LA REVOLERA

Una tarde distinta y distante

Paco Mora
miércoles 29 de mayo de 2019

Cuando se lidian los toros de la A coronada hay un público distinto. Hoy casi se ha llenado la plaza de Las Ventas para ver a los “victorinos”, y los matadores han pasado a un segundo plano. El toro ha dejado de ser el colaborador necesario para convertirse en el protagonista de la Fiesta. Sí, como esta tarde, salen algunos toros con temple y persiguiendo los trebejos toricidas con ganas de comérselos; aunque parezca que el público disfruta, en el fondo se nota como una especie de decepción. Y entonces, al final, los aplausos a los bicornes suenan a venganza y sus matadores se han de conformar con unas palmitas de compromiso.

Así ha ocurrido con el primer toro de Daniel Luque, que ha estado muy entonado con el “albaserrada” consiguiendo meterlo en la muleta y realizarle una torera faena. Chacón, al que le ha tocado bailar con la más fea, no ha suscitado el entusiasmo de otras tardes. Si con otro hierro cualquiera se ensañaran los piqueros como se han ensañado con los del “brujo de Galapagar” la bronca se hubiera oído a orillas del Manzanares. Y es que al aficionado que acude a la plaza en estas corridas, la terna se la trae al pairo. Ellos van a ver la “victorinada”, y solo rompen en entusiasmo y disfrutan como enanos cuando algún toro de la citada ganadería hace todo lo posible por comerse vivo al torero que tiene delante.

Lo mejor de la tarde han sido tres verónicas y tres medias de lujo de Emilio de Justo al sexto toro, segundo de su lote. Y se las han jaleado porque a ese público especial le han sabido a milagro. Luego, la faena de muleta ha sido una apuesta al todo o nada del torero, con un toro que no tenía ni de lejos el temple y la seriedad en sus embestidas de algunos de sus compañeros de encierro, que sin embargo han salido del trance poco menos que inadvertidos.

En fin, tarde con momentos vibrantes en función de las dificultades que presentaban a sus matadores los toros de la sierra madrileña. Las cosas son como son. Si yo fuera Victorino, no llevaría a Madrid ni una corrida si no cobraba por ellas al menos tanto como los tres matadores juntos. Aunque toreándolas quienes las torean es posible que no me interesara llevarlas ni aún así. Porque los sueldos mínimos de los que se habla, y que son la tónica de muchas tardes, no dan ni para pagar el hotel, la cuadrilla y el regreso a casa en el AVE.

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