La revolera
Madrid, sábado 25 de mayo de 2019Madrid, sábado 25 de mayo de 2019

Se lo debía…

Paco Mora
martes 28 de mayo de 2019

Durante unos días, quizás demasiados, he vivido sin vivir en mí por culpa de una gastroenteritis que me ha dejado maltrecho físicamente y con la moral por los suelos. Y como este lunes, con la novillada de La Quinta, tres novilleros se la han jugado con escaso respeto a sus esfuerzos por parte de un sector, desgraciadamente cada día más numeroso, del público venteño, y dado que Jiménez, El Galo y De Manuel tienen mucho tiempo por delante, doy marcha atrás para hablarles, queridos y sacrificados posibles lectores, de lo último que me impactó, antes de doblar vencido por el virus, de este largo San Isidro que está dejando muchos detalles para el recuerdo.

Me refiero al valor seco, sereno y cargado de estética y verticalidad del torero francés Juan Leal. Se lo debía, tanto por su entrega a la Plaza Monumental de Las Ventas como por el respeto a la lucha en la que el gran fotógrafo Mauricio Berho se encuentra empeñado para tratar de que un buen torero, un bien escaso dada su nacionalidad, como Leal no se pierda en este complicado mundillo en el que tan difícil es sobrevivir como artista, e incluso en demasiadas ocasiones como ser humano. Los toros de Pedraza de Yeltes no le dieron al pulcro torero galo facilidades para demostrar que el hecho de que muestre una exquisitez extraordinaria, hasta para jugarse la vida a palo seco, no le hace menos acreedor a la atención y el respeto de quienes manejan la barca del toreo.

El no dar un paso atrás y jugárselo todo con su elegante entrega, es en Juan Leal una marca de fábrica. Los pitones le acarician y pespuntean su anatomía física cada tarde que se viste de luces, con una especie de indiferencia por su parte, que, de puro natural, resulta de una estética poco común. Tan es así que la oreja que le arrancó al de Pedraza que lo metió en la cama, vino a sus manos de la manera más natural. Pero como de este maratón de Las Ventas al final solo quedarán flashes y recuerdos, es inevitable que su manera de ser torero sea recordada a la par que los estallidos de Roca Rey, David de Miranda y los escalofríos artísticos de Aguado, sin olvidar la foto fija del valor impasible de Gonzalo Caballero. Pase lo que pase de aquí al final de la escapada venteña, para quien esto firma Juan Leal habrá sido uno de los triunfadores.

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