La página de Manolo Molés

Calderilla para la Fiesta

Manolo Molés
domingo 27 de enero de 2019

Veinticinco días en Colombia, dos ferias grandes, una menguante y la otra creciente, un mínimo de seis horas de radio hablando de toros, los contrastes en Colombia también se notan. Cali quiere volver a crecer pero es una tercera parte de lo que llegó a ser. Y deseo con toda el alma que vuelva a aquella gloria que la hizo y la convirtió en la mejor, y mayor, feria de todo el continente americano. Hubo años de empezar el 25 de diciembre y acabar el 5 de enero. Y hasta se añadieron tres espectáculos nocturnos. Años de vino y rosas cuando se trabajó bien al cliente y también cuando no existía el estúpido furor ¿uterino? de las deformadas mentes de tantos políticos huecos. Veo cómo un alcalde de Medellín se carga la miniferia, también es verdad que todo se hizo mal desde hace tiempo en esa bella ciudad, ahora animalista y otrora cuna del narco, el dolor -la vida no valía un euro-, la guerrilla, la droga, la gente buena, la escoba de Escobar, amo de Envigado, sangre, dolor y lágrimas; y ahora un amanece llena de esperanza, una ciudad hermosa, con un alcalde que juega a dos barajas. Como tantos políticos. Los antis campan por sus no respetos y los alcaldes hacen el pino para lograr no sé qué votos. En Bogotá, el tal Petro, que en paz política descanse, se cargó la Santamaría, que es como sellar Las Ventas para la Tauromaquia hispana. Por suerte, Petro encontró su piedra y perdió el sillón municipal. Pero tiene herederos.

El ahora alcalde de Medellín dice y hace pregonando que el toro no cabe en su territorio. Amos y señores de voluntades ha dicho que él está aquí para defender el bienestar animal. Pero debería también defender la ley y la libertad. En Colombia no está, repito, prohibida la Fiesta. Y no la puede sellar un alcalde ni mil. Pero así va la vaina, que diría un amigo de ese Medellín al que dejan sin feria. El alcalde de Bogotá, otro sesgo: “Yo no puedo prohibir los toros en la Santamaría porque es un espectáculo aprobado por el Parlamento”. Habrá feria en Bogotá pero todo son palabras a medias.

Si te asomas a la ventana te vas a encontrar que el marrajo de la política se está afilando el pitón. Joder. Y para confirmarlo ahí llega Pedro Sánchez, rebusca en sus bolsillos las perrillas que le sobran de los viajes y para los toros: dos reales y una afrenta. Yo se los devolvía. El toreo nunca lloró en la esquina de los mendicantes

Por eso vive Cali, ¡viva la provincia!, docenas de pueblos muy dignos y no ricos se solazan a menudo con la fiesta de los toros. Los ricos dan por el saco. Los currantes se desviven por los toros. Me fío más del que suda al sol con el café, el plátano, el lulo, la guayaba, el tomate de árbol, el maracuyá, el mango, la guanabena, el borojo…, que del político manipulador o del anti gilipollas. Pero ya saben que hay de todo en la viña del Señor. El paraíso taurino es Manizales. Lleno diario. 14.000 almas. Jóvenes, mayores, todos caben en la ejemplar capacidad de Juan Carlos Gómez para abarrotar la plaza. Todo el año dando el callo. Mil quinientos jóvenes geniales en los tendidos. La feria es en enero como sabes, pero venden la boleta desde marzo. Si la compras ese mes te cuesta la mitad y cada mes va subiendo un poquito el descuento. En abril, el treinta; en mayo, el veinte; y al final, llenazo todos los días.

Es verdad que el toro de Manizales es mediano y, a veces, chico. Sobre todo porque la ganadería de la tierra, del inteligente Ernesto Gutiérrez, cría un toro (Santa Coloma y Murube) más bien recortado y breve de cara. Pero son máquinas de embestir. El día del cierre, Ponce y El Juli mano a mano, se hartaron de torear. Tres orejas a Ponce, le birlaron dos. Y cuatro bien ganadas por Juli y otra Catedral. Ese cierre es (lo podéis ver en mi Twitter) una feria de actos. Y procesiones y cantos.

LA FERIA EXPLOTÓ CON LA TORERÍA DE FERRERA Y UN GRAN BOLÍVAR

Pero quiero destacar cosas importantes de la feria. Por orden de actuación: torería de Curro Díaz con una floja corrida de Achury y dos orejas para un torero que recordaréis de novillero en Madrid: Juan de Castilla. Progresa. La peor corrida de la feria fue, con mucho, la de Dosgutiérrez. Imposible. El Cid, que se despedía, pospone el adiós para el enero del año próximo, allí se cortará la coleta. Cómo sería de mala que ni un gran Emilio de Justo pudo lucir. Y David Martínez, tampoco. Tardeaba la feria en los éxitos, con una novillada gris, ojo, y apareció un tal Sebastián Hernández. Tomen nota. El flojo manejo de la espada le quitó la puerta grande. Pero para mí es el joven colombiano con más capacidad para dar el salto a España. Muy interesante. Yo tengo un gran afecto al ganadero de Santa Bárbara. Cría toros con trapío y suele ser de los triunfadores. Este año se quedó a mitad del camino. Ramsés, Román y Álvaro Lorenzo tuvieron pocas oportunidades.

La feria explotó al final. Con los de Juan Bernardo Caicedo, la plaza se perfumó de torería con el toreo mágico de Antonio Ferrera, magistral, templado, sentido…, la lidia se convirtió en verso y la plaza entendió aquella sinfonía de un Beethoven interpretando su misterio del temple, el gusto, la simbiosis del toro y el toreo. Magia, lidia y la gente como en un concierto puesta en pie. Grande. Castella tuvo un lote letal y Bolívar, ojo al pájaro que está más sólido y cuajado que nunca, hizo un faenón y logró dos orejas a ley.

JULI Y PONCE SE VACIARON EN EL PARAÍSO TAURINO DE MANIZALES

Llegaba la gran noche del festival. Tradición. La Macarena, largo prólogo vivido y cantado por 14.000 almas. Toma nota: Álvaro Lorenzo, que ocupó el lugar de Ponce, toreó como nunca le he visto. Torería, gusto, temple, dominio… indultó al de Ernesto Gutiérrez y es la vez que mejor le he visto. Tremendo. Ferrera, tras dos orejas, salía a hombros con el toledano; y dejó otra obra de arte. Puerta grande. Juli, una; Bolívar, otra vez dos; y Cristóbal Pardo, una. El adiós fue un mano a mano Ponce-Juli, tres y cuatro orejas. Se vaciaron y Juli se llevó otra Catedral de premio. Los dos salieron a hombros. Manizales es un paraíso taurino, pero si te asomas a la ventana, como aquí, te vas a encontrar que el marrajo de la política se está afilando el pitón. Joder. Y para confirmarlo ahí llega Pedro Sánchez, rebusca en sus bolsillos las perrillas que le sobran de los viajes y para los toros: dos reales y una afrenta. Yo se los devolvía. El toreo nunca lloró en la esquina de los mendicantes.

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