La noticia generó tanta expectación como incredulidad. Aguilar representaba como matador los cánones del toreo más puro y añorado por la afición. Cuando se anunció su paso a las filas de plata la gente echó las culpas al sistema. Con humildad reconoce que es la mejor decisión que podía tomar. En dos temporadas es ya considerado uno de los grandes. Su pulcritud capotera está respaldada con su eficacia banderillera.
“No es fácil hacer las cosas para convencer a los matadores. Lo que haga delante del toro es lo que me va a valer. Tengo que suplir mi inexperiencia con humildad”
“A la nueva hornada de toreros de plata le diría que se fije en los compañeros. Cuanto más se ayuda al compañero, mejor sale la lidia”
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