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No tenemos Constitución

Carlos Ruiz Villasuso
sábado 15 de diciembre de 2018

El pasado día 6 se cumplieron cuarenta años desde que un día los españoles decidimos que un texto normativo iba a ser el referente de convivencia, se trataba de la Constitución española. Cuarenta años, tantos como los que habíamos vivido sin nuestros derechos y libertades. Y, cuarenta años después, la salud de la convivencia está más dañada por la inoperancia de nuestras clases dirigentes que por la caducidad de la Carta Magna. Y fue la Tauromaquia, con lo que de ella se hizo en España, el primer ejemplo de lo que pasa con nuestra convivencia y nuestra Constitución.

Y lo que pasa es que, acostumbrados a años y años de una alternancia de poder entre dos partidos, estos cometieron errores de bulto al estar necesitados de otros minoritarios y nacionalistas para poder gobernar el país. Las concesiones fueron tantas que, siempre con la Constitución en la boca, se actuaba en contra de ella. Texto de papel mojado, pues las aspiraciones de quienes aportaban votos en Madrid para que PP o PSOE pudieran gobernar, las concesiones a catalanes y vascos se hacían no con la mirada en la Constitución sino con la mirada en el poder.

La escenificación más brutal de que ese texto no era el cofre del tesoro de todos los españoles fue la votación en Barcelona contra la Tauromaquia. Se escenificó, primero, un camino hacia la separación de esta comunidad y el inicio de su deseo de independencia. Segundo, se hizo a pesar de la Constitución y en contra de ella. Y lo peor, con la complicidad del PSOE y cierta retranca de lentitud del PP. El primer golpe al Estado fue esa votación, pues, en lugar de poner freno y abrir un debate y marcar posiciones frente a lo inconstitucional del independentismo, se les complació. Sí. Hablo del primer y brutal golpe a la Constitución y al concepto de España.

Quien no asuma este hecho es, además de un hipócrita, un absoluto irresponsable. Se les dejó hacer a los golpistas, pensando que eso de los toros apenas era una actividad bárbara y anacrónica que tenía la importancia de la anécdota. Recordamos que los votos del PSOE aquel día, sumados a los que votaron sí al toreo, habrían detenido ese golpe. Eso es tan así que nadie quiere hablar de ese día de vergüenza nacional. Bueno. Quizás ahora resulte la paradoja que un partido tildado de fascista reclame esa fecha de vergüenza y ese derecho.

Cada día nos llueven palabras y actos que no vejan solo a la Tauromaquia sino a la propia Constitución. Que no tiene ideología o moral privada o de partido sino que fue hecha para todos y de la que hoy millones de españoles hemos sido expulsados de forma vergonzosa

Porque sigue siendo vergonzoso que los políticos continúen celebrando con boato la Constitución y aferrándose a ella para su interés cuando la Carta Magna ya no es de todos. No es de los más de cinco millones de españoles que asistimos a dos hechos objetivos y crueles. Uno, que los poderes de Cataluña impiden que se celebren toros en esa comunidad incluso después de que el Tribunal Constitucional sentenciara que la prohibición era contraria a la Carta Magna. Vinimos de pasar por la vergüenza de una espera de siete largos años. Para nada.

El otro hecho es que siendo la Tauromaquia Patrimonio Cultural de los españoles por ley y amparado este patrimonio por la Constitución, el toreo está en fase de prohibición en todo el país. No solo no se cumple la Constitución que obliga al desarrollo y fomento de este patrimonio, sino que se está en fase de prohibición. Se prohíbe un patrimonio cultural del que participan directamente en taquilla cinco millones de ciudadanos. Y otros muchos más de otra forma. La pregunta es: ¿es o no es fascismo la suma de los dos hechos descritos?

El toreo y sus gentes no tienen Constitución. Millones de españoles no están amparados, no nos sentimos debajo del paraguas de la Constitución porque ésta ha dejado de amparar nuestros derechos y libertades. Y ahora, que me digan y nos digan alto y claro qué es totalitarismo. De qué nos sirve la Constitución. Para qué tenemos la misma nacionalidad y las mismas leyes, para qué cumplimos con la ley, para qué pagamos nuestros impuestos si somos ciudadanos de segunda en nuestro propio país.

Urge que alguien desde las instituciones levante la voz de forma limpia y clara. Directa. Hoy el público de toros anda con el corazón en la boca a la espera de una nueva prohibición, un nuevo desprecio y un nuevo insulto. Cada día nos llueven palabras y actos que no vejan solo a la Tauromaquia sino a la propia Constitución. Que no tiene ideología o moral privada o de partido sino que fue hecha para todos y de la que hoy millones de españoles hemos sido expulsados de forma vergonzosa.

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