La Fiesta de los Toros, que es sin duda el hecho cultural español por antonomasia, no ha merecido la mínima atención en los premios otorgados este año por el Ministerio de Cultura. Y defendiéndola, uno se arriesga a que lo tachen de “facha”. Así estamos y con estos bueyes no tenemos más remedio que arar, porque vivimos una época en la que los políticos de nuestros pecados se creen con derecho a elegir y conducir hasta nuestros gustos y aficiones. Y lo peor es que a esa dictadura espiritual a que nos someten, ellos le llaman democracia. Y aquellos que no se resignan a inclinar la cerviz ante sus imposiciones, los motejan de “franquistas” y a los aficionados a la Fiesta Brava en general nos engloban en la “derechona”, en término popularizado por Paco Umbral. ¡Si García Lorca levantara la cabeza! No digo que se apuntaría a VOX pero desde luego que no se sentiría cómodo en las filas del sedicente izquierdismo actual.
Desprecian y ningunean, con una obcecación enfermiza, todo lo relacionado con el Universo Taurino, por autóctono que sea y por muy enraizado en el carácter y en la cultura de España que esté. Si en los Estados Unidos de América, en vez de bisontes hubieran encontrado toros bravos en sus extensas praderas, y allí hubiera nacido el toreo, seguro que Gary Cooper, Yul Brynner, Jhon Wayne, William Holden, Burt Lancaster, Rock Hudson y hasta James Dean, en vez de interpretar a los caballistas, abigeos y sheriffs del Oeste Americano habrían popularizado en el mundo entero la Fiesta de los Toros, dándoles vida en el celuloide a sus héroes vestidos de luces. Y las hazañas taurinas de “El niño de Michigan”, “Chiquito de Arizona” y “Morenito de Boston” serían conocidas y admiradas en todo el globo terráqueo.
Pero claro, el toreo ha tenido la mala suerte de nacer en un país donde cualquier politiquillo de vía estrecha y raquíticas entendederas, puede ponerle palos a las ruedas de la calificada por Federico como “la Fiesta más culta”. Aunque ya se sabe, no hay que hacer mucho caso. Son cosas de “fachas”…
