Su mensaje suena seguro y contundente. Y sorprende especialmente en alguien que apenas supera la mayoría de edad. El convencimiento que traslada a través de las palabras parece superior al de otras temporadas y eso, en un torero que posee todas las condiciones del mundo, es el primer paso para poner las cosas en su sitio. Nunca ha escondido el deseo por ser el mejor, una situación que, según confiesa, cree estar cerca de alcanzar. Se ha quitado prisas y ha añadido serenidad a su desmedida ambición. Está ante un año clave y lo afronta más estimulado que nunca.
– “Extraña hablar de madurez teniendo 21 años, pero el toro te obliga a madurar a pasos agigantados. Tanto en 2017, con los triunfos que tuve, como en 2018, sin un contexto tan exitoso, crecí”
– “En el toreo la impaciencia nos invade, a mí el primero. La impaciencia por ser figura o triunfar a diario no es buena y, además, pasa factura. Ahora trato de tomármelo con más calma y no con la ansiedad de querer tenerlo todo ya”
– “Sufro porque quiero ser el mejor. No solo quiero superarme a mí mismo, sino también al que tengo al lado. Cuando veo que alguien está por encima de mí, me da coraje y rabia”
– “Los toreros debemos tener la personalidad suficiente para triunfar con nuestro concepto y forma sin salirnos de ahí. Cuando eres consciente de lo que puedes hacer y tienes la moral suficiente para hacerlo, la necesidad desaparece”
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