Es un juego tentador seguir el rastro de aquellos casi ciento cincuenta matadores de toros y novillos nombrados en un escalafón de junio de 1971. Una escaramuza en un asunto aquí tratado hace mes y medio y que se quedó colgado. Un escalafón planteado entonces, igual que ahora, como un campeonato porque la cantidad ha importado siempre. No la cantidad de pases y paseos, sino de festejos. De Lagartijo a Guerrita, de Belmonte a Manolete pasando por Domingo Ortega, de Ordóñez a Camino, de Manuel Benítez a Ortega Cano, de Jesulín a Ponce, de El Juli a El Fandi. Acomodarse en un rinconcito del escalafón para vivir ajeno a los números es indicio obligado de madurez y no decadencia: se torea mejor pero menos. Es raro dar con el caso de toreros que no hayan ganado con el paso del tiempo.
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