Firma invitada: Pedro Toledano
Paquirri y Riverita, juntos en el patio de cuadrillas.Paquirri y Riverita, juntos en el patio de cuadrillas.

Sábado de gloria para Riverita

martes 23 de abril de 2019

Se lo debían. A José Rivera “Riverita”, su familia torera, le debía un día de gloria. Y se lo organizaron, precisamente, el sábado de Gloria en Zahara de los Atunes, a la vera de su Barbate. El cartel, sangre torera a raudales: los sobrinos, Francisco Rivera Ordóñez, José Antonio Canales Rivera, Cayetano y, como invitados especiales, el rejoneador Fermín Bohórquez y un nuevo Manolo Vázquez, este como aspirante a mantener la señera dinastía de los toreros del barrio hispalense de San Bernardo.

Para quienes no lo sitúen, porque su momento hace ya casi medio siglo que pasó, hay que decirles que Riverita, además de hermano de Paquirri, fue más que un torero, un romántico, un soñador que quiso ser torero. De su personalidad se podría decir que fue un alma libre, sensible, y que no entendía de reglas preestablecidas.

Como torero, atesoraba muchas de las cualidades que son muy necesarias para destacar en el arte de la lidia, como son el conocimiento del toro, la colocación adecuada, el cite preciso, acompañar la embestida, o el gracioso remate, también la expresión artística, el temple y algo necesario para sorprender y atraer el interés de los públicos como es la creatividad improvisada. Llegó a torear con dos muletas como hizo Cayetano en el mencionado festival.

Todas esas cualidades hacían pensar que José, el mayor de los cuatro hijos que tuvieron los recordados Antonio Rivera y Agustina Pérez, se consolidaría entre los espadas de ferias, pero no fue así. Su falta de apego a lo material, su escasa ambición por no poseer otra riqueza que no fuera la de llenar su alma de artista, le hizo conformarse con ser torero para sí mismo. Todo un tipo especial.

El sábado pasado, arropado por sus hermanos Teresa y Antonio, y toda su extensa familia, así como por un sinfín de amigos, Riverita recibía un cálido homenaje de la forma que más le podía llenar: sintiendo el toreo de los suyos en el entorno del que hizo su fortín. Y para ser fiel a su personalidad, recibió los brindis y el afecto de todos, luciendo chaqué y chistera. ¡Puro Riverita!

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