LA CRÓNICA DE BENLLOCH EN LAS PROVINCIAS

El gran espectáculo de la bravura

Sebastián Castella cuaja una gran faena a un jandilla para el que se pidió apasionadamente el indulto
José Luis Benlloch
lunes 18 de marzo de 2019

Otra buena tarde de toros. De las que los buenos aficionados paladean y lloran. Para todo hubo motivos. Todo se concentró, admiraciones e indignación, en un toro, Horroroso, de Jandilla, bravo, noble y guapo, se le notó en cuanto piso la plaza galopón y pronto; en un torero, Castella, y se me apuran solo en la mano derecha de ese mismo torero; también, para acabar de ponerle pasión y tensión a la tarde, en un presidente, de nuevo el palco en llamas, ahora por la extraña decisión de no indultar a Horroroso, cuyo principal, seguramente único defecto y no es culpa suya, fue el nombre: ¡Cómo se te ocurre, Borja Domecq, ponerle tan horroroso nombre!…

A la salida amigos y aficionados me preguntaban si yo hubiese indultado a Horroroso y no tengo dudas, sí. Por razones varias, primera y principal porque fue bravo y noble, embistió con humillación y largura, en la corta y en la larga distancia, recuerden el quite de Castella en los mismos medios; acudió pronto y alegre al caballo, con gran entrega, al punto que derribó dos veces; galopó con franqueza en banderillas, prueba de ello fueron los tres hermosos pares, de Chacón y Fernando Pérez, que se llevó en el morrillo; no negó ninguna acometida, embistió con gran humillación, duró todo lo que tuvo que durar mientras el público se desgañitaba pidiendo el indulto a un presidente que se llamaba a andana por no se sabía bien qué teorías; y, finalmente, por producirse todo ello en una plaza de primera categoría, donde los kilos y el volumen dificultan más el éxito. Con esos

méritos habría suficiente para concederle la vida, pero existen otros factores más allá del ruedo. Si somos capaces de exigirle al toro y por ende a los ganaderos el mayor esfuerzo y aplicación para criar el bravo, luego cuando consiguen el milagro, cuando por fin se reúnen todos los elementos para que el toro embista en esa dimensión, hay que valorarlo y reconocerlo. Y finalmente hay una motivación social incontestable, con la calle y las modas apuntando a la sensibilidad de los aficionados, cuando hay ocasión, ayer la hubo, de mostrarse sensible con el toro, de respetarle y valorar sus virtudes, hay que aprovecharlo. El aficionado tiene, debe tener, más allá de la exigencia extrema una faceta de generosidad imprescindible. Y aún podría añadir, opinión exclusivamente personal, otro motivo para el indulto, que ante la disyuntiva de elegir entre la vida o la muerte, siempre elegiré la vida.

Cerrando la crónica me cuentan que el motivo que argumentó el presidente para justificar el no indulto fueron los dos derribos del picador que provocó Horroroso, circunstancia que impidió que se le castigase en varas. Me cuesta creerlo. No puede ser. Esta no es mi Fiesta. Nunca escuché algo semejante. De esa forma si un toro derriba dos veces pierde el derecho al indulto. Por cierto, si el toro no estaba picado, pregunto: ¿para qué se cambia el tercio?… ¡Cómo estamos, dónde hemos llegado!

Con ese toro, desde de un explosivo arranque por pases cambiados en los medios, Castella encontró su mejor versión con la mano derecha. Sobre todo con la derecha. Se fajaba Castella con el toro, le bajaba la mano y respondía el toro. Los muletazos surgían, más que ligados, cosidos, y naturalmente cuando remataba las series la plaza respondía con estruendo. Fue un pulso tremendo y hermoso que perdió grado cuando tomó la pañosa con la zurda. No se descentró con el lío del indulto y cuando ya no hubo más remedio que entrar a matar despachó al jandilla de una buena estocada.

El francés ya había estado a buena altura en su primero, en realidad sorteó los dos buenos toros de la bien presentada corrida que envió Borja Domecq. Esa primera faena la inició apoyado en la contera de la barrera, con aires de displicente torería. Fue un arranque original, pausado e improvisado, que impactó. Luego mezcló momentos de excelente toreo con algunos desacoples y a tomar viento, y nunca mejor dicho, todo lo bueno que había hecho hasta entonces.

El resto de la corrida estuvo marcada por ese viento marcero y nada torero que acude a la plaza todas las tardes con desesperante puntualidad. Y en esas circunstancias todo cuesta más, por no decir que es imposible. La corrida de Jandilla, bien presentada, algunos con astifinas defensas, tuvo dos excelentes toros, el mencionado lote de Castella, mientras que el resto no ayudó al éxito.

Había ganas de ver a Urdiales, se notaba, pero no pudo ser, no pudo mostrarse en la dimensión que tanto cartel le ha dado más allá de los detalles. Me quedo con el arranque de faena a su primero, elegante y torero a la busca de los terrenos apropiados, con un cambio de mano por delante que levantó suspiros, así como el toreo a dos manos con el que cerró el trasteo de su vuelta a Valencia. En su segundo, toro soso, no pasó nada, si acaso la noticia estuvo en el mucho tiempo que anduvo con él, lo que tratándose de Urdiales no sé si es buena noticia.

Cayetano anduvo muy condicionado por el viento y el poco juego de sus toros, nada fáciles y aún así no se entregó y apostó hasta el final. La otra pena fue la cogida de Gómez Pascual, banderillero y cronista, que afortunadamente no tuvo las graves consecuencias que se temían.

CRÓNICA PUBLICADA EN LAS PROVINCIAS EL 18/03/2019

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