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Ratas

Carlos Ruiz Villasuso
sábado 13 de abril de 2019

Cómo pasó, no se sabe. O sí. Pero en este país ficticio, siempre al borde de una elección, siempre en estado de enfrentamiento, hay un caso temático en donde lo ilegal es legal y viceversa. Lo constitucional es inconstitucional y viceversa, y tener la razón es una sinrazón y viceversa. No sucede en país alguno. En la España que nos queda, sí. Hoy la Tauromaquia está amparada como un derecho constitucional por la ley del 2013 que le dijo a todos los españoles que era Patrimonio Cultural. En muchos sitios, las plazas y/o el toreo están declarados Bien de Interés Cultural.

Pero la realidad es que exigir y demandar que se cumpla la ley es un imposible que, además, te retrata como ciudadano fascista, homófobo, machista, etc… En cuestión de Tauromaquia, incumplir la ley y la Constitución es un deporte libre que no tiene consecuencia alguna. Y si uno trata de impedir o denunciar este suceso, queda herrado como un ciudadano hostil y violento, un gen regresivo que eliminar. Sí. Lo legal aquí es no cumplir la ley. Lo constitucional aquí es no cumplir la Constitución.

Es una paradoja infamante que retrata a un país y a sus dirigentes, que comen, cagan y mean mirando el rédito electoral. Un ejemplo. La plaza de toros de Oviedo fue declarada Bien de Interés Cultural en el año 2006. Dio toros el año siguiente y, en 2008, el alcalde la cerró por estar en mal estado. En 2013 se hizo un concurso de ideas para reconstruirla. Lo ganó un arquitecto catalán que se cobró su premio. Pero no se supo nada más. Hoy la plaza es un tapial con un bosque jurásico dentro, árboles que ya alcanzan ocho metros de altura, un criadero de ratas, un ex lugar de jeringas y condones. Ante el estado de podredumbre del lugar, las ratas han pedido asilo en otro lugar, les es inhumano vivir en ese escenario del Tyrannosaurus Rex. Pero es que ese nidal de mierda es un Bien de Interés Cultural declarado. Ese BIC queda amparado por la Ley de Patrimonio de la propia comunidad y la Ley de Patrimonio Cultural del Estado y por la Constitución. Que obliga a la propietaria (Ayuntamiento) y a los poderes públicos a tenerla en perfecto estado y a usarla. No lo han hecho, se han pasado ley y Constitución por el forro de sus partes.

La plaza de toros de Oviedo fue declarada Bien de Interés Cultural en 2006. Dio toros el año siguiente y, en 2008, el alcalde la cerró por estar en mal estado. En 2013 se hizo un concurso de ideas para reconstruirla. Lo ganó un arquitecto catalán que se cobró su premio. Hoy la plaza es un tapial con un bosque jurásico dentro, un criadero de ratas, un ex lugar de jeringas y condones

No les da vergüenza. Acaso les gustan las ratas. Pero la vergüenza la perdieron hace tiempo porque en este país las responsabilidades sobre Ley y Constitución, si toca al tema toros, son al revés. Yo sé que hubo un intento de pelotazo urbanístico que entrelazaba los intereses de Principado, Ayuntamiento y Estado, que no cuajó. Y la han tenido así hasta lograr este retrato que las retrata como usurpadores, mentirosos y dañinos para con los ovetenses, asturianos y españoles. Pero en este país la responsabilidad de un político por incumplir la ley en asuntos de toros no es vergüenza, sino currículum.

Ahora, en campaña, hablan de ella. Después de once años sin dar una corrida, matando por hambre lo que había de afición por no cumplir con su lealtad y su obligación, el aspirante de Ciudadanos dice que se hará una multiusos, pero sin toros. Podemos lo mismo. Pues que se besen. Y el PP que los mire besarse: dice su aspirante que bueno, que él no impediría los toros. A ver, pollos. Esto no es una cuestión de gustos, de más sal o menos pimienta, de ideas o éticas. Esto es la ley. Cumplan la ley. O eliminen la ley.

Yo quiero que se atrevan a cambiar la Ley y la Constitución. Que vayan por derecho y los prohíban. Debe de ser un alivio saberse ilegal siendo, ahora sí, ilegal. Saberse marginado siendo ilegal. Saberse fuera de la Constitución porque ésta ya no ampara este derecho actual. Porque, siendo ilegal el toreo, a lo mejor a algunos nos da por ser ilegales. Sí. Tengo derecho a decidir si quiero cumplir la ley.

Es insufrible ser legal y ser perseguido por ser legal. Una paranoia. Una alucinación. Una putada. Yo quiero ser el malvado de verdad, el hombre que hay que meter en la cárcel con la Ley en la mano. Suplico a sus señorías hijos de su reputamadre que me lleven a los tribunales por esta frase. Que vayan de frente. O que me dejen un hueco entre el bosque jurásico de Buenavista, al lado de las ratas. Prometo tocarles la flauta y llevarlas de paseo por el centro de Oviedo.

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