GANADERÍAS

Ana Romero, el valor de lo auténtico

“La clave está en que lo que es auténtico o que conserva la esencia, perdura. Mantener esto con esos rasgos muy definidos te permite, aun con dificultades, poner en valor algo que escasea”, asegura el ganadero Lucas Carrasco
Antonio Girol
jueves 28 de febrero de 2019

Sesenta años se cumplen desde que Fernando Carrasco comprase una punta de vacas de Alipio Pérez-Tabernero a las que echó simiente de su amigo Joaquín Buendía para hacer una ganadería que bautizó con el nombre y apellido de su mujer. Seis décadas de permanencia inquebrantable a una sangre. Ese es el tiempo que los cárdenos de Ana Romero llevan lidiándose en plazas de un circuito cada vez más acotado, pero semper fidelis como si del famoso lema del Cuerpo de Marines se tratase. Lucas, el hijo del matrimonio Carrasco Romero, nos recibe en Las Cobatillas para explicarnos qué supone banderizar un ideal de bravura como es el de santacoloma.

Hay ganaderos que fundamentan su ganadería en ideas mercantilistas y luego, hay otros, cuyo fundamento son los ideales. En este segundo grupo se encuadra la familia Carrasco Romero, al frente de la cual se encuentra su hijo Lucas como abanderado de la sangre santacolomeña que sesenta años atrás comprase Fernando Carrasco para colmar la afición de su esposa, Ana Romero, a cuyo nombre se vienen lidiando los toros y novillos que salen de Las Cobatillas con rumbo a las plazas sin envilecer ni un pelo la mezcla de vacas alipias con raceadores de Buendía.

Por eso, durante estas seis décadas, el ideal se ha mantenido siempre constante: el toro armónico que tanto cuando se ve en estos cerrados como cuando sale al ruedo suscita el mismo comentario: ¡una pintura! Y eso ha sido así gracias al tesón y la pasión de esta familia de criadores que no ha sucumbido a los cantos de sirenas que en pos del oropel barato del mercantilismo le hubiesen llevado si no a cambiar de encaste, sí que el tipo de su ganado como hicieron otros ganaderos de esta misma sangre.

Así lo reconoce Lucas Carrasco: “La clave está en que lo que es auténtico o que conserva la esencia, perdura. Mantener esto con esos rasgos muy definidos te permite, aun con dificultades, poner en valor algo que escasea. Eso es lo que te hace mantenerte. Al final, las tendencias son eso, tendencias, pero si mantienes una filosofía en un tipo de toro con un fenotipo y comportamiento clásico en ese encaste, eso se valora”.

Continuamos hablando sobre esa autenticidad y nuestro interlocutor amplía el campo más allá de su encaste. “Hay que poner el acento en lo que supone la diversidad que tenemos en el toro como un legado de riqueza”. Y añade convencido: “Esos aficionados y esas ferias que tienen esa inquietud -se refiere a la diversidad- no solo se mantienen sino que crecen. La prueba la tenemos en que hemos vivido una crisis durísima y esas ferias son las que menos se han resentido”, remacha.

“En los últimos años han venido a refrescar dos toros de Rehuelga y nuestros también han ido para allá. Hemos confiado en esa ganadería por proximidad y filosofía”

En los años de mayor dureza de esa crisis se dijo que quienes aguantaran el tirón saldrían fortalecidos. Ante la reflexión y con la viveza propia de los santacolomas que pitean al viento de Levante, responde raudo: “Nosotros hemos tenido la misma dimensión en los momentos muy buenos del sector como en los de crisis que se han vivido. Mantenernos en tres corridas y una o dos novilladas picadas ha sido nuestra línea en todo momento. O lo que es lo mismo, movernos sobre la base de unas cien madres”.

Eso significa tener siempre los pies en el suelo, añadimos. “Sin querer parecer presuntuoso, ha habido muchos momentos, a lo largo de la historia de la ganadería, que si en lugar de tres o cuatro corridas hubiésemos tenido diez, las habríamos vendido sin problemas. Pero hemos preferido mantener ese número de madres que le digo y no especular incrementando la ganadería”.

Con tan pocos vientres y en una ganadería con unos caracteres tan definidos, no será fácil hacer los lotes. Así se lo hacemos ver al ganadero, que nos responde con sinceridad: “Tenemos la costumbre de echar a las vacas aquellos utreros que en función de familia y tipo nos gustan y luego los lidiamos bien en novilladas o en corridas de toros. En algunos casos, si un toro nos ha gustado mucho, lo hemos tenido padreando dos años y luego lo hemos lidiado de cinqueño. En ganaderías como esta con pocas opciones de refrescar con lo de fuera, si encima te cierras con sementales propios, terminan siendo aún más cerradas. De esa manera evitamos la consanguineidad mala”.

Esto que cuenta Lucas Carrasco no fue así desde el principio, sin embargo se ha convertido en usual en las últimas décadas, como aclara el ganadero: “Hasta hace veinte años venía anualmente un semental de casa de don Joaquín Buendía. Después se dejó de hacer y en estos últimos años han venido a refrescar dos toros de Rehuelga y nuestros también han ido para allá. El hecho de que sea esta la ganadería en la que hemos confiado para intercambiar simiente se debe tanto a la proximidad de fincas como a la afinidad que tenemos con ellos por ser una ganadería con una filosofía muy similar a la nuestra en cuanto a un reducido número de madres”, puntualiza.

“Nuestro toro va a seguir siendo como es y si llega el caso de que alguna figura quiere apuntarse, estaremos encantados, pero venderlo como si fuese una gesta, a mí no me parece que lo sea”

Sale a relucir el nombre de Rehuelga y eso nos lleva a preguntar por la competencia que pueda haber entre los ganaderos de esta sangre. Competencia que a Lucas le seduce. “En Francia y en el norte de España se da con asiduidad y es algo que a mí me gusta. Un año en Dax coincidimos con La Quinta y Victorino y me encantó. Sin ir más lejos, el año pasado en Azpeitia, de tres corridas, dos fueron la nuestra y la de La Quinta. Eso que antes era más común, hoy se ha reducido a determinados sitios para poder verlo. Esa competencia no solo es que sea buena sino que si triunfamos un día nosotros y al siguiente otra ganadería de este encaste, resulta sensacional para esta sangre”.

Sale a escena el recuerdo de Azpeitia y con él el gran juego que dieron los anarromeros. ¿Ese es el concepto de bravura que se busca en esta casa?, preguntamos. “La bravura es un comportamiento que en un toro se tiene que ver definido desde salida yendo a los engaños de burladero a burladero, estando siempre pendiente de todo lo que se tiene que estar sin huir. La bravura no se debe confundir con violencia sino que debe ser sinónimo de entrega para que el toro no dé arreones, que es algo que a mí no me gusta”, puntualiza.

Definido el concepto y siendo este un toro que humilla una barbaridad, la conversación vira hacia los toreros. Le hacemos la siguiente reflexión: cada día se entiende menos que las figuras no se anuncien más con este encaste cuando hasta hace relativamente poco tiempo se apuntaban los que mandaban en el escalafón y no hay que retrotraerse ni a Manolete ni siquiera a Camino. Ahí están los casos de la generación de Espartaco, Julio Robles, Joselito, Ortega Cano, Roberto Domínguez y tantos otros grandes toreros de los ochenta y principio de los noventa.

“La competencia entre ganaderías de santacoloma no solo es que sea buena sino que si triunfamos un día nosotros y al siguiente otra ganadería de este encaste, resulta sensacional para esta sangre”

“Coincidirá conmigo en que actualmente el concepto del toreo ha cambiado. El mundo en el que se desenvuelven hoy los toreros no funciona igual que en esa época que cita. Y después creo que hay un desconocimiento estandarizado de lo que son los encastes, los comportamientos, en suma, de lo que es la lidia. Hay ganaderías, como estas de santacoloma, que se definen desde principio, pero hay que ir rompiéndolos hacia adelante. Es un toro que, en el inicio de la faena, no permite las cortas distancias que hoy se están imponiendo en el toreo. Este es un animal que necesita de unos metros, que no se le agobie, someterlo y una vez que haya roto, ahí ya puedes hacer lo que tú quieras, pero tienes que tener esa paciencia y a veces cuesta tener esa paciencia. A mí me da mucha pena que sea así porque las figuras actuales del toreo son las primeras capacitadas para sacar partido a muchos toros de calidad de este encaste. Lo que podrían hacer estas figuras con esos toros sería fantástico. Yo si fuese figura diría: lo que estoy dejando de catar, dice sonriendo.

Agustín Arjona aprovecha para disparar una nueva ráfaga que suena como una tanda de naturales y acto seguido nuestro protagonista añade un nuevo valor a la ecuación. “En aquella época, los veedores no estaban enfocados a determinados hierros sino que veían las ganaderías y las corridas que estaban en tipo. Por ejemplo, veían una corrida nuestra y sabían que encajaba para tal plaza y no se equivocaban. Eso hoy se ha perdido. Hoy hay que ir a menganito y fulanito y los cien toros que tengan dan igual como sean, son toros”, sentencia socarrón.

“Recuerdo al Vito padre -continúa- que vino a comprarnos una novillada para la feria de Murcia, él entonces solo compraba ya para esa plaza, y vio en los otros cercados una corrida que era una pintura. Me preguntó si la teníamos apalabrada con alguien, le dijimos que no, y la llevó a Daimiel, sin ni siquiera tener nada que ver con esa plaza, para que la matara El Juli. Eso era lo que hacían esos veedores que cogían el teléfono y decían: oye, que aquí hay una corrida que tal. Esa en concreto la mataron El Juli, El Cid y Luis Miguel Vázquez y le cortaron nueve orejas. Aquellos eran personas con una afición desmedida que les hacía tener una visión excepcional”, rememora.

A la hora de echar en falta se podría añadir que también faltan aficionados que pidan más variedad en los nombres de las ganaderías que van a las ferias. “Eso es evidente, pero el público se acostumbra a lo que ve. Los que llegan no hacen más que seguir la moda de los que mandan. Es así de triste. Hay que seguir trabajando para continuar con el objetivo de tener un toro con esos caracteres y esa filosofía que lo hacen único y distinto. Nuestro toro va a seguir siendo así y si llega el caso de que alguna figura quiere apuntarse, estaremos encantados, pero venderlo como si fuese una gesta, a mí no me parece que lo sea”.

Caracteres que en el caso del toro de Ana Romero están tan definidos que podría hablarse de casi un encaste dentro del propio encaste de santacoloma-buendía. “No sé si lo nuestro es un encaste distinto, pero lo que sí es, es un tipo de toro que lo ves y sabes que es una marca. Mis compañeros ganaderos de La Quinta suelen decirme que me salen los toros más redondos, más uniformes, más rematados… Supongo que será por esa mezcla de las vacas de Alipio Pérez-Tabernero con el toro más asaltillado de la línea Buendía. Pero después de sesenta años y sin haber entrado aquí nada que no haya sido semental de Buendía como en origen, lo más normal es que sea algo único”.

En esa unicidad interviene también la mano del hombre a la hora de seleccionar, así lo reconoce el propio ganadero: “En mi gusto está que cualquier corrida que presentemos, con independencia de la plaza, sea armónica de presencia. En eso soy muy cuidadoso aunque se lidien en un pueblo. No pueden ir tres de una forma y otros tres de otra. Por eso, cuando de cuarenta machos, te salen algunos becerros zancudos, hechos cuesta arriba o cortos de cuello, no los dejo ni que lleguen a novillos. No los aguanto ni para las calles. Es que esos tres o cuatro no te van a aportar nada en la ganadería más allá de hacer una escalera”, apostilla tajante.

Habla de plazas y toca preguntar a cuáles irán los lotes que tiñen el paisaje de Las Cobatillas de ópalo noble. “Nos fue bien en Azpeitia el año pasado y repetiremos al igual que en Dax. Queda una tercera corrida que está ahora concretándose. Y la novillada que tenemos la llevaremos a Peralta, en donde triunfamos en 2017 y el año pasado no pudimos ir porque no teníamos una novillada completa”.

La puerta de Madrid queda un año más abierta a la espera de poder comparecer con una corrida completa tras haber adquirido antigüedad hace dos temporadas: “Ha habido interés por parte de la empresa, pero no teníamos toros para poder lidiar. Personalmente me encantaría ir en uno o dos años con una corrida completa en San Isidro, y en ese objetivo estamos trabajando. Para eso tendremos que dejar toros de dos camadas y así poder juntar ocho o diez con posibilidades de acudir”.

Quién sabe si en ese tiempo el bombo estará completamente instaurado en San Isidro tras la intentona que Simón Casas ha llevado a cabo para el de este año. A Lucas Carrasco no le parece mal la idea. Así la expresa, pero la puntualiza: “No conozco los detalles en profundidad, pero me gustaría que fuese un bombo de verdad. Me explico: que se tomase como modelo lo que son los sorteos deportivos. No me importaría incluso que hubiese cabezas de serie y demás, pero si se hace me gustaría que fuese un bombo con todas las consecuencias tanto en toreros como en ganaderías. Si esto de este año va a suponer que sea el comienzo de que se va a hacer así, bienvenido sea. Lo que sí es innegable es que como aliciente tiene mucho por lo importante que es el marketing hoy en día”, concluye.

La saga de Marquito

En un tiempo en que los indultos no eran tan pan nuestro de cada día como lo son actualmente, Marquito marcó un hito en Granada. Aquel fabuloso toro de Ana Romero dejó su nombre inscrito en el recuerdo de los aficionados nazaríes, que, aún hoy, veinticinco años después, continúan enarbolando la bandera de su bravura. Al igual que ocurre en Las Cobatillas, en donde resulta obligado evocar su figura: “Provenía de un semental de casa Buendía que se llamaba Avellanito, que tuvimos la mala suerte de que padrease muy poco porque se mató al caer en una zanja aquí en el campo. Fue un toro estrella. De los tres años que estuvo echado a las vacas, dos en lo de Buendía y uno aquí, obtuvimos resultados excepcionales. De hecho, en ese año 1994 tuvimos dos indultos de hijos suyos: el de Marquito en Granada y otro en Xàtiva de un toro 12 llamado Terciadito” Lucas aclara qué significó Marquito para su ganadería: “Se quedó como semental y vivió aquí hasta los dieciocho años dejando una descendencia increíble por la raza que transmitió tanto a nivel de hembras como de machos, que luego fueron premiados con vueltas al ruedo e incluso peticiones de indulto”. Al hilo de este tema del indulto comenta una anécdota que define claramente la seriedad de la familia Carrasco Romero en cuanto a selección se refiere: “Con Terciadito hubo polémica porque a mi padre no le gustó que embistiese a media altura y al término de la corrida, con el indulto concedido, mandó matar al toro en los chiqueros porque no lo iba a echar a las vacas”. ¿Sería hoy capaz de hacer eso otro ganadero? La pregunta queda en el aire, aquí se ha comprobado que sí.

Francia en vanguardia

Francia es el oasis para ganaderías como Ana Romero. Por eso, el nombre del país galo sale a relucir en esta entrevista. En opinión de Lucas Carrasco la importancia de nuestros vecinos va más allá: “Aunque pueda sonar exagerado, pienso que son los salvadores de lo que hoy conocemos como corridas de toros. Lo creo así porque gracias a ellos, hablando en conjunto, en Europa tenemos un respaldo que si ellos no estuvieran, o dudasen sobre la Fiesta, haría que tuviésemos muchas más dificultades. En cuanto a la organización de los festejos en sí no tienen tantas trabas como sí tenemos aquí. Y en cuanto a filosofía de trabajo son muy coherentes: quien triunfa, repite. Y el que fracasa, se va al banquillo. Eso en España se perdió. Hasta el punto de que aquí el que triunfa no repite” -dice con ironía-. “Es así de triste. Porque suele pasar que el empresario viendo el triunfo se pone de perfil pensando que el próximo año le vas a pedir un poquito más. Es una pena que no terminemos de aprender de cómo se hacen las cosas en el país vecino”. Para corroborar sus palabras pone un ejemplo sufrido en carne propia: “Esto que le digo nos ocurrió en El Puerto de Santa María, donde dimos una corrida excepcional y al año siguiente, contra el criterio de todo el mundo, no nos contrataron. Y como esa, otras muchas”.

Fotos: ARJONA

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