Ahora los ministros (y ministras), dualidad gramatical que dicen necesaria para no dejar fuera a ningún género humano o similar, andan cazando y pescando votos en el panal que sea. El voto es la miel de la política. Y la hiel también. Lo malo es que ponen a recolectar a ciudadanos (¿añado ciudadanas?) a los que se les ve rápido el escaso conocimiento laboral en busca del petróleo que permite caminar a muchos políticos. Y meten la pata (o el pato) como la ministra de Transición Ecológica, complejo oficio con el que hay que andar con mucho tiento. Pues de repente la ministra Teresa Ribera, consciente o torpemente, suelta dos bombas de una tacada que ofende a más de cinco millones de ciudadanos de este país. Así como si te tomases una manzanilla, confiesa que “pondría fin a dos prácticas: la caza y los toros”. Ambas totalmente legalizadas. Y añade: “Me gustan los animales vivos, no entiendo quién disfruta viéndolos sufrir”. Los ministros (y ministras) del PSOE de Sánchez se han puesto en pie de guerra al darse cuenta del estropicio que ha organizado la ministra que, eso sí, se ha reunido, naturalmente, con el partido animalista PACMA. Vale. Sin embargo, el presidente de la Federación Española de Caza ha solicitado en tres ocasiones reunirse con doña Teresa. Y el secretario de la ministra recordó aquel pasaje bíblico en que el Señor le dijo a Pedro: “Hoy mismo, antes de que el gallo cante, me habrás negado tres veces”. Pues tres veces quiso hablar con la ministra y le han remitido (esto tiene arte) a agosto del año que viene. Así está el patio.
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