El alcalde de Olot ha respondido a la noticia sobre que la Fundación Toro de Lidia va a solicitar al Ayuntamiento que preside permiso para dar una corrida de toros, que de eso nada de nada, que le importa un pimiento la legislación vigente. Vamos, que se pasa lo que diga el Tribunal Constitucional por el arco de triunfo. Con dos cojones. Como el alcalde de Móstoles los tuvo para declararle la guerra a Napoleón, al señor Corominas le sobran para desafiar las decisiones del más alto tribunal, que entiende y decide sobre los derechos constitucionales de los ciudadanos españoles. Y garrulo él, siete machos él, razona que si el derecho a dar toros en Olot fuera tan claro no le pedirían permiso a la corporación municipal. Toma del frasco, Carrasco…
Para que se vaya enterando la FTL de con quién se juega los cuartos. No se llama el primer edil del hermoso pueblecito de la Garrotxa catalana Paco-Jones-Menda, pero como si se lo llamara. Ya lo sabe usted don Victorino, que sus toros comparados con el encastado alcalde son gatitos maulones. Que aquí quien manda, manda, y cartuchera al cañón. ¿O acaso se había creído usted que las leyes están para cumplirlas y no para ignorarlas y despreciarlas?
Claro que el excelentísimo señor alcalde de Olot, puesto a desafiar al Estado de Derecho, debería recordar también que la Guerra de la Independencia contra las fuerzas invasoras napoleónicas, que comenzó con la arenga del alcalde de un pueblecito como el suyo (Móstoles, por cierto), era otra cosa. Y el Gran Corso acabó huyendo a través de los Pirineos, de regreso a su dulce Francia, corriendo como gato que le cortan el rabo…
Ahora la situación podría reproducirse, pero a la inversa, y su flamenquería pasar a la historia de la Tauromaquia como el inicio de la reconquista de Cataluña para la fiesta de los toros.
