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Otro por delante

Carlos Ruiz Villasuso
domingo 10 de febrero de 2019

José Tomás se negó a ser televisado con todas las consecuencias y para siempre. Se entiende para siempre la fecha que va desde que dijo no hasta hoy. Mañana ya se verá, pero da la impresión de que es para siempre. Un grupo de toreros, en su día, armaron el G10 al margen de sus apoderados. Ese G10, legítimo sin duda alguna, nunca se llegó a saber si nacía para cobrar más o para comenzar una reestructuración de las retransmisiones.

El G10 hizo un daño casi irreparable a las relaciones entre toreros, apoderados, empresas y hasta ganaderos. Grandes enemistades actuales comienzan ahí, porque quien se tuvo cariño se odia mejor. Bueno, menos los supuestos ideólogos de ese G10, que hoy trabajan y cobran para esa cadena. Algo absolutamente normal y lícito. Pero entre tanto humo, mejor dejar alguna cosa clara.

Y lo que no está claro es el no de Morante de la Puebla a la tele. No se sabe si es que no quiere televisarse; si no quiere que ciertos periodistas comenten sus actuaciones; si quiere que solo una persona se las comente en exclusiva (la que fue a México a retransmitir, dicen que con su auspicio) o si lo que quiere es que haya un cambio en la metodología, reparto y contenidos de lo de la tele, o si es solo de la tele de Movistar.

Es muy distinto. Día y noche. Soy de los que piensan que, tal y como está el toreo, con sus balances económicos y de imagen, se necesita un modelo de tele. ¿Cuál? bueno, a tratarlo, pero se necesita. Yo abogo por uno donde el dinero fluya hasta abajo en la pirámide del toreo. Porque no fluye, y si no lo hace, el modelo tiene un grave error y es injusto. El problema no es quién comenta, que puede, el problema es cuánto le llega al modesto, qué reparto hay.

Me da lástima y vergüenza que una empresa de la categoría y el poder de Movistar no proteja la dignidad de los periodistas. Ahí hay buenos profesionales, otros me gustan menos y algunos nada. Por estar, hasta está el líder civil del G10. Y todos, incluso él, han de gozar de su dignidad porque es la dignidad de la profesión la que cuenta y la que está en juego

Porque el modelo de la tele ha copiado y pegado el modelo de los dineros de contratación: para que unos cobren mucho, la gran mayoría han de cobrar los mínimos. Y si acaso. Esta es una realidad irrefutable. Tanto que hoy en día separar estructura televisiva y su reparto con la estructura de contratación y su reparto, es imposible.

¿Porqué es imposible? José Tomás dixit. Y al verlo, decidió: yo lo hago así, siempre, sin avisar, cuando me dé la gana y a tanto la pieza. Que podremos decir al respecto que tiene un déficit de solidaridad. Pero es cristalino. JT no muestra dudas. Ni pide a alguien que le comente, ni pide que algunos no le comenten, no. Todo: la tele en directo no. Ni siquiera planteó un imposible entre los compañeros: un G10.

Si es cierto que hay reticencias en Morante sobre hombres y nombres comentaristas de Movistar, si es cierto eso, debería dejarlo muy claro. Está en su derecho a que no se le televise, y hasta considerar que hay comentaristas muy malos. Bueno, pues qué suerte tienen que los contrataran. Porque una cosa es como no me gusta, no voy, no hay tele; y otra distinta el uno por delante. El uno por delante ya lo sufrimos en los carteles.

Estoy escribiendo lo que la mayoría de los periodistas conocen y saben, pero no dicen nada. Yo lo digo como algo normal. Que mi profesión es sagrada. Que llevo décadas dejándome la vida en ella, tiempo, familia, prestigio y que estoy seguro que muchos ni me aguantan. Es su derecho a vetarme y ya lo han hecho. Si quieren un día lo escribo.

Pero me da lástima y vergüenza que una empresa de la categoría y el poder de Movistar no proteja la dignidad de los periodistas. Buenos, malos o regulares. Ella los paga, ella los contrata. Más de una vez he tenido conversaciones con esa casa y la cosa llegó siempre al no. No es un secreto. Ahí hay buenos profesionales, otros me gustan menos y algunos nada. Por estar, hasta está el líder civil del G10. Y todos, incluso él, han de gozar de su dignidad porque es la dignidad de la profesión la que cuenta y la que está en juego.

Movistar ha de ponerse los machos desde sus directivos. Un torero tiene todo el derecho del mundo a decir que no quiere que se le televise, todo el derecho. Puede y tiene el derecho de decir que fulano es pésimo periodista. Pero dejar las más mínima duda sobre si un comentarista no ha sido puesto por la empresa sino por un torero en un nuevo uno por delante, es un error, una barbaridad y una falta de respeto a mi profesión.

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