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La estrategia del desgaste

Carlos Ruiz Villasuso
domingo 27 de enero de 2019

En una reunión mantenida entre Teresa Ribera, ministra de Medio Ambiente, y miembros del PACMA, el animalismo radical, cuando trataron de la Ley Cero (cero caza, cero pesca, cero corridas…), fue la propia ministra la que mostró la estrategia a seguir para que no se puedan celebrar corridas de toros en España. Mientras el PACMA insistía en la necesidad de la prohibición, desde el Gobierno les insistieron en que con las sentencias actuales del Tribunal Constitucional sobre la prohibición catalana, y otras tomadas por distintos tribunales, el asunto de la prohibición era mala estrategia. Porque si de lo que se trataba era de impedir las corridas de toros, esto se podría lograr de otra forma. Impedir con una estrategia de estrangulación para lograr un descenso de público a tal nivel que su prohibición no causara revuelo social alguno. ¿Cómo? De dos formas.

La primera es que ya que las administraciones autonómicas tienen transferidas potestades en distintas materias como concursos de licitación, pliegos, seguridad, sanidad y otras, se trataría de ejercerlas de forma negativa sobre las corridas de toros. Redactar pliegos de condiciones con requisitos económicos inviables. No conceder permisos en los inmuebles (plazas) por cuestiones de no habilitación, no seguridad, etc., una cuestión no tan difícil, pues los cosos taurinos son de añeja construcción y algunos no están acondicionados para las normativas de seguridad actuales.

Si de lo que se trataba era de impedir las corridas de toros, esto se podría lograr de otra forma. Impedir con una estrategia de estrangulación para lograr un descenso de público a tal nivel que su prohibición no causara revuelo social alguno. ¿Cómo? Haciendo que las administraciones autonómicas ejerzan de forma negativa las potestades que tienen transferidas en distintas materias

Este es el escollo que ha de salvar esa buena iniciativa de aficionados, peñas, toreros locales y FTL después de haber presentado solicitud formal para celebrar en Olot (Gerona) una corrida de toros. En Olot y en más lugares, pues la estrategia de impedir (no de prohibir) las corridas ya se puso en marcha hace años en una especie de pacto o acuerdo entre PSOE y Podemos, que decidieron no hablar de prohibir, fea palabra para el voto, pero sí de impedir. De hecho, dos de las plazas que tienen el mejor potencial social y económico, Madrid y Zaragoza, son economías en la línea de los números rojos, no porque no sean rentables, sino porque las condiciones económicas son absolutamente brutales.

Madrid, entre dinero y especies, da a la Comunidad más de tres millones y medio de euros al año. Zaragoza acaba de aumentar la renta del coso de forma disparatada, a los niveles de hace veinte años, la era Beltrán, cuando en España pagabas un café y dejabas como propina el precio de tres. Los ingresos multimillonarios de la Comunidad de Madrid en los últimos veinte años la han hecho ser el inmueble de propiedad pública más rentable de Europa. Y sin embargo, su propietaria ha sido incapaz de tenerla en estado de revista para cumplir requisitos y poder celebrar festejos de todo orden para su mejor explotación. En realidad, ninguna plaza de propiedad pública ha invertido parte del dinero que ingresa su propietaria en acondicionar las plazas de cara a una mejor explotación.

Y ese será el problema de Olot y de Pernambuco. Que puede que la estrategia de la ministra Ribera, impedir para prohibir, sea la acertada. Una estrategia de desgaste a medio plazo con la que no parece contar, o no nos consta el mundo del toro. Un espectáculo que cada vez se sostiene más de forma exclusiva con la taquilla, pero ésta no da para pagar arrendamiento, permisos, costes, honorarios, etc. Un problema económico que cuando lo dice servidor, hay risas, y cuando lo dice Simón Casas, no las hay porque se disimulan. Pero Casas da en la llaga.

Seguro que tenemos otros problemas, pero no hay duda de que el sistema económico actual del mundo del toro es fruto de dos cosas: de la estrategia política de desgaste y de la falta de reflexión del sector. No podemos subir más los precios de las entradas porque ya no somos competitivos con otros espectáculos de ocio. Existe esa estrategia de meternos en la manga de la estrangulación económica. Aderezada con otras como la de no poder publicitar el espectáculo, de tachuelas en cada paso que damos.

Pregunta. ¿Por qué el modelo económico del abono ya no es suficiente? Entre otras cosas (podemos anotar calidad de la oferta, reiteración…) porque existe un descenso de compra de abonos porque sus precios no son competitivos con otras ofertas de ocio en un mundo donde los parámetros del ocio han variado. Sumen los mensajes antisociales del maltrato animal, el cerco en redes sociales y otras pautas antitaurinas y verán, con nítida claridad, una estrategia inmaculada y perfecta contra las corridas de toros.

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