La página de Manolo Molés

Me quedo con Lagartijo

Manolo Molés
domingo 28 de abril de 2019

Un día escribí una carta a Carmena que leí en la radio, posiblemente la más dura que he escrito y leído. Y mira por dónde, ahora se ha amansado su antitaurinismo y ya tiene argumentos para no meterse con la Fiesta y respetar a ese milloncito de ciudadanos que asiste al larguísimo serial de Las Ventas del Espíritu Santo. O sea, Madrid. Ahora Carmena ha estado dulce como un bizcocho con los aficionados a los toros. Pero aquí se pasan la pelota de unos a otros y ahora es Pablo, el de Galapagar, vecino de los victorinos habidos y por haber, el que le quiere poner un petardo a la fiesta de los toros como si los millones que acudimos a ella en España, en Francia, en Portugal, en México, en Ecuador, en Colombia, en Perú, en la doliente Venezuela, necesitáramos que alguien nos llevara por “el buen camino de sus cabreos” como si ese puñado de ciudadanos no supiéramos distinguir entre el bien y el mal, entre la tortura y la grandeza de un espectáculo que no le voy a explicar ahora porque ni le interesa ni yo quiero perder el tiempo.

¿Dónde queda el “prohibido prohibir”? Vale ya de censores, de dictadores, de políticos que nos quieren hacer comulgar con ruedas de molino. Es un espectáculo legal y bello, noble y generoso, donde la técnica, el arte, la belleza, el valor, las emociones, el triunfo y hasta la muerte, tienen su espacio. Lean el poema de Lorca a la muerte de Ignacio Sánchez Mejías. Lean el libro de Belmonte de Chaves Nogales, un gran periodista que todavía muchos no han descubierto, busquen esa imagen en el madrileño café de Fornos, donde rodeaban al genial Belmonte en sus tertulias Julio Antonio, Romero de Torres, Valle-Inclán, Pérez de Ayala, Enrique de Mera, Sebastián Miranda… eran genios, no censores. A mí me gustaría que no nos utilizaran ni para sumar ni para restar votos políticos. Y, sobre todo, me gustaría que nos respetaran porque vista la mayoría de políticos, cuesta trabajo creer que lo que no les gusta, hay que fumigarlo y lo que les gusta, ponerlo en un jarrón en la mesita de noche. Y un apunte más: este no es un espectáculo de ricos o pobres, de derechas o de izquierdas. Las milicias comunistas sacaron a hombros a Domingo Ortega en Valencia y el gran “Paleto de Borox”, que tenía una gran inteligencia y una templanza milagrosa en su muleta, tenía como amigo y rival a Marcial Lalanda. ¿Sabes una cosa? En 1939 cuentan que Franco celebró aquella horrible guerra de españoles contra españoles, dando en Madrid una corrida denominada de “la victoria”. En la plaza estaban los que habían ganado y los que habían perdido. La banda de música tocó a Marcial, que debía de ser de derechas, y no sonó para Domingo Ortega, que era de izquierdas. Se formó la mundial. Media plaza contra la otra media.

LOS GRANDES DE LA HISTORIA ERAN MÁS CULTOS Y MÁS CERTEROS

Y la primera censura del dictador, ¿saben cuál fue? Prohibir la música en Madrid, donde sí había música. Hasta ese día. Ahora ya nos hemos acostumbrado en Las Ventas a la solemnidad del silencio musical y el sonido de la afición, que no es mala música. Unas veces para premiar y otras para censurar. Por tanto, dejen tranquila a la Fiesta y a los cinco millones de aficionados que sí conocemos la grandeza de este espectáculo y que además votamos. Una última cosa: la fiesta de los toros no desaparecerá digan lo que digan algunos grupos políticos. Lo que sí les digo es que los aficionados queremos una fiesta ejemplar. Y unos políticos ejemplares. Francia no es mal espejo. Da gloria ir a ver los toros desde Burdeos hasta la frontera con Italia, en plazas abarrotadas de aficionados y en dos coliseos romanos bellísimos, magníficamente conservados para las tardes y mañanas de toros. Ya vale de tanto aspirante a censor. Yo espero que cuando acaben las próximas votaciones se tranquilice la batalla política.

Me quedo con una frase de Lagartijo cuando le preguntaron por un chaval, también valdría para un aspirante a político. La pregunta era esta: ¿Maestro, ese chaval que vimos el pasado domingo tiene cualidades, llegará a ser torero? Respuesta de Lagartijo: “Mira, amigo, atiende: unos saben lo que hacen y otros hacen lo que saben. Llegan solo los primeros”. Ahí queda eso

Prefiero a los grandes toreros de la historia. Eran más cultos y más certeros que tanto espontáneo político (los hay estupendos y otros que se están buscando el cocido), que en tiempo de buscar votos son capaces de vender su alma si la tuvieran.

Me quedo con una frase de Lagartijo el Grande cuando le preguntaron por un chaval, también valdría para un aspirante a político. La pregunta era esta: ¿Maestro, ese chaval que vimos el pasado domingo tiene cualidades, llegará a ser torero? Respuesta de Lagartijo: “Mira, amigo, atiende: unos saben lo que hacen y otros hacen lo que saben. Llegan solo los primeros”. Ahí queda eso. Y sentenció esto sin decir en qué lado estaba el aspirante. Pero se entendía.

EN LA PROVINCIA ENCONTRARON VITAMINA DE JUSTO Y PACO RAMOS

Escribo desde Colombia. Aquí se escucha el programa de la SER y Radiolé en todo el país, como en México y Ecuador. Hay buenas esperanzas con ese variable péndulo sobre las cabezas de los taurinos. Se han disipado las nubes. Y ahora la Fiesta no está vetada por la política. Somos legales. Joder. Y volverá Cali en Navidad y Manizales en Reyes, y Bogotá -era el Madrid de América en lo taurino- vivirá aunque con feria más corta que los cinco domingos de siempre y algo en Medellín. Algún día habrá que hacer el reportaje en imágenes de lo que llaman “La Provincia” en Colombia, Perú, México y Ecuador. Plazas llenas, afición desmedida; eso sí, tierras de labradores, de menor poder económico pero de una afición espectacular. Ahí se reencuentran con la Fiesta docenas de toreros orillados en España y Francia. Ahí encontraron vitamina y toros Emilio de Justo y Paco Ramos. El último, el salmantino Eduardo Gallo. Es mi asignatura pendiente. En cuanto pueda, iré, fotografiaré, grabaré y haré justicia a esa enorme afición de las montañas del silencio. Y si hablamos de México, ¿cuántas plazas de toros hay en ese país? Déjenos tranquilos, tío.

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