La conversación es pausada, cada respuesta meditada. Pablo Aguado piensa cada cosa que dice. No quiere meter la pata, tampoco ofender a nadie. Busca la verdad que le caracteriza toreando aunque a veces caiga en la corrección. Con 28 años, es uno de los matadores con mayor ambiente del momento.
-Su faena de Valencia caló en la afición. ¿Cómo ha vivido el exitoso arranque de temporada en la Feria de Fallas?
-Llegué con mucha responsabilidad y bastante presionado después de todo el invierno pensando en esta temporada. Lo asumí como un examen, pero cuando salió el toro me olvidé de todo y disfruté mucho. Ha sido un inicio casi soñado. Habría sido completo si hubiera podido triunfar completamente, pero las sensaciones fueron muy buenas.
-El ambiente en torno a uno es de lo más bonito que hay en el toreo. Que su nombre aparezca en las conversaciones de profesionales y aficionados, pero… ¿es difícil lidiar con las expectativas?
-Nunca te ves capaz de corresponder a las expectativas que depositan en ti. No solo por no llegar a ese nivel, sino por todo lo que no depende del torero como el viento o los toros. Desde luego es bonito y es lo que uno sueña, pero no es nada fácil.
“Principalmente lo que me distingue del resto es que antepongo el disfrute propio al disfrute del público. Es el camino para gustar después”
-Dicen que su toreo es distinto aunque muchos defendemos que es el toreo de siempre. ¿Qué le hacediferente al resto de matadores jóvenes?
-Principalmente lo que me distingue del resto es que antepongo el disfrute propio al disfrute del público. Es el camino para gustar después. Tengo claro que tengo que hacer las cosas convencido para que me gusten a mí.
-Tras su paso por la plaza de toros de Valencia, tiene otra cita muy importante el Domingo de Resurrección en Las Ventas con David Galván y Juan Ortega con la corrida de El Torero. ¿Qué espera de Madrid?
-Espero que nos reciban con cariño porque los tres nos lo hemos ganado, pero hasta que salga el toro… después todo dependerá de lo que sea capaz de hacer cada uno delante del toro. Todos conocemos la exigencia de Madrid.
-Además de esa fecha, está anunciado dos tardes en San Isidro…
-Sí, es una apuesta fuerte. Me encuentro en un momento de confianza en mí mismo que me hace ser capaz de apostar. El momento del toreo lo exige.
-Ya empiezan a contar con usted para los carteles más importantes del año como ese encuentro Morante y Roca Rey en La Maestranza. ¿Qué se siente?
-Mucha responsabilidad, pero creo que bien conducida puede ser una motivación. Todos soñamos con estar ahí, ahora que llega no puede pesarme negativamente. La ilusión está por encima de la responsabilidad.
-Se le ha catalogado como un torero clásico, ¿quién despertó la llama por ese interés por el toreo de otra época?
-Siempre me han gustado los toreros más clásicos. Pero creo que hay que ser uno mismo. Hago el toreo que siento, si es así es porque siempre me han gustado esa clase de toreros que decía antes, pero no podría quedarme con un nombre concreto.
-La moda va en otra dirección. Se encontrará profesionales que le dirán cómo tiene que hacer las cosas y que no coincida con su forma de concebir el toreo. ¿Cómo lo lleva?
-No hay nadie que me diga cómo tengo que torear o dejar de hacerlo. He llegado a un acuerdo con los banderilleros que entreno para que me recuerden las claves cuando no las llevo a cabo de salón, pero nada más. No me están corrigiendo constantemente porque no podría desarrollarme bien como torero.
“Siempre me han gustado los toreros más clásicos. Pero creo que hay que ser uno mismo. Hago el toreo que siento”
-Tras cortar una oreja en la Feria de Abril de Sevilla de 2018 toreó muy poco, ¿pensaba que iba a tener mayor resultado aquel toque de atención? ¿Le frustró?
-Pensaba que iba a torear más, sí. La situación del toreo está como está y no me puedo quejar. Nuestra obligación es adaptarnos al estado de la tauromaquia. Pensaba que la oreja de Sevilla iba a ser sufi ciente pero hay que confi rmarlo en Madrid. Gracias a la oreja de la Feria de Otoño este año tengo una temporada con muchos más compromisos.
-¿Cómo vivió ese tiempo entre la oreja de Sevilla y la oportunidad de Otoño?
-Lo peor fue esperar cuatro meses hasta volver a vestirme de torero. Seguir entrenando. Me di cuenta de que quejarme no valía para nada. Hay que acoplarse a las circunstancias. Trabajando siempre con humildad y ya llegará. Por fin llegó, cogí la sustitución de Paco Ureña y además corté esa oreja que tanto me ha servido. La paciencia funcionó.
-De los toreros actuales, ¿quién le llena más? ¿se fija en alguno en particular?
-Me fijo en muchos toreros de cortes muy distintos. Así de primeras te diría Morante, Manzanares, Juli, Urdiales, Talavante, Ponce y otros más. Con todo ello, me reafirmo en lo dicho anteriormente de que busco ser yo mismo.
“Debería estar limitada la unión de empresarios-apoderados. Se crean vicios y conflictos de intereses”
-La Fiesta vive momentos convulsos. Parece que están cambiando ciertas cosas. La afición parece más interesada que en otras épocas por el toreo de siempre como así lo corrobora el gran ambiente que tenéis toreros como Aguado, Urdiales, Ortega, De Justo… Nombres nuevos en las ferias pero con el clasicismo por bandera. ¿Es el bombo una solución para abrir los carteles?
-Como aficionado creo que puede generar expectación. Eso es positivo. Por otro lado también creo que no hay carteles del todo rematados por culpa del bombo. Como torero, nosotros consideramos que no era el momento de entrar en él. Respeto a los compañeros que lo han hecho y creo que cada uno tiene unas circunstancias por las que le puede beneficiar o perjudicar participar en él pero en mí caso preferimos no entrar.
-¿Qué cree que podría mejorar en el famoso sistema para que fuera un poco más justo?
-Debería estar limitada la unión de empresarios-apoderados. Se crean vicios y conflictos de intereses que muchas veces están por encima de la meritocracia que es lo que debe reinar en el toreo.
