ENCUENTROS CON JOSÉ LUIS BENLLOCH.- FINITO DE CÓRDOBA

Puro Fino

"Yo soy de sentimiento pero no comparto eso de que el sentimiento vive al margen de la técnica. Yo me he dado cuenta de que para sentir el toreo tengo que utilizar la técnica, no me puedo liberar de ella", afirma en un amplio reportaje
José Luis Benlloch
jueves 27 de diciembre de 2018

Charlamos junto a la chimenea, en un ambiente de gozosa valoración. A Fino se le ve feliz. Al acabar el tentadero todo son parabienes. Los toreros, incluidos los más consagrados, los veteranos y los jóvenes, los más introvertidos, los serios, los recogidos y también los más extrovertidos, los efusivos y los recatados, los que están llegando y los que andan de vuelta, los próximos y los que gustan de ponerse el bigote de la distante maestría, todos, no solo gustan sino que necesitan sentir el reconocimiento. Un bien, una enhorabuena, un ¡joder, cómo has estado, maestro!, es alimento para ellos. Nada que ver con el peloteo, tampoco es eso, porque si no es verdad uno se calla y las enhorabuena son escuetas, protocolo con aroma a simple urbanidad y todos saben que es cortesía, que solo celebra el haber salido en bien y entonces la procesión va por dentro y los mozos de espadas ponen en marcha los autos de vuelta y se anuncian compromisos ineludibles para salir najando a rumiar lo sucedido a otra parte. Pero si hay ocasión, como es el caso, se siente la felicidad y se alarga la tertulia. Así que si no lo escuchan lo echan a faltar. Seguro. El ambiente de exaltación de hoy estaba más que justificado. Hay que ver cómo ha toreado este Fino, como si le fuese la temporada en ello. Y en ese punto te acuerdas de cómo acabó el escalafón y te cabreas. Hoy no le iba nada más que la satisfacción personal y la de los amigos, pero ha estado cumbre, desinhibido y muy creativo. Sin importarle siquiera que las vacas fuesen vacas como toros.

-Bien, Juan.

-Gracias.

-Hablemos de la temporada. De la última y de las anteriores. Controvertido Fino, te podría decir.

-Ya. No me molesta.

-¿Tienes asumido que eres torero de contrastes, de grandes broncas y grandes éxitos, de fieles sin límite y de opositores radicales?

-Sí, sí. Por supuesto. Eso es algo que se ha perdido. Actualmente hay un voluntarismo tremendo en el toreo. Para evitar una bronca o para que la gente no se enfade se hace lo imposible ante un animal que a lo mejor a nivel personal no está permitiendo expresar el toreo como lo sientes o es a contraestilo para tu forma de torear, pero se insiste. Esto te crea un sentimiento de infidelidad a tus formas y es muy triste. Te crea un vacío íntimo enorme.

-¿Tú lo haces?

-En ocasiones.

-Prefieres una bronca.

-Antes que la infidelidad conmigo mismo desde luego.

“Actualmente hay un voluntarismo tremendo en el toreo. Por evitar una bronca o para que la gente no se enfade se hace lo imposible incluso ante un animal a contraestilo. Esto te crea un sentimiento de infidelidad a tus formas y un vacío íntimo enorme”

-Entiendo.

-Ocurre que por capacidad técnica tapamos muchos defectos al toro y convencemos a una gente que cada vez sabe ver menos el fundamento y la verdad de lo que es el toreo. Es gente que va a divertirse, que por pagar una entrada tiene derecho a ello y también a decirte cualquier cosa, pero convencerles si no hay caso… no es mi objetivo.

-¿La gente de ahora es más dura?

-No creo. Al contrario. Es más buena que nunca y no me preguntes por qué. Pero a mí me gustaría ver a esa gente enfadada y que media hora después, en cuanto saliese mi otro toro, fuesen capaces de ponerse en pie con el vello de punta. A mí me ha sucedido en muchísimas ocasiones y genera una gran satisfacción.

-Y claro, eso no se olvida.

-Nooo. Te podría decir una tarde en Palencia con una corrida de Fuente Ymbro precisamente. El primero me lo echaron al corral. No veas las cosas que me decían. Incluidas las señoras de barrera. Me decían de todo. Yo no quería hablar con nadie ni nadie vino a hablar conmigo. Sólo Ricardo se me acercó y me dijo ¡Ánimo, el otro tiene muy buena nota! Conesomebastóyenesepusea todos de acuerdo, le hice una de las faenas más grandes que he cuajado en esa plaza.

-Qué te decían entonces.

-Lo mismo o más que en el primero, pero al revés.

SENTIMIENTO SIN TÉCNICA

-¿Tú eres más de técnica que de sentimiento o…?

-Yo soy de sentimiento, pero… Te diría también que no comparto eso de que el sentimiento vive al margen de la técnica. Yo me he dado cuenta de que para sentir el toreo tengo que utilizar la técnica, no me puedo liberar de ella. Si estuviésemos a la orilla del mar, en una playa o en la plaza del Cristo de los Faroles con Vicente Amigo y su guitarra te diría… José Luis hoy no es necesaria la técnica, hoy con el sentimiento me basta para mover los engaños pero delante de un animal bravo, con esa fuerza bruta y ese trapío que tienen, difícilmente podría expresar mi toreo sin la técnica. Yo apenas recuerdo algún toro que me permitiese torear sin ese apoyo.

-Las temporadas últimas han sido excesivamente breves y/o apartadas de las grandes citas donde estuviste tantos años. ¿Qué te hace falta para poner esto donde debe estar?

-Salud… y mantener la ilusión. Con salud e ilusión todo es posible. En los años más fuertes, cuando toreaba más de cien tardes, todos, hasta el chófer, se preocupaban de las fechas que teníamos, yo no, eso son solo números y en el toro no valen los números, en esto nada es seguro. Aquí hay que vivir día a día, toro a toro, al primero le puedes cortar el rabo y hasta perdonarle la vida y el otro puede que te la quite a ti. Así de duro y así de grande es el toreo. Por eso pido salud e ilusión. A partir de ahí todo es posible.

-Es diciembre, como quien dice estamos en vísperas de Fallas, supongo que sueñas con Valencia.

-Valencia me ha dado mucho desde aquel debut con la novillada de Salustiano Galache que me abrió todas las puertas. Más tarde, ya como matador, recuerdo haber cuajado grandes faenas pero tengo la espina de no haber abierto la puerta grande. También tuve tardes en las que no estuve a la altura de las circunstancias.

-Y se enfadaron, claro.

-Es una afición que tiene respeto a los toreros y cuando se enfada es porque aquello no ha funcionado como debía.

Habla pausado, como pasando revista a las vivencias en la capital valenciana desde aquel día en que llegó y enamoró cuando apenas era un novillero incipiente, con las mejores referencias pero incipiente, que salió consagrado una tarde de julio.

-Al principio de matador me pesaba mucho Valencia. Aun toreando cien tardes cada temporada y haciendo América sin interrupción, cuando llegaba a Fallas me pesaba muchísimo, veía la plaza enorme, el toro más grande que en Madrid, en donde, por cierto, entonces llegábamos con veinte corridas de toros… pero los últimos años la he disfruta-do -a Valencia-, no he tenido presión, he sido feliz cada vez que me han anunciado…

“Yo soy de sentimiento, pero no comparto eso de que el sentimiento vive al margen de la técnica. Yo me he dado cuenta de que para sentir el toreo tengo que utilizar la técnica, no me puedo librar de ella”

-¿Y el toro, también lo viste muy grande?

-Lo he visto más armónico, más en tipo. Y en esas condiciones hay más posibilidades de que embista. De esa forma, con ese toro, gana la Fiesta.

Estamos en diciembre y Fino torea a diario. De una finca a otra apenas deja días libres. Lo hace con el boato de las figuras, lo que corresponde, esa es su cultura, lo que se lleva en el alma. Bien vestido, unas veces de corto, otras de civil, mozo de espadas, banderillero, un auto de lujo, el admirador que se suma al grupo… Es un rito obligado.

-Mi ilusión es estar en las ferias y hay que estar a punto. Disfruto haciendo campo, no me cuesta, no desconecto, nunca lo hice. Torear y hacer campo es una pasión para mí. Actualmente son muchos los ganaderos que tientan por estas fechas. Antes había que esperar a febrero e incluso a marzo.

-Tendrás que llevar una agenda encima.

-Hombre, no tanto.

La temporada pasada toreó catorce tardes. Prácticamente en solitario o al menos alejado de las casas grandes, sin la atención debida de las grandes firmas.

-Comencé la temporada con Antonio Sanz, con la ingrata sorpresa de que después de tres corridas de toros tuve que dejarle. A día de hoy siguen sin liquidarse esas tres tardes. Esa es una situación que se produce con frecuencia en el toreo y hay que denunciarlo. Es importante que se sepa. Yo me siento orgulloso de haberme jugado la vida muchas tardes, unas salieron bien y otras no tanto, también de haber tratado bien a los empresarios que merecen respeto por lo que han sido capaces de hacer por el toro. A esos, cuando han llegado los momentos en que ha habido que ayudarles, les he ayudado pero cuando se actúa mal, de una manera baja, cuando sucede lo que sucedió en Cabra, no lo acepto.

-Entiendo.

-En Cabra hubo una buena entrada, la suficiente para que todos hubiésemos salido contentos pero desgraciadamente no se me liquidó. Por lo que me cuentan alguien llegó y se llevó la taquilla pero esa excusa siendo él mi apoderado y el empresario de la corrida no me basta. Por ahí no paso. La historia se repitió al día siguiente en San Clemente y luego en Almedinilla, así que puse punto final.

Me cuenta que luego surgió Juan Sánchez, un empresario joven, al que le muestra gran reconocimiento: “Y me salieron los números. Se acordaron unas condiciones y se cumplieron. Ojalá hubiese muchos como él”; y no se olvida de El Güejareño, al que califica de empresario formal que le ayudó a sacar la temporada adelante.

“Hay que vivir día a día, toro a toro, al primero le puedes cortar el rabo y hasta perdonarle la vida y otro puede que te la quite a ti. Así de duro y así de grande es el toreo. Por eso pido salud e ilusión. A partir de ahí todo es posible”

-Hubo dos citas importantes: Madrid y Córdoba.

-Las disfruté mucho. Necesitaba estar en Madrid después de dos años. Sabía que me estaban esperando. Eso se siente, te lo transmiten las gentes y las redes. Luego sin tener suerte en el sorteo para poder alcanzar un éxito rotundo fue una tarde bonita. Recuerdo veinte muletazos que la gente supo captar y sentí el respeto de Madrid. A estas alturas de mi carrera que te dejen expresarte como lo sientes y que te respeten es muy importante.

-Córdoba fue otra satisfacción.

-La de Córdoba fue una gran tarde. Una más de las muchas buenas que he tenido en mi tierra. Ganó el toreo. José Antonio -por Morante- cuajó un toro como él sabe hacerlo y Andrés -por Roca Rey- con un lote más complicado estuvo a gran altura. La gente salió de la plaza toreando. Hubo mucha gente joven que se fue con la ilusión de volver. Fue muy especial. Me gusta ver gente joven en la plaza.

-Y que te conozcan en tu mejor versión.

-Desde el toro de Cuvillo que cuajé con la mano izquierda, para el que llegaron a pedir el indulto, no había habido suerte. Esta última ha sido una de esas tardes que necesitas para ilusionarte. Córdoba es la plaza en donde más responsabilizado salgo. Mira que Madrid pesa, Sevilla también, pero Córdoba aprieta mucho. Me siento presionado como en ninguna otra plaza. Se me quiere, se me entregan como en ninguna otra parte cuando las cosas salen bien, pero cuando todo se pone en contra la exigencia es tremenda.

-Los amores reñidos son los más queridos.

-No soy el más indicado para hablar de lo que es la a ción de Córdoba con sus toreros, según la historia ha sido tremendamente dura, la más exigente. Pero no es mi caso. Yo me siento un afortunado. Tengo seguidores que me mani estan una delidad absoluta. Recientemente celebramos el 25º aniversario de mi club taurino y no solo mantienen esa lealtad sino que se la han transmitido a sus hijos y a los más jóvenes.

-¿En esa travesía de los últimos años te has sentido solo?

-Más que solo me he sentido decepcionado. Yo he sido el a una forma de interpretar el toreo y a un concepto de vida, para bien o para mal, unas veces he estado más afortunado que otras, pero ya todo el mundo me conoce. Cuando un animal me ha permitido hacer el toreo como sé hacerlo y me ha cogido con la mente despejada se ha puesto todo el mundo de acuerdo más allá de que fuesen de Finito o no, porque al nal uno no deja de ser a cionado. Esa es mi mayor satisfacción. La pena es que haciendo lo posible para que eso surja como sucedió cuando estaba en manos de Simón, no se me abrieron las puertas. Creo que me merecía una explicación al menos. Me acosté muchas noches pensando por qué, por qué… si di muchas tardes buenas en Valencia, Córdoba, Málaga, Madrid, las dos matinales de Nimes que fueron mis mejores actuaciones en Francia… ¿por qué entonces no se me abrieron las puertas?…

-¿Señalas a Simón?

-No. Al contrario. Yo sé de su categoría personal y profesional. Sé de su sensibilidad y de lo que es capaz de hacer como me demostró cuando me cogió estando yo en un momento muy bajo. Pudo haber escogido a otro compañero en un momento más alto pero me escogió a mí. Me rescató aquella tarde de Santa María del Mar, cuando bajó del tendido para decirme que si era capaz de estar en las ferias como había estado allí me iba a ayudar y los dos cumplimos. Me llevó a las ferias y yo respondí. Los dos pusimos la ilusión necesaria. No me re ero a él.

LA MEJORÍA DEL TORO

-Veintisiete años de matador y cuatro de novillero. Es este Finito mejor que el de aquellos tiempos.

-No sabría decirte. Todas las etapas han sido buenas aunque de la manera que puedo cuajar un toro ahora está claro que no lo podía hacer en mis principios ni en mitad de la carrera. Entonces se veía que si tenía suerte y el toro me respetaba podría llegar a esto pero no lo toreaba como ahora. Lo que habla de la dimensión de esta profesión es que cuando llega el día nos vamos sin haber aprendido todo. Todos los días se aprende de uno mismo y de los compañeros. Cada animal es distinto, tiene reacciones diferentes, transmiten una cosa diferente y sí, hay semejanzas pero todo es distinto.

-¿El toro ha cambiado mucho?

-Muchísimo.

-¿Para bien?

-En lo que se refiere a nobleza, humillación, calidad… se ha perfeccionado muchísimo, si no, no se podría torear como se torea. Sobre esa cuestión se podría crear un debate sobre si ahora se torea mejor que nunca… porque se dice que sí pero es muy relativo. El toreo se ha perfeccionado muchísimo en lo que se refiere a la estética y para torear así hace falta un toro que roce la perfección, de lo contrario no sería posible torear con tanta plasticidad.

-Definámonos, Juan. ¿Se torea mejor o no?

-Yo creo que se ha toreado muy bien en todas las épocas. Lo que ha ocurrido es que el toreo ha evolucionado como ha evolucionado la propia vida.

-Algún inconveniente tendrá este toro en cuanto no ha logrado liberarse de tanta crítica, al final es el pagano de casi todos.

“Todas las etapas han sido buenas, aunque de la manera que puedo cuajar un toro ahora está claro que no lo podía hacer en mis principios ni en mitad de la carrera. Entonces se veía que si tenía suerte y el toro me respetaba podría llegar a esto”

-Yo creo que el toro de ahora se prepara demasiado. Los ganaderos se ven cargados por una responsabilidad y una exigencia tremenda por un sector que al final está al margen del toro, gente que tiene una acción directa pero que durante el resto del año tienen sus respectivas profesiones en otro mundo que no tiene que ver con el toro. Y me parece cuanto menos chocante que unos señores que no son profesionales nos digan a los profesionales delante de qué toro nos tenemos que jugar la vida y cómo ha de ser ese toro. Esto es más sencillo, ustedes como veterinarios me tienen que decir si la corrida está en buen estado físico, pero del volumen, del trapío, deje que decidan los profesionales. Piden quinientos o seiscientos kilos, muchos pitones… pero resulta que en muchas ocasiones ese tipo de toro no permite el lu- cimiento, ni siquiera nos asusta… Lo del trapío es muy subjetivo.

A esas alturas de la charla Juan habla seguido como si el tema lo tuviese tremendamente claro, que lo tiene.

-¿Por qué un toro debe ir dos veces al caballo o tres si a lo mejor en el segundo puyazo se produce una merma que nos impide ver veinte muletazos extraordinarios?… No se entiende vistas las consecuencias. Nos tendrían que dejar más libertad. Yo cambiaría muchas cosas del reglamento. Por el bien de la Fiesta.

-Estábamos en si se torea mejor que nunca…

-Los toreros tenemos más mérito que nunca. Me lo han reconocido muchos toreros de los años sesenta, figuras y menos figuras. Para ponerse delante del toro de hoy hay que tirar de mucha técnica. Este toro tiene grandes virtudes pero tiene un poder físico que hasta poderlo dominar hay que recurrir a una técnica tremenda y solo si al final eres capaz de someterlo y de ahormarlo, solo entonces siempre y cuando tenga buen fondo, puede que haya dos, tres tandas, que te permitan expresar como hace veinte años se podía hacer inmediatamente después de banderillearlo.

-Pero…

-Ahora parece que sale picado o con las fuerzas limitadas y en bande- rillas crece dos cuartas. La gente pide eso, movilidad, durabilidad y acome- tidas, pero yo prefiero veinte pases bien pegados que ochenta a toro pasado. Las faenas duran muchísimo, son faenas de muchos muletazos pero la mayoría de ellos dicen poco. Yo me pongo en primera persona. En muchas faenas mías también sucede y eso habría que cambiarlo.

-¿Quién te ha dolido más: el sistema, los compañeros…?

-Me duele cómo está esto. Los compañeros, unos sí y otros no. He recibido apoyos en privado que no me sirven. Prefiero la franqueza. Y en ocasiones clave para el toreo ha faltado unión y decisión. Yo he estado en reuniones en las que participaban doce o catorce compañeros que eran imprescindibles para organizar una feria en cualquier parte del mundo y de lo que se habló no sel levó nada a cabo. Si me dicen que defienden otras cuestiones me parece muy bien pero el sector está como está y pide soluciones que no llegan. Falta criterio y una voluntad de unión sólida. Si es que hay compañeros que torean ferias de máxima categoría que no les queda para un vestido de luces y encima se les exige como al que más.

-El futuro pasa entre otras cuestiones por conquistar a los jóvenes, en Córdoba me dijiste que viste muchos en la plaza.

-Sí, sí. Hay que hacerlo. Se habla de unión en el sector pero yo no la veo por ningún lado. Nunca hemos sido muy propensos a fomentar los valores de esta profesión, que son muchos. Fuera de nuestro país incluso lo han hecho mejor que nosotros. La promoción es importante.

Hay que insistir. Este es Fino, tan Fino como siempre.

Ese Fino, ese maestro

En los tentaderos la maestría de Fino se desborda. Diría que a la intimidad propia de las faenas de campo le añade un perfil de espectáculo deslumbrante para el que cuida hasta el último detalle empezando por la indumentaria que lo mismo se inclina por lo más clásico, calzona corta, botos bien lustrados, prohibida la arruga, un alancha de perfecto encaje, fajín que resalte el talle… que apuesta por líneas más actuales que es el caso de hoy. Se podría decir que quien no ha visto tentar a Fino no sabe lo que se ha perdido. Se le ve estimulado, arriesga, hace exhibición de técnica, transmite el entusiasmo, dirige y se implica en las labores del ganadero y hasta en la enseñanza de los jóvenes a los que trata con una proximidad de compañero. Las vacas más fuertes, decisión pactada con el ganadero, son para él, las de hoy tienen cuajo de toro, que son las que dan, las que ayudan a la puesta a punto. La dirección de la lidia y los consejos los extiende a su banderillero Rafael Rosa y al joven Miguel Polope, que ha llegado de Valencia y trae cartel de torero especial de los que debe gustar a Fino.

La colocación de las vacas se convierte en un ejercicio de geometría y estrategia que Fino domina a la perfección. También cabría hablar de economía e inversión, las vacas deben colocarse con los capotazos justos, lo que no quiere decir que necesariamente deban ser pocos,que también, (economía) solo los justos, porque si hay que darle se le dan (inversión), eso sí, sin caer en la vulgaridad, y luego uno se tapa en el burladero de la contraquerencia si hay que exigirle o en el del picador si hay que ayudarle o a los lados si hay que corregir algún vicio o la vaca anda distraída y todo eso que parece cuestión sencilla exige un talento especial que cuando no se tiene se nota hasta la desesperación y se traduce en desorden.

Hoy pica Kiko el Patilla, eficaz y campero; Alfonso, el mayoral, aparta las vacas, lee los números, documenta lo que haya que documentar, va la 780 del Fulano; las labores de tienta ya dije que se las reparten el propio maestro, su hombre de confianza Rafa Rosa y Miguel Polope. A una utrera gorda como un cochino le cuaja el cordobés un arranque de faena que ha puesto el palco de invitados y el de los aficionados en ascuas; Rosa brega con exquisita templanza cada vez que el matador le requiere con la mirada en un ejercicio de compenetración que viene en los tratados de todas las tauromaquias, una mirada debe bastar; Polope poco a poco rompe la presión que supone alternar con el maestro y cuaja momentos de lo más toreros, atiende lo que le dice y aplica sus recomendaciones. “El chico escucha”, celebran todos cuando hace lo que le ha dicho el maestro, ya se sabe que hay chicos, y hasta mayores, que no escuchan y no siempre porque estén lejos o prefieran hacer caso omiso, sino porque la tensión les convierte en sordos y eso es bien sabido que no es buen síntoma. Polope escucha y eso es como comenzar por donde se debe comenzar. Seguidamente toreó con la serenidad y el buen gusto del que venía acreditado. Es torero elegante, de corte vertical, de acusada personalidad, ya escribí un día que si cuaja, si persevera, si tiene suerte, si no se desvía, si le ayudan, si, si, si… -¡cuántas cosas se deben reunir para sacar un torero! lo dicho más que para sacar un Papa- será de los que genere adictos.

Hubo aficionados de tapia -¡que no falten!- y al acabar volví a recordar los números del escalafón y seguí lamentándolos. ¡Ese Fino!

Fotos: ARJONA

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