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Finlandia

Carlos Ruiz Villasuso
domingo 31 de marzo de 2019

Por segundo año consecutivo la ONU ha considerado a Finlandia como el país más feliz del mundo. Ole. Resulta que existe el país más feliz del mundo. Y qué es, querido miembro del parvulario de lectores de esta revista de este país infeliz llamado España. Unos indicadores socioeconómicos de buen trazo y necesidad, cierto. Pero que a servidor no le amparan la razón para decir que Finlandia sea el país más feliz de este planeta. El país más feliz es España. Un dato: a Finlandia no va nadie ni a heredar. Y yo que creía que la felicidad no la daba el dinero.

Finlandia, Suecia y esos países nórdicos a quienes los romanos cultos denominaron bárbaros, son el paradigma de la nueva izquierda hispano finlandesa. Su paraíso terrenal. Su querencia iconográfica. Pero hay cosas que no dicen de Finlandia. Son tan felices que, por ejemplo, tienen la tasa de alcoholismo más elevada del mundo. Se gastan 6.000 millones de euros anuales en este problema que se traduce en que el 25% de los ingresos hospitalarios son a causa del consumo de alcohol. Vamos con otras cosas y datos del país más feliz del mundo.

Nosotros somos machistas. Vale. Finlandia tiene una tasa de feminicidios que dobla y va canino de triplicar a la española. Sí. Como lo leen, queridos parvularios infelices de la infeliz, machista, depravada e inhabitable España. Tiene 10,3 casos por millón de mujeres asesinadas por violencia “machista”. España tiene 3,6 casos. O sea, que nosotros, el país de los bares de copas que cierran de madrugada, que tienen el ocio al aire libre, estamos a la cola de consumidores de alcohol y un país donde les cierran los pocos bares que tienen a las 6 de la tarde, bebe porque es feliz. Ya saben, pequeñines, las canciones de desamor nos mienten. No se bebe para olvidar, se bebe porque viva Finlandia. Por no decir que les superamos en edad de expectativa de vida.

Yo no quiero ser finlandés. Ni sueco (otro país que casi nos dobla en feminicidios) ni nada de eso. No es que los desprecie, es que no quiero pertenecer a ese país cuyos habitantes los iguala, casi, Madrid, cuyo sol es inútil y donde beber alcohol es un actividad silenciada por la ONU y su mierda de idea de felicidad. Estamos, al fin y al cabo, ante una fake. Una nueva mentira. Que consiste en decirnos, una vez más, qué mierda de país somos, qué bárbaros somos con nuestras corridas de toros y esas cosas de caverna. Estamos ante datos que la prensa, los medios, los políticos, callan y callan para abonar esa idea de una España de hambruna, garrote y atraso.

La felicidad puede que no esté en nuestra literatura ni en nuestra poesía ni en los toros ni en el sol ni en los bares ni en los amigos. Pero si no está ahí, es que no está. Porque ¿cómo va a estar en Finlandia, hombre? Es el empeño en decir que somos una gran cagada de país lo que más duele

Yo quiero a este país, porque si hay paradigma del paraíso es España a pesar incluso de ese dogma de nuestro ideario que consiste en que siempre nos va bien porque nos puede ir peor. En México, y por eso me gusta México, dicen que siempre les va bien porque siempre les fue de la mierda. Es un relativismo irónico, una autocrítica con sentido del humor, una esperanza.

Yo, a lo mío. A mis corridas de toros y mis paellas, y a mis huevos rotos y a mi carne y a mi pescaíto y a mi Semana Santa y a mis pueblos con sus fiestas y sus toros en las calles. Yo con mi Cervantes y mi Quevedo. Y mi Azorín y mi Machado y mi Lorca. Y mi Belmonte y mi Gallito. Y las playas con todo y sus medusas. Y, por supuesto, claro, hombre, mi y nuestra tortilla de patatas (sin cebolla a ser posible). Hay una empresa que les manda al vacío tortillas de papas a los finlandeses que las devoran. Y, palabra, de tortilla tienen lo que una tortuga tiene de velocidad.

Ustedes las habrán visto. Son para llorar. Pones a un finlandés en la barra de un bar de Hispania y nos pide la nacionalidad. La felicidad puede que no esté en nuestra literatura ni en nuestra poesía ni en los toros ni en el sol ni en los bares ni en los amigos. Pero si no está ahí, es que no está. Porque ¿cómo va a estar en Finlandia, hombre?

Es este empeño en decir que somos una gran cagada de país lo que más duele, porque esta cuestión, como la ignorancia, se cura viajando. Viendo. Y deduciendo: con una parte de los españoles que vamos a los toros se repuebla Finlandia hasta en sus tres tristes lagos. Como diría Curro. Finlandia. La propia palabra lo dice.

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