Ha finalizado el primer turbión electoral. Enhorabuena a los ganadores. Que les vaya bonito. Pero que no olviden que esperamos de ellos un trabajo entregado e inteligente, en beneficio de una vida más justa tanto para sus electores como para los que no los han votado. Y que recuerden que la política no es una mamanduca, sino que debe ser una especie de sacerdocio al servicio del pueblo, del que forma parte importante el mundo del toro. Que cuando se sienten en la poltrona, sean conscientes de que la Fiesta no ha ganado ni ha perdido la confrontación electoral, porque no tiene partido ni color político. Nuestros nuevos gobernantes y sus adláteres no deben perder de vista que hubo reyes, dictadores y hasta Papas que quisieron acabar con ella a golpe de encíclicas, decretos y dictatoriales zarpazos y de ellos no se recuerda ni el santo de su nombre, mientras la Tauromaquia sigue viva, más o menos tocada del ala pero muy viva. Yo me entiendo y bailo solo.
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