La Revolera

Tedio en La Maestranza

Paco Mora
sábado 04 de mayo de 2019

A excepción de la lidia del primer toro de Emilio de Justo y del segundo de Ferrera, la tarde de la “victorinada” en La Maestranza ha resultado tediosa. Y es que cuando los del “brujo de Galapagar” salen sin quererse comer a nadie, sobran los romances de valentía y no es eso lo que espera el público. El de Sevilla y el de Pelacuclillos de Arriba.

Ha habido toros con buen son, pero no es eso lo normal cuando se lidian los míticos morlacos de Las Tiesas. Los espectadores van a la plaza esperando emociones fuertes, y cuando los animales van y vienen sin exhibir en los pitones el aviso de “Atención, peligro inminente”, comienzan a preguntarse unos a otros por las próximas vacaciones de verano y por las notas de fin de curso de los chiquillos. Y la corrida de esta tarde ni olía a cloroformo ni le ha hecho sudar tinta a nadie. Y no es que hayan sido malos de solemnidad. Ni mucho menos. Lo que ocurre es que la mayoría de los lidiados esta tarde no respondían, salvo momentos puntuales de alguno de ellos, a la idea que tiene el público de los asaltillados del hierro con el que el viejo Victorino QEPD revolucionó la ganadería brava.

La solitaria oreja que se ha llevado Ferrera en el esportón ha sido un parco botín para tanto como se esperaba de la tarde. Y tampoco se puede decir que los toreros hayan estado mal, puesto que Emilio de Justo fue aplaudido y con más acierto a espadas hubiera conseguido un trofeo en su primero y Escribano consiguió ser aplaudido en su lote. En fin, todo normal. Pero no es normalidad sino tensión lo que suelen producir los victorinos en los tendidos cuando hacen honor a su fama.

Lo mejor de la tarde, la buena entrada que cuajó los tendidos y los brindis a la Infanta Elena, que, como siempre que puede, asistió a la corrida en un palco en el que recibió las dedicatorias de Ferrera y Emilio de Justo. Mañana, más. Pero de otra manera, dos caballeros, uno de ellos que tomara la alternativa de manos de su padre, y una dama, francesa por más señas, y que es la alegría a caballo.

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