La Pincelada del Director

Este San Isidro tendrá consecuencias

Más allá del huracán Roca, de la revelación De Miranda, del recuerdo latente de Aguado, del justificado amor a Ureña, de la desmedida desafección a Juli, del infortunio de Leal…, la semana ha tenido otros registros
José Luis Benlloch
lunes 27 de mayo de 2019

El toreo arde en Madrid, escribí en Las Provincias. Me reafirmo. Este año tan apasionadamente como siempre y con más sobrevivientes que nunca. En realidad supervivientes XXL. Es la guerra. Se viaja de los avernos donde se escuchan las sentencias de los inquisidores y el dolor silencioso de las víctimas -¡pare que me bajo!- al éxtasis en menos que cuesta contarlo y entonces te dices: ¡Que no se acabe! Se va del Diga lo que diga que me opongo cual si fuese el parlamento -ese Juli en la diana de la intolerancia es solo un ejemplo- donde no hay más credo que el credo de una minoría que, por cierto, piensa y siente en centímetros, está cruzado o no está cruzado, el picador pisa la raya o no la pisa…; de ese ambiente digo, se puede ir a la aprobación final, incluso por unanimidad, es el milagro, un cuasi imposible cocinado bajo la receta del toreo de siempre, con matices, que nace del gusto de cada cual y suele acabar siendo al gusto de todos. ¿Lo quiere salpimentado y con criadillas?… También lo tenemos con gracia, o cocinado a fuego lento, o a la brasa de la desesperación, sin olvidar que se lo podemos preparar a la sorpresa… Y como postre un flambé, Las Ventas rendida y en llamas, se lo recomiendo, no hay un espectáculo mayor en el mundo. Y entonces… ¡No me quiero despertar! Ese Roca impávido, heroico, deslumbrante. Un huracán pasó por Madrid. Y por la taquilla. Sin más ayuda ni protección estelar que su leyenda y su baraca. Acierto total. De esa manera lo suyo es suyo. Sin repartos de meritaje. ¡Que Dios le proteja!

Una vez consumada la suerte de picar, hermosa como pocas cuando se hace con mesura y oportunidad, se empeñan en que sigan castigando al toro ¡ojo con levantar el palo! como si la suerte de picar fuese la de machacar…

En la memoria de días antes habitaba todavía el aleteo de un ángel llegado de Sevilla, Aguado se llama, suena a sarcasmo, porque el tal Aguado es esencia concentrada de azahares sevillanos por cursi que suene, una levedad que te gana el paladar. Pero si quieren borrar cualquier atisbo de cursilería pongan sobre la mesa a ese David de Miranda, que dejó la silla de ruedas atrás porque la vocación y el carácter en ocasiones logra estar por encima de los designios de la ciencia médica. Por mucho que su rimbombante nombre pueda ligarse a la aristocracia, llegó desde las filas del proletariado taurino, sin padrinos sistémicos, a pelo, si me apuran diría que se coló de extranjis en el gran banquete. Entenderán que nadie lo esperase, o muy pocos, hasta que llegado el último capítulo de la tarde apareció Despreciado, otra ironía, y juntos, muy agarrados, bailaron la danza de la liberación. Despreciado, para librar a su estirpe y a su criador de la etiqueta de ganadería bobalicona y dejar claro que en Lo Álvaro también habita la casta; De Miranda, para encaramarse al grupo de los emergentes y alistarse en la brigada de la renovación, que no es que quieran quitar el modo muelle a nadie, allá cada cual, sino que quieren su sitio propio y lo exigen de la mejor manera. Y en la misma línea de la autenticidad y la superación estuvo Paco Ureña, que desde aquella tarde feliz de Fallas en la que volvió a sentirse torero sigue recuperando territorios y sensaciones perdidas. Y no quiero olvidar el plato que sirvió Juan Leal, sin aditamentos, natural, crudo como la vida misma… Ni quiero dejar atrás a Emilio de Justo, al que por esta vez los platos exquisitos no le ayudaron y no pudo decir su última palabra. Volverá.

Todo ello tendrá consecuencias trascendentes. Es evidente que el pastel de las ferias no crece, no estamos en tiempos de eso, al menos de momento, pero sí se reparte. Y ahí vienen las consecuencias. Después de San Isidro-19 los hay que van a tener que atarse los machos para mantener su estatus y conservar la porción de tarta que le adjudicaba el sistema los últimos años. Se acabó la inercia para entrar en las ferias. De pronto apareció una camada más moderna, menos vista, diría que más económica si no les molestase… detalle que a buen seguro corregirán si insisten en su postura y les va a estropear la fiesta a muchos. El resultado es que este San Isidro va a tener consecuencias importantes. Al tiempo.

…si toda la vida dejarse los toros crudos fue mérito -¿cuál si no es uno de los secretos principales del éxito de Roca Rey con el que se emocionaron todos?- por qué ahora es pecado…

Más allá de lo que les he reseñado, del huracán Roca, de la revelación Miranda, del recuerdo latente de Aguado, del justificado amor a Ureña, de la desmedida desafección a Juli, del infortunio de Leal…, la semana ha tenido otros registros que merecen atención. El naufragio del palco, por ejemplo. Una locura, una bomba sin espoleta que estalla cuando nadie se lo espera para alimentar broncas e injusticias. Su falta de criterio combinada con la actitud de los de siempre pueden llevar a situaciones delirantes. El punto culminante la última semana llegó con la devolución del toro de Juan Pedro. Ejemplo paradigmático. La verdad es que no se lo ponen fácil. Si lo mantiene porque lo mantiene, si lo devuelve porque lo devuelve, si le hurtamos al público una sexta parte del espectáculo por el morro entonces es a muchos a los que nos parece mal o peor. Eso por no hablarles de la suerte de varas. Una vez consumada, hermosa como pocas cuando se hace con mesura y oportunidad, se empeñan en que sigan castigando al toro ¡ojo con levantar el palo! como si la suerte de picar fuese la de machacar, y si luego se para el toro, ¡no se va a parar!, en ese caso se levantan en armas… Si toda la vida dejarse los toros crudos fue mérito -¿cuál si no es uno de los secretos del éxito de Roca Rey con el que se emocionaron todos?…- por qué ahora es pecado. Lo del palco va a seguir dando juego. Por cierto, desde que se premió en el más delirante de los antojos aquel ejemplar de Saltillo no creo que se haya premiado otro y han sali do unos cuantos de premio.

Madrid da para eso y más, para gustos y disgustos. Me quedo con los primeros y con los detalles. Ponce, camino de la recuperación, aparece con frecuencia en los tendidos, unas veces padre, otras asesor real. Bonita imagen junto a don Juan Carlos. Dos reyes. Los reyes siempre lo son. Desde el punto de vista social esa imagen es una satisfacción: el toreo, donde debe estar. Una gozada. Mientras, en el otro extremo de la cuerda, continuaba el sindiós de las bancadas rebeldes que todo lo niegan, donde el toreo, como si no fuese cosa del alma, se mide en centímetros, no hay más sensibilidad. Una pena. Pobres.

Síguenos

ÚLTIMAS NOTICIAS

Cargando
Cargando
Cargando
Cargando
Cargando
Cargando
Cargando
Cargando