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Yo soy así

Carlos Ruiz Villasuso
sábado 06 de abril de 2019

Los toreros como diputados. Ya era hora. El último síntoma de una realidad aún no usada por nosotros: que votamos. Que interesamos electoralmente. A esta novedad le llovieron críticas. La menos inocente y quizá la menos interesada fue la vertida por Cristina Fernández en Antena 3. No fue inocente afirmar que los toreros no tienen “formación suficiente” para ejercer como diputados. Luego de un sano debate con ella en Twitter creo que esa afirmación no iba hilada a un interés sectario. Era una opinión.

Pero en democracia no existe ningún test de calidad que diga que el voto de un Premio Nobel es superior al de un campesino y que un Premio Nobel puede ser elegido igual que puede serlo un campesino. Lo contrario forma parte de un elitismo democráticamente peligroso. Es peor y más punitivo para la democracia esta infame Ley d´Hondt que hace que un voto no tenga el mismo valor que el de otro voto. Las democracias parlamentarias con elecciones representativas son democracias incompletas y sesgadas. Se sabe y se sigue con ella.

Pero nuestra cuestión es otra. Con toreros en las listas electorales, ¿hay alguna duda de quién nos puede defender y arropar mejor en las instituciones que ellos? Me cuesta creer que este sector esté tan callado. Muy callado ante las elecciones más importantes de nuestra historia y futuro. No le queda duda a nadie de que Ábalos, del PSOE, es adepto; pero Pedro Sánchez, su jefe, es antitaurino convencido. Podemos está retratado. Los nacionalistas catalanes, más que retratados. Entonces, pregunto y le pregunto a…

…Aficionados, públicos, toreros, ganaderos, empleados, vaqueros, dueños de bares…, ¿de verdad que no van a definirse ustedes y decir y pedir el voto esta vez? Yo lo hago. Lo hago a sabiendas de que no todos los componentes de uno u otro partido favorables a los toros forman parte de mis ideas. Pero resulta que mi vida ha girado en torno a la idea de vida de la Tauromaquia, a la idea de su cultura, a la idea de sus valores y de sus gentes. Tampoco soy afín a muchos de los manejos de las gentes del toreo. Pero la Tauromaquia no es de ellos. Es de todos.

Hay muchas cosas de los partidos favorables al toreo que no casan con lo que siento. Todas ellas no son capaces de inclinar la balanza hacia otro lado porque, en mi vida, mi forma de leer, de escribir, de hablar, de relacionarme, de querer, de pensar, está preñada de eso que un día me hizo elegir al toreo como objeto de mi trabajo

¿Por qué incluso ahora las instituciones y organismos del toreo no se definen y retratan públicamente? No hay que tener esa “formación suficiente” que menciona Cristina para responder. Porque, antes que la Tauromaquia, está el negocio. Sí. Así de claro. Y al que pique, que busque uñas. Interesa la Tauromaquia como “mi”, “su” negocio. De tal forma que, por si acaso gana la izquierda de nuevo, mejor no me retrato hacia el otro lado, no sea que luego me perjudiquen y no me concedan tal plaza o tal cosa. Esta es la clave.

Bien. Cada cual es libre de hacer lo que quiera, pero yo me retrato. Pública y directamente. Todo voto de las gentes del toro, de los que se llaman partidarios y amantes de la Tauromaquia y sienten apego a sus contenidos, valores y cultura, o se retratan o mienten. Digo mentir en este sentido: que por delante de su afecto a la Tauromaquia está el afecto a su negocio. Una mirada muy estrecha si tuvieran en cuenta que hay un movimiento político a la espera de prohibir. Y, prohibiendo, no hay negocio alguno.

Insisto. Hay muchas cosas de los partidos favorables al toreo que no casan con lo que siento. Todas ellas no son capaces de inclinar la balanza hacia otro lado porque, en mi vida, mi forma de leer, de escribir, de hablar, de relacionarme, de querer, de pensar, está preñada de eso que un día me hizo elegir al toreo como objeto de mi trabajo. Había y hay otros periodismos más rentables. Esos que te ayudan en su tarea de publicar libros. Sin mirarme al ombligo, sino de forma consciente, yo escribo un texto de Màxim Huerta o de Ana Rosa y me pego un tiro. Pero no en el pie, en la cabeza.

Pero soy lo que soy por lo que soy y por lo que he elegido. Queda claro. Y mucho me temo que esta declaración será encajada mejor por el “adversario” que en “casa”. Lo declaro trabajando en un medio público donde, históricamente (no es secreto), quien tiene el poder político tiene el mando en plaza. Creo que hasta quien manda pensando distinto a uno tiene derecho a saber quién es cada uno. Y yo soy así. Qué le voy a hacer.

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