a por ellos embestían. Así que no puede extrañar que por estos lares se valore como en ninguna otra parte la bravura montaraz y el trapío de los ganados. Como si lo llevase el paisaje. Es la influencia del hábitat, en los toros y en los hombres, así que no debe extrañar que desde allí mismo surjan las voces más sonoras de Las Ventas, esas que retumban en el estómago de toreros y empresarios las tardes negras del Madrid más duro. ¡Toooro, toooro…! Y claro, si miras a la sierra no te puedes extrañar, es lo natural.

-¿Calidad o trapío?… Ese es el dilema que se plantea a todo ganadero nuevo hasta poder lograr calidad y trapío a la vez que sería como lograr la cuadratura del círculo o darle la mano al mismísimo Dios. ¿Calidad o trapío?… insisto. La pregunta es para Zacarías Moreno, ganadero en ese territorio serrano donde los aficionados del ¡toooro!, adelanto, son sus amigos, que una cosa no quita la otra.

-Son conceptos distintos. Hay que respetarlos.

-Decídete por uno.

-Ya lo hice. Yo me incliné por la calidad. Y tengo mis motivos. Luego ya vendrá el trapío, me dije en su momento, y en ello estoy. Cada día los compagino más y mejor, calidad y trapío.

-Hablemos.

-Trapío tampoco significa toro grande o destartalado.

-Es evidente.

-Esa es la cuestión. Me di cuenta en mi presentación en Madrid. Ese día lo tuve más claro que nunca. En aquel momento lo que tenía era Ventorrillo pero nunca me llegué a identificar totalmente con ese tipo de toro. Aquel toro tan grande, con aquellos pechos tan fuertes e incluso aquellas caras tan desarrolladas, era algo que no me llenaba.

-Pues es lo que imponen los tiempos en algunas plazas, Madrid mismamente.

-Sí, pero no. Les faltaba la calidad. No era lo que apetecía. Me lo planteé y me dije que si había que sacrificar ir a alguna plaza de primera estaba dispuesto a ello. En realidad no era una renuncia definitiva. Solo me planteé alcanzar la calidad y luego ir a por la segunda parte, a por el trapío de primera, pero antes la calidad.

“Ese es mi concepto ganadero y la influencia de mi gran amigo Domingo Hernández. Él me empujaba hacia el toro chico, como le decía él, que en realidad no es chico, es el toro bonito y armónico. Ahora el reto es echarles la cara hacia arriba y lo puedo lograr”

-¿Influencias de tus tiempos de torero?

-No, no, convencimiento propio. Ese es mi concepto ganadero y la influencia de mi gran amigo Domingo Hernández. Él me empujaba hacia el toro chico, como le decía él, que en realidad no es chico, es el toro bonito y armónico. Ahora el reto es echarles la cara hacia arriba.

-¿Es posible?

-Es posible. Lo puedo lograr. Estoy en ello, el objetivo ahora es calidad y trapío.

Zacarías habla pausado, sin aspavientos y sin que su tono afable y cadencioso disimule su pasión por el toro. De tez morena como su apellido; terciado y nada rústico como sus toros, simbiosis que vuelve a traslucirse si reparamos en su bonhomía, sus toros son buena gente, como él. A lo largo de la jornada se ha proclamado católico y muy familiar. Su mujer María Elena y sus hijas Elena y Conchi, me advierte, forman parte fundamental de esta historia que, sin ellas, seguramente, perdería mucha fuerza. “Mi gran satisfacción, el beneficio de la ganadería que también me hace sufrir, es que nos reunamos aquí y la vivamos juntos”, me dijo rápidamente.

La cita fue en Guadalix, en Junco, asador de lo más taurino, un pincho, un tinto, un chascarrillo y a seguir camino. Dejas atrás la rotonda de “Bienvenido, Mister Marshall”, Pepe Isbert y Manolo Morán redivivos en su eternidad cinéfila, y enfilas la carretera de Colmenar. Si haces caso de las indicaciones no hay pérdida. Te desvías a mano izquierda, atraviesas la dehesa Verdugal, finca comunal al servicio de los ganaderos del pueblo a cambio de una pequeña renta, y te encuentras con dos pilastras culminadas, primera singularidad, con sendas turbinas de avión que enmarcan el cancelín que da paso, ahora sí, a la Dehesa del Quejigal, a la que Zacarías, para evitar confusiones con los vecinos, ha rebautizado como Las Tinadas. Estamos pues, estación término. Un cartel avisa: “Cuidado, ganado bravo”. Todo ello a un día a caballo de Madrid como todas las fincas de la familia Hernández Pla, que fueron sus anteriores propietarios. Esa era una premisa, cuenta la leyenda, de tan acreditada familia ganadera: debían estar a una jornada a caballo de la capital, unas ocho leguas, cuarenta kilómetros en cifras actuales, a cuarenta minutos como mucho si el tráfico no aprieta, una ventaja para compaginar ciudad y campo, negocio y pasión.

Esta temporada Zacarías ha dejado dos corridas de toros, lo que hace pensar que su debut en la categoría de oro llegará allá por el Pilar o puede que los deje para lidiarlos de cinqueños con mayor cuajo

Me cuenta Zacarías Moreno, ganadero de corta trayectoria y larga vocación, protagonista de este Encuentro, que desde el siglo diecinueve está documentado que hubo ganado bravo en aquellos cercados. La estructura, sus instalaciones, las paredes de piedra, una joya de imposible viabilidad en los tiempos actuales, lo delatan. No habría manos y se puede decir que ni dinero para levantar semejante joya de arquitectura rural. Una pareja de canteros de la tierra andan reparando estos días los portillos que se hacen con el paso del tiempo y las aguas. En realidad Na pero caro, supongo. Da gusto verles manejar la piedra. Hay mimo y precisión en el trato que dan a tan rústica materia. La técnica tiene su aquel, me explica el ganadero. “Contra lo que pudiese parecer o lo que cabría pensar, las piedras chicas se acoplan en la filas bajas de la pared, en la parte más próxima a tierra y las más pesadas se utilizan en la de arriba, donde ejercen la presión necesaria para mantener el muro firme”. Se aprecia claramente, las sitúan de canto a modo de cierre y les llaman cobijas. Esta arquitectura con piedra seca, que suma pragmatismo y belleza frente a las biondas tan utilizadas últimamente y tan ajenas al paisaje, tan vulgaronas, merecería consideración de monumento rural.

Lo de Zacarías Moreno es una historia joven en el mundo del bravo. Tiene referencias genealógicas de mucho crédito, Ventorrillo, Garcigrande, Daniel Ruiz y apariciones de excelente nivel en el mundo de las novilladas en Valencia, Gijón, Santander, Guadalix, San Agustín… también algún disgusto, quién no, y una estructura económico social que hace pensar en que lo suyo no es una aventura temporal.

LAS TINADAS Y EL BEATO

La Dehesa del Quejigal, desde ahora Las Tinadas, hace dos décadas que está en manos de Zacarías, que le ha añadido La Rebollera con la que junta seiscientas hectáreas bajo la misma linde, dimensiones nada frecuentes en la zona donde las propiedades están más repartidas. Aquí pastan las vacas y se cuajan los machos y aunque las instalaciones, incluida la plaza de tientas que utilizaban los Hernández Pla, se mantienen en buenas condiciones, las becerras de tienta las lleva a El Beato, en Chinchón, donde tiene una plaza como para echar una corrida de toros. Finca esta, situada en la vega del Tajuña, muy próxima al río, con excelentes praderas y plantaciones de olivos donde todo parece más afable, menos rústico.

A estas alturas del año, con el tiempo a favor, Las Tinadas es como el paraíso. Finca ondulada de excelente suelo y mejor techo para gozo y alivio de los animales cuando aprietan los fríos, que son arma de doble filo cuando llega el invierno: supone sanidad para los ganados, la prueba es que solo hay que hacer un saneamiento al año, pero por el contrario los toros tardan más en ponerse, nada que no se resuelva con buen bolsillo y un poco de espera.

La otoñada ha sido extraordinaria. En el paisaje mandan los verdes y los ocres. Una hierba baja pero de mucho alimento que poco menos se la beben los animales y un arbolado espectacular formado por encinas, rebollos, fresnos y enebros que vaya usted a saber por qué andan sufriendo las consecuencias de la modernidad y sus plagas y acaban ¡qué dolor! muertos en pie sin que por ahora se haya dado con el remedio salvador.

Nos topamos con una vaca recién parida con su rastra de apenas unas horas. Es colorada, fina de cabos, bien armada aunque sin gran aparato, solo el necesario, que no es poco. El becerro encamado a sus pies, en realidad pegado al suelo, no se mueve… La vaca nos da la cara, no nos quita ojo durante unos instantes, inmóvil, amenazante, es como si pensase la defensa más adecuada. Arrancarse o largarse…

En el camino, junto a los mamposteros, nos hemos cruzado con Poli, por el que Zacarías siente auténtica devoción. “Vive para la ganadería, sin horas y tiene un don especial para el ganado. Te puede adelantar si una vaca va a parir ese día o el siguiente, si está mamada o no lo está, cuenta y recuenta los hatos con una facilidad increíble… se puede decir que tiene la ganadería en la cabeza”, se ha lanzado a contarme el ganadero. Hoy viene de repasar las vacas que están en plena paridera. Todo ello con un hándicap tremendo, un maldito accidente le dejó impedido de cintura para abajo así que se tiene que manejar desde el todoterreno, desde donde es capaz de apartar los sementales o cumplir con las tareas de su cargo. El recado que deja al cruzarnos en el camino habla bien a las claras de su ciencia ganadera, nada sofisticada pero de lo más ilustrativa. “No encuentro el becerro de la vaca colorada que trajimos de El Beato pero no hay problema, la vaca está mamada”, dice y la conclusión es tan lógica como definitiva: si le ha mamado a la madre es señal de que está bien. Y estaba bien, poco después apareció tan pimpante enramado en un soto.

El cielo hoy es azul purísima como los vestidos de Chenel, sin atisbos de nubes tras una quincena de mucho agua y solo el tableteo pausado de un helicóptero interrumpe la paz campera. Nada que extrañe a las vacas, acostumbradas al paso del artilugio volador que -nos cuentan- va camino de la base de Colmenar. Zacarías, mientras recorremos los cercados de las vacas cuenta detalles de esta y de aquella otra con un tono pausado, sin atisbo de presunción y una ayuda documental infalible, la de Carlos Zúñiga, que este año ha estrenado estatus de empresario jet set y sale al quite, pone la fecha, el nombre, el número y la reata de sementales y vacas con una precisión exultante. Lo suyo en el campo ganadero es digno de estudio, es como si llevase en el coco un disco duro de no sé cuántos megas, muchos. Artesano, Mamarracho, Pescadero -“sí, el indultado en Albacete”- son nombres de sementales que están o estuvieron en la casa y que te recita de memoria con multitud de detalles del orden de “Sí, ese lo tuvo el padre de Juli en su finca de Tudela…” y Zacarías asiente y si en algún momento no salta al quite con la presteza necesaria Zacarías le reclama “¿Verdad, Carlos? ¿Carlos, te acuerdas de…?” y eso que sucede hoy aquí en el Quejigal, doy fe de que pasa igual en muchas, muchas otras ganaderías donde hemos coincidido.

“Yo me incliné por la calidad. Y tengo mis motivos y razones. Luego ya vendrá el trapío, me dije en su momento, y en ello estoy. Ya es el momento”

En uno de los cercados que dan al pantano de Pedrezuela, tres kilómetros de linde con los predios de Zacarías, nos topamos con una vaca recién parida con su rastra de apenas unas horas. Es colorada, fina de cabos, bien armada aunque sin gran aparato, solo el necesario, que no es poco, debe de ser cuatreña… el becerro encamado a sus pies, en realidad pegado al suelo, no se mueve, ni cantearse ante nuestra presencia. La vaca nos da la cara, es evidente que nos considera unos intrusos y no le ha gustado la visita. No nos quita ojo durante unos instantes, inmóvil, amenazante, es como si pensase la defensa más adecuada. Arrancarse o largarse… opta por la más inteligente y se va del lugar dejando el becerro. Se va pero no lo abandona, al contrario, solo piensa defender a la cría y para ello ha decidido que no hay mejor estrategia que distraer la atención de nosotros y disimular el lugar donde está el becerrito. Juan, que hoy ejerce de fotógrafo, aprovecha para fotografiarle antes de que la vaca cambie de planes.

EL DISGUSTO DE MADRID

Estamos en tierra de toros: los Aleas, los Martínez o los Hernández Pla ya citados, ganaderos en esta sierra, tienen sitio en la leyenda grande y pretérita del toreo; y son ahora otros muchos, jóvenes y menos jóvenes, con Victoriano del Río a la cabeza, los que han recogido el testigo del prestigio ganadero de la zona. Victoriano tiene plaza fija en las grandes ferias, objetivo que persigue Zacarías de momento en el campo de las novilladas, tercio del que pronto quiere dar el salto –“para el año que viene hay seis novilladas y he dejado dos corridas de toros que cumplirán a final de temporada”-, lo que hace pensar que su debut en la categoría de oro llegará allá por el Pilar o puede que los deje para lidiarlos de cinqueños con mayor cuajo.

-Veremos cómo viene la cosa. No me quiero precipitar. A Madrid fui a debutar por coger antigüedad -fue el 3 de julio de 2011- y no salí satisfecho. Sufrí mucho. En realidad siempre sufro cuando lidiamos pero ese día más, ese día además no salí nada satisfecho. No era el momento de haber ido, me precipité.

-¿Entonces por qué…?

-Fui porque a mi padre, que era mayor, aunque no lo manifestaba le hacía gran ilusión y quise darle esa satisfacción. Para él, que había tenido poco menos que saltar las tapias para entrar en Las Ventas, verse anunciado y tomar antigüedad era muy importante. Luego le supuso un disgusto.

-¿Tan mala fue?

-A mí no me gustó pero hubo a quien sí. Fue mansa pero iban al caballo como tiros, incluso hubo varios que derribaron. Días después me disculpé con El Rosco, lo siento le dije; y me felicitó, me dijo que yo había llevado una novillada como debía ser, solo que los novilleros eran malísimos. No me consoló, no tenía razón.

Poli, por el que Zacarías siente auténtica devoción, vive para la ganadería, sin horas y tiene un don especial. “Te puede adelantar si una vaca va a parir ese día o el siguiente, si está mamada o no lo está, cuenta y recuenta los hatos con una facilidad increíble… se puede decir que tiene la ganadería en la cabeza”

La posnovillada, recuerda, fue dura y aquello le supuso más de quince días sin conciliar el sueño. “No encontraba consuelo… Yo disfruto mucho la ganadería pero también la sufro”, asegura; y lo tradujo en toda una invitación al cambio. Aquellos encierros tan fuertes, tan ventorrillos, en Arnedo, en Villaseca, en Chinchón que había lidiado por ese tiempo, novillos que eran toros… le señalaban un cambio de rumbo. Y en ese momento aparece Daniel Ruiz en escena, al que le compra prácticamente dos camadas de eralas sin tentar, además del toro Enemigo-18 en primer lugar y el Artesano-33 poco después, que dieron muy buen juego aunque las crías del primero tenían poca cara.

-Con los productos de ese Enemigo-18 Poli se mosqueó y me avisaba, no nos van a querer ni en Guadalix. No iremos a las plazas grandes. ¡Ni a la monumental de Guadalix!, insistía. Así que quité ese Enemigo que lo daba todo gacho y comencé a incidir en las caras.

El cambio de rumbo contó con la ayuda de Domingo Hernández, su amigo de siempre que ya le venía prestando sementales y que a partir de ese punto incrementó el respaldo. Una de las acciones clave es un lote de erales con el hierro de Vega de Algodor, que es otro hierro de la familia de Domingo, además de dos docenas de vacas, que fueron prácticamente un regalo de casa tan amiga. De ese último envío de novillos saca seis sementales de los que cuatro siguen padreando en la actualidad. “Aquel lote estaba bendecido”, resalta Zacarías. “Además de los que aprobamos, varios de ellos, de los que no me quedé, los tentamos en público, en una acción de carácter benéfico, y fueron extraordinarios, pero los desestimé por gachos, aunque dieron juego para haberlos dejado”.

LA INFLUENCIA DEL HÁBITAT

Hemos trasladado la charla a los salones de la casa. Al rescoldo de una calefacción impecable que redondea el confort campero. La charla va de un lado a otro, se habla de lo divino y de lo humano siempre que tenga que ver con el toro. De la orografía mismamente, el hábitat siempre se aseguró que tiene su influencia, mucha, en el desarrollo de los animales, que en el caso de los toros acaba traduciéndose en trapío. Zacarías ya tiene su experiencia en el tema.

-Yo me traje aquí las vacas que tenía en Chinchón y muy pronto noté que las crías ya no se desarrollaban igual. Ahora en ocasiones me llevo novillos en sentido inverso, de aquí a Chinchón, y allí siempre se ponen más gordos. El frío tiene esos efectos.

-Con esa misma teoría aquí en la sierra lo mismo sacan más pitones.

-Es verdad. En eso estoy, es un camino que voy haciendo. En ese aspecto voy recuperando mejores caras. Durante varios años, como te dije, quise olvidarme de ese tema. En la selección primaba la calidad sobre el trapío y dejé a un lado el tema de las caras y ahora ya, con la calidad asegurada, voy a por el trapío y eso depende mucho de los pitones. Las hijas de aquellas vacas y del Enemigo-18 ahora y aquí desarrollan más pitones.

“No encuentro el becerro de la vaca colorada que trajimos de El Beato pero no hay problema, la vaca está mamada”, dice Poli, y la conclusión es tan lógica como definitiva: si le ha mamado a la madre es señal de que está bien. Y estaba bien, poco después apareció tan pimpante enramado en un soto

-En lugares estratégicos del salón luce el hierro de la Z, la zeta de Zacarías naturalmente, porque hay más zetas.

-Está la de Zalduendo y estaba la de Conradi con la que ahora hierra los caballos.

-Eso puede traer conflictos.

-Están superados. Los hubo con el representante de las marcas y las patentes de Zalduendo, no con Fernando, con el representante, pero los tribunales nos dieron la razón porque son zetas muy distintas, porque yo me llamo Zacarías y porque además le pusimos una corona arriba que hacía los dos hierros totalmente distintos.

ENTRE SANTA COLOMA Y DOMECQ

La charla gira hacia los comienzos. La vocación ganadera de Zacarías viene de su afición al toro como un sentimiento global. Cada cosa a su tiempo, primero quiso ser torero, aventura en la que prosperó mientras fue un juego y se desbarató decididamente en cuanto su padre entendió que iba en serio y todas las ayudas y puertas abiertas que había encontrado hasta entonces de los amigos de su familia se convirtieron en obstáculos. De aquellas actuaciones quedan muchos recuerdos bonitos y, entre ellos, la tarde en que se inauguraron los andamios nuevos de Morata alternando con José Luis Algora, con el que años después coincidiría en el ámbito ganadero.

-Yo no sé si hubiese valido, supongo que no, que si de verdad hubiese tenido corazón hubiese seguido, pero afortunadamente, ahora digo afortunadamente, me paré y aquí estoy.

Hizo camino ¡y qué camino! en el sector de la aeronáutica, de tal manera que en estos momentos su empresa tiene convenios directos de mantenimiento con compañías tan relevantes a nivel internacional como la IAG, que incluye razones tan prestigiosas como Iberia, British, Vueling, Aer Lingus… lo que da idea del vuelo, nunca mejor dicho, que tomó en los negocios. Nada que le hiciese olvidar el mundo del toro, así que cuando su padre, que también había caminado las sendas del toreo en su juventud, decidió apoderar a un chico, a José Luis Triviño, se reanimaron todos los demonios de la afición y de ahí pasaron a comprar becerras para poner a punto al chico y de las becerras al hierro de la Asociación con un lote de vacas y de ahí a la ganadería de la Unión y seguidamente a mirar a las ferias grandes como objetivo.

Aquellos inicios ganaderos fueron con un hierro de la Asociación que le compró a Jiménez Montequi y con vacas de El Ventorrillo allá por 2003. Más tarde llegó a sus manos el hierro de La Gloria, que había sido de Chafick y que en ese momento era propiedad de Ignacio Huelva, además de un lote de vacas extraordinario, más de cien cabezas de Santa Coloma que posteriormente vendió en lo que supuso para los animales un viaje de vuelta a la familia Buendía.

-Estuve a punto de quedarme las vacas de Santa Coloma. Y tenía mis motivos. En aquellos días se lidió en Madrid una corrida de toros muy buena de ese encaste y mi sorpresa fue comprobar que todas las madres de aquellos toros que tan buen juego habían dado las tenía yo en casa. Entré en estado de duda. Tenía las vacas seleccionadas por Chafick y ese detalle por sí solo ya era una garantía. En realidad se trataba de una ganadería hecha, la prueba es que había triunfado en Madrid y yo estaba empeñado en lo de El Ventorrillo… La duda me duró un mes.

Finalmente la oferta de los Benítez Cubero-Buendía le convenció y las santacolomas volvieron a la familia sevillana con la que tanto prestigio habían alcanzado el siglo pasado y Zacarías siguió con su plan.

-Al final te mantuviste en Domecq.

-Pude haber seguido con Santa Coloma ya te digo, pero vino así. Si no hubiese surgido esa venta seguramente me lo hubiese quedado. En el trato ayudó mucho que fuesen ellos, me daba confianza en mi mentalidad de aficionado que aquellas vacas volviesen a los Buendía. Además estaba la influencia de Domingo Hernández, al que siempre le tuve en gran consideración. Era mi amigo de siempre, era uno de los grandes ganaderos del momento y él era Domecq.

-Pero le compraste a Daniel Ruiz.

-A Domingo no le compré porque no quise abusar, porque sabía que me las iba a regalar como siempre me decía, cuando quieras te mando un camión de vacas y lo hubiese hecho, en realidad lo hizo poco después. Aquella decisión mía me supuso que durante unos meses no me hablase, pero siempre tuve sementales suyos.

BUBOSO Y FERMENTADO

Buboso es uno de los sementales estrella de la casa. Lo tentó Domingo y se lo envió formando parte de ese lote de vacas y erales con el hierro de Vega de Algodor, que hemos comentado y que resultó tan decisivo. Era hijo de un treintayseis que Domingo quitó de las vacas porque mataba los becerros, los sacaba a cornadas de los cercados y acabó mandándolo al matadero sin verle las crías, me van relatando entre Zacarías y Carlos. Buboso fue el padre del Alegre, un novillo ya con el hierro de Zacarías que indultaron en San Agustín del Guadalix y ahora está en El Beato cubriendo las eralas aprobadas.

-¿Tienes muy abierta la ganadería?

-Sí, sí. La consanguinidad estará en un ocho o un diez por ciento.

-A Buboso lo tuve varios años sin echárselo a las vacas porque tenía poca cara y me parecía chico, un mono, pero al final me decidí y dio extraordinario. Además, los productos salían con buena cara. En realidad él tenía largura de pitón pero la tenía hacia abajo. Ahora tengo dos hijos suyos con las vacas. Me pasó un poco lo mismo con el Fermentado-5 que me dejó Domingo y tiene su historia.

-Contémosla.

-Fue de sobrero a Elche de la Sierra a una novillada de Julio Benítez, el hijo de El Cordobés. El día siguiente lo llevaron también de sobrero a Puebla de Montalbán y tampoco se lidió. Eran los tiempos de las vacas locas, cuando los toros que salían de las ganaderías ya no podían volver y ese fue el motivo por el que Domingo me dijo que lo dejase en mi casa, que estaba fuera de esas restricciones sanitarias, por si lo necesitaba para otro sitio. Luego no hizo falta y me dijo que me quedase con él, que se lo echase a las vacas sin tentar. Le hice caso y ligó. Dio mucho y bien. Viene de una línea muy buena en Garcigrande, es hijo de Pitero, que fue un toro clave en aquella casa.

EMPATAR ES GANAR

Todos los colegas ganaderos coinciden en que ganar dinero al final de año es un milagro al alcance de muy pocos.

-¿Ganar?… empatar, empatar ya es difícil.

-Habría que preguntarse cómo llevan el tema de los números los que, como tú, están acostumbrados a ganar en sus negocios.

-Los beneficios que tengo con la ganadería son la satisfacción, el disfrute personal y familiar. Tú sabes lo bonito que es vivir este ambiente con tu familia. Con la mujer, con tus hijos… La pasión por el toro es el principal estímulo de todos nosotros. Aquí se me van las horas sin darme cuenta.

-No me has contestado a los números.

-Los números no se los enseño.

-¿En los tentaderos eres muy exagerado en la exigencia?

-Cuando puedo, cuando puedo. Podría quedar muy bien diciéndote que sí, hablarte de muchos puyazos, de la humillación, de la clase… pero todo está en función de lo que estoy buscando. Según de qué familia sean. Si sé que es de una familia brava en el caballo les levanto la exigencia en ese aspecto y las exprimo más en la muleta; y al contrario.

-Grabas, me dicen, en vídeo todos los tentaderos.

-Es importante. Luego, si con el tiempo tienes dudas, puedes acudir a ellos en busca de una información que a lo mejor se te está escapando. Ayuda mucho y en ocasiones te reafirma en lo que piensas.

La tertulia llega a su fin. Queda una tirada hasta Valencia, 73 leguas, diez días a caballo si quisiéramos remontarnos a los tiempos en los que los martínez o los aleas mandaban en las ferias, ahora son 350 kilómetros de coche y queda toda una temporada por delante para seguir hablando, la del ascenso de los zacarías. O eso deseamos.

Fotos: ARANDA

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