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Teófilo

Carlos Ruiz Villasuso
sábado 22 de diciembre de 2018

Hacerse a un lado es una gran medida. No dar marcha atrás, que es huir, pero hacerse a un lado, es una medida inteligente. Por razones varias, una de las ganaderías de toros superclase de México, la de Teófilo Gómez, está pregonada en la Monumental de México. Suele pasar o, al menos, es algo que puede pasar. Como nunca me he ocultado, reitero que es una ganadería cuyo embestida en la muleta, la del bueno, ahí queda para ser mejorada, tan mexicana como ninguna, tan exigente por despaciosa, por no admitir otra cosa que no sea el trazo por abajo después de ser enganchado sin toque sino con los vuelos hacia el hocico, permitiendo en la última parte del muletazo la grandeza del mismo: reducir aún más su lenta velocidad.

Ahí está su historia. Pero ahora, hoy, en CDMX y en Insurgentes, está en la lista negra. ¿Por qué entonces traerla con un toro en un día de toros de trapío y en la Guadalupana? Traer un toro a sabiendas de que va a ser objeto de protesta y burla. Lo digo porque el comentarista Fernández Román trasladó al espectador un secreto (quizá se excedió al hacerlo): que por la mañana el propio Morante de la Puebla le había dicho que se lo iban a protestar. Y yo pregunto: ¿es coherente traer un toro a sabiendas de que van a protestarlo? ¿Lo es a sabiendas de que es de una ganadería que La México tiene ahora señalada en negativo?

Forzar por forzar no es coherente. Lo digo en favor de un pedazo de torero tan esperado en México como Morante y a favor de una ganadería, la de Teófilo Gómez, que me ha hecho disfrutar como aficionado… Pero en el contexto actual, un día en el que el torero figura se trae el toro que quiere, hay que querer mejor. No por querer mucho, se quiere mejor. Y a veces querer mejor es echarse a un lado

Se le hace un flaco favor a los ganaderos, es más, se les mete en un compromiso sin necesidad alguna, pues, con el tiempo, las tormentas pasan y lo bueno regresa. No me cabe ninguna duda de que, con el fiasco de toros (serios todos ellos) de la Guadalupana, se podría haber abierto un argumento favorable a lo de Teófilo. Se le podría haber echado de menos, porque lo que faltó en la corrida y en la narrativa de la misma fue algo tan evidente como no contado: de condición no salió ni un toro mexicano. Ese que, al menos dos o tres veces, aun siendo malo, aunque solo sea hacia los adentros, se desliza suave por abajo tras los vuelos de la muleta. A los toros les faltó, sobre todo, mexicanidad.

Tampoco entiendo que el de Teófilo, un toro bajo y bien comido, pero sin perfil alguno por carecer de longitud de pitón, saliera en cuarto lugar, entre un toro acapachado de cuerna pero de buen perfil y gran cuello de Villa Carmela, cuarto, y antes de los tres toros con más plaza de la corrida, los de Barralva, Campo Hermoso y Jaral de Peñas (vareado como suele echar esta ganadería, pero con cara y caja). Fue el chico entre los de trapío. Fue el más chico en todos los sentidos en una tarde de impecable trapío en general. Conociendo la plaza, mejor habría sido por delante, aún con sol, gente de buen talante, y no de quinto, expuesto a la comparativa y a expensas de que el gentío estuviera de buenas o de malas según la tarde. Tampoco se le hizo un favor al toro.

Uno de los ejemplos más claros de ganaderías pregonadas ha sido la de Juan Pedro, el toro artista, que se tiró años y años en la élite sabiendo que no podía venir a Madrid por las mismas razones que ahora lo de Teófilo no puede ir a La México. ¿Por qué, entonces, cambiar el orden natural de las cosas? Incluso creo que una corrida de Teófilo con tres toreros nuevos o desconocidos o sin el peso de la púrpura, sea ahora el mejor escenario para esta ganadería en esta plaza. Otra cosa es en los estados, en donde sin duda saltarán toros y corridas de categoría. Victoriano del Río, en 2003, pegó el petardo del siglo con la figuras en Castellón por lo inaceptable de sus pitones, y en Madrid la mataron toreros de la parte baja del escalafón. Y salió muy buena, por cierto.

Forzar por forzar no es coherente. Lo digo en favor de un pedazo de torero tan esperado en México, y a favor de una ganadería que me ha hecho disfrutar como aficionado de grandes tardes en Aguascalientes, León, San Luis, Querétaro… En Aguas Talavante hizo la que, de las que le he visto, la mejor faena de su carrera, la que le define como torero. Morante quizá la mejor en este país con un toro de esa divisa. Pero en el contexto actual, un día en el que el torero figura se trae el toro que quiere, hay que querer mejor. No por querer mucho, se quiere mejor. Y a veces querer mejor es echarse a un lado.

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