La página de Manolo Molés

Sus mejores tardes con victorinos

Manolo Molés
domingo 24 de febrero de 2019

Hay dos toreros, uno que se va y el otro que sigue la evolución anunciada. Son Manuel Jesús “El Cid”, a quien Benlloch le ha hecho una entrevista completa en la que no ha faltado ni sobrado ninguna pregunta, y Antonio Ferrera. Los dos toreros con los que más le gustaba hablar de toros al maestro Chenel. A Ferrera lo descubrió cuando casi todos le apodaban “Ferrari” por la velocidad. Y le costó trabajo demostrar que era y es uno de los toreros con más fondo y temple de esta época. Cargado de cornadas y de tardes de triunfos, muchos victorinos y corridas no fáciles, ahora ha madurado en torero lidiador, torero de culto, torero para disfrute del aficionado. Y algo curioso que une a ambos toreros: sus mejores tardes con victorinos no las ha visto casi nadie. Bueno, la de El Cid en Bilbao la vimos los que tuvimos la fortuna de estar allí. Y la de Ferrera, en Badajoz. Seis toros para cada uno. No hubo televisión. Eso sí que es una pena, al menos para que la afición conozca las dos tardes, a seis toros cada torero, en Bilbao y en Badajoz.

La de Manuel Jesús en Bilbao la vi junto a Antoñete. Es la única vez que el maestro no acertó. En uno de los toros más complicados y más a la contra, tras intentar cuatro o cinco veces al natural, que parecía imposible, Chenel dijo: “Ni uno por ese pitón”. Y no fue uno, fue una serie inolvidable de El Cid. De las cosas más fantásticas que puedes vivir envuelto en esa nube que llaman emoción. Aquel milagro torero de El Cid valió mucho para el afecto y respeto que siempre tuvo Antonio por Manuel.

Los seis victorinos de El Cid en Bilbao y los seis de Antonio Ferrera en Badajoz son las dos tardes más desconocidas pero más grandes de ambos y, sobre todo, las que marcaron lo que iba a ser el futuro de sus carreras. En el aspecto de crecimiento profesional, me refiero. Ojalá les disfrutemos esta temporada

En cuanto a Ferrera, Chenel le vio junto a Antonio Ordóñez, Gregorio Sánchez y otros maestros en Bayona cuando se entregaba aquel premio “Madrid-Biarritz” y los toreros del jurado eran invitados al lujosísimo Hotel Du Palais. Ferrera estuvo bien y triunfó. Cuando bajó de la habitación, muchos matadores le decían: “Bien, chaval, sigue arreando y triunfando”. Chenel, que se quedaba siempre atrás fumando aunque hubiera moqueta en aquel hotel de cinco estrellas, fue el último en acercarse a Ferrera y le dijo: “Tú tienes cosas muy importantes dentro, haz el toreo que sientes y disfruta”.

Acertó una vez más. Los seis victorinos de El Cid en Bilbao y los seis victorinos de Ferrera en Badajoz -ahí los vi con Manuel Caballero al lado- son las dos tardes más desconocidas pero más grandes de ambos y, sobre todo, las que marcaron lo que iba a ser el futuro de sus carreras. En el aspecto de crecimiento profesional, me refiero. Ojalá les disfrutemos esta temporada.

NO SERÁ UN BOMBO AL CIEN POR CIEN PERO ESTO SE MUEVE

Yo escribí, aquí en estas páginas, antes que nadie, la necesidad del bombo. Tanto de los mismos con lo mismo pedía a gritos que se acabara aquello de que las figuras, por sistema y en todas las plazas, se llevaran los toros de sus ganaderías preferidas debajo del brazo. Una y mil veces se repetía la jugada. Y había que romper con el bombo, o el sorteo, aquella repetición sin final. Simón Casas, que siempre está soñando y buscando novedades, convirtió el bombo en realidad. Y se multiplicó la afición y los triunfos grandes de toreros como Emilio de Justo o Diego Urdiales que abrieron, con justicia, la puerta grande del toreo: Madrid. Ahora San Isidro es más complejo. Pero aunque no sea un bombo tan radical (y tan apetecible) como el de Otoño, busca con diez ganaderías (las que más gustan a las figuras; bueno, casi todas, todas, no) que en cada cartel entren toreros emergentes o que se lo han currado de verdad en Madrid como Ureña, Urdiales, De Justo, Chacón, en combinación con las figuras que se apunten. No será un bombo al cien por cien la feria. Pero sí un paso fuerte a que acaben las malas costumbres y que las corridas “buenas” sean siempre para los mismos y las otras, más duras, menos facilitadoras del éxito, no las veían ni en pintura. Lo más importante es que esto ya se mueve, ya va cambiando. El caviar no lo catarán siempre los mismos y las sardinas no serán el único pescado de los que no están en la elite. Y de aquí a que se compongan los carteles de San Isidro puede haber hasta novedades. Tranquilidad.

LA FERIA DE SAN ISIDRO PUEDE DARLE LA VUELTA A MUCHAS COSAS

La Santamaría de Bogotá la disfruté en los años de su esplendor. Fue la plaza más importante que yo he vivido en América. Y la mejor afición. Me alegró mucho que ahora que tienen que aguantar la tabarra falso animalista de los políticos colombianos, se reabriera el coso, se llenaran los tendidos y que Juli, Bolívar y Roca Rey salieran en volandas. Y si me alegra el triunfo de las figuras, pues lo mismo o más que el segundo cartel en Bogotá fuese con Fernando Robleño, qué mérito el suyo, Octavio Chacón, a mí me gusta mucho, y, ojo a su temporada, Juan de Castilla. El problema de Bogotá, como el de Medellín en años anteriores, es que son sábados y domingos salteados. No es como en Cali o mi Manizales del alma, que son ferias con los días seguidos como aquí en España.

Una buena: Javier Moliner, presidente de la Diputación de Castellón, por primera vez patrocina la Feria de la Magdalena. Bien, Javier, a ver si somos capaces de recuperar aquel esplendor de tantos años en Benasal. Hay dos ganaderías, entre otras, que me gustaría ver en las ferias importantes y que dejaron muchos recuerdos y toros inolvidables: Cebada Gago y Baltasar Ibán. “Comedia” y “Bastonito” y más toros inolvidables

Tengo una sensación muy clara, con bombo o la filarmónica, la Feria de San Isidro puede darle la vuelta a muchas cosas. Te apuesto una: después de tantos años con el sota, caballo y rey, van a cambiar muchas cosas cuando acabe San Isidro. Atentos.

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