La página de Manolo Molés

Equipo de ganadores

Manolo Molés
domingo 23 de junio de 2019

Tengo una cuenta pendiente con mi hermano José Luis Benlloch en la que yo siempre pierdo. Él entra en la radio en la primera media hora y yo entro (bueno, yo no, mi artículo) el miércoles por la mañana de la semana anterior a la salida de la revista Aplausos. ¿A que hay algo que no cuadra bien? Sobre todo porque a veces me quedo colgado de la percha de la “rabiosa actualidad”, que en el fondo no me importa mucho porque esta es una página de reflexión taurina para el aficionado que tiene larga vida y no una crónica puntual que se muere en pocas horas. Y seguramente hasta me he acostumbrado a no tener toda la información para matizar todo lo que hay antes, o sea, la jugada completa antes de meter el gol. Utilizando un símil futbolero, dejaré claro que Benlloch es del Levante (qué buena la horchatería que hay cerca del campo) y yo del Real Madrid, porque mi Castellón de la infancia ya no tengo ni idea de dónde está, o sea, si se ha hecho el harakiri. Pues no es baladí que empiece por el fútbol, porque en esta página voy a hacer mi once titular de San Isidro a falta de las últimas cinco tardes.

No importa el dorsal que lleven. Es más: sorteo el orden. Me sale en primer lugar David de Miranda, la cenicienta de este cuento que es realidad. Qué grande es el toreo. Y qué bueno es que sepamos que un chaval que estuvo orillado y con problemas físicos durante la última temporada, un torero que nunca había estado en el banquete de los grandes, haya abierto la puerta grande, la del futuro. Ahora no lo paren como ha hecho la tantas veces ejemplar Casa de Misericordia. No hubo justamente eso. Le ofrecieron pan duro pero una puerta grande de Madrid (que lo cuenten César Rincón y otros) no es para que te den pan y sardina. Aparece Roca Rey, otra puerta grande. Sin duda, es el que tira del carro de la temporada, de las taquillas y, esto no es baladí, de la afición joven. Está rejuveneciendo los tendidos y ese es un problema que no va a solucionar el sota, caballo y rey, o sea, el más de lo mismo que ya llevamos aguantando las calendas griegas. Por cierto, no había calendas en Grecia. En Roma eran las nonas el quinto día del mes, ocho días antes de los idus. Por cierto, el calendario romano antiguo dividía el mes en tres partes: las calendas, las nonas y los idus.

ROMÁN: NO SE PUEDE TOREAR CON MÁS VERDAD, NO MIENTE A NADIE

En este equipo de la gloria de San Isidro aparece Antonio Ferrera con una tarde inolvidable, emergiendo de las aguas como Neptuno en la mitología romana. Dioses purificadores, tres orejas y la torería, el gusto, el talento, la creatividad (qué razón tenía su amigo Chenel), él hace el quite toreando, el cite al toro de lejos, él le provoca la arrancada para que se lleve arriba el estoque del punto final. Este es un genio, guste a unos o no a otros. Este es un maestro y un pájaro libre que vuela alto.

Se puede torear con más poso o con más arte. Pero no con más verdad que ese chaval llamado Román. Tiene mucho mérito. Da la cara, mata lo duro, mejora cada día y ahora está en el lecho del dolor pero volverá con los dientes afilados. Me gusta su carácter. Este no miente a nadie. Está en el equipo de los once. Sin meter un gol no se puede torear mejor que Pablo Aguado. Ni una vuelta al ruedo. Pero triunfador. Madrid en pie. Cerrará la feria pero ya todo el mundo sabe que las orejas son un símbolo clave pero que el gusto, el sentimiento, la naturalidad, torear a un toraco como si fuera de salón, no se había visto. Ese gusto, ese temblor, ese olor a Romero que impregna de nuevo el toreo. Y viene de enamorar en las Galias.

No importa el dorsal que lleven, es más, sorteo el orden pero en el “once titular de San Isidro” están: David de Miranda, Roca Rey, Antonio Ferrera, Román, Pablo Aguado, Emilio de Justo, Miguel Ángel Perera, Paco Ureña, Ginés Marín, Curro Díaz y Eugenio de Mora

En el equipo de once no puede fallar Emilio de Justo. Toda una vida olvidado. Hasta que lo descubrió Francia. Un torerazo. Lo tiene todo, especialmente esa pluralidad tan difícil que también poseían y de la que presumían las figuras de antaño. Mata las de las figuras, claro, y mata las duras. Y en ambos papeles ha cimentado su carrera. En Otoño salió a hombros como nunca podrá salir un político -¡vaya tropa!- y en el santo patrón, el labrador vago y bonachón que dormía a la sombra después de leer el diario AS de la época, tocó la gloria aunque no llegara la segunda oreja por un pelo o, mejor dicho, por un pinchazo.

Perera abrió la primera puerta de las Ventas. Hubo polémica. Pero este es un torero con una historia inmaculada en Madrid, incluso con los llamados hierros duros. Y tiene que estar en el equipo titular de los once magníficos a día de hoy. Es justo. Los bravos se levantan tras un gran dolor. En Albacete ya saben lo que sucedió. Paco Ureña, excelente como ser humano que ha luchado sin descanso, perdió un ojo. Y ha vuelto con gallardía, ganador, sufriendo solo para él, dando toreo del bueno a sus partidarios. Este entra en el equipo por la puerta grande.

Ginés Marín es el más formado de su generación. Tiene muchas cosas buenas y otras todavía por explotar. Su paso por Madrid no solo ha sido triunfal sino también avisando de que parte del futuro quiere que sea suyo y tiene armas para lograrlo. Lo que no tiene armas es que el usía le dejara a pie cuando empujaba ya la puerta grande. Hay un torero bañado en el arte bueno desde que era un chinorri en las calles de Linares. Ha pasado operaciones, un pie que no se sujetaba, olvidos, demasiadas espaldas. Pero lo ha demostrado una vez más en Madrid. En el equipo un artista siempre mejora la Fiesta. Y Curro Díaz merece estar en esa lista.

RAFAEL GONZÁLEZ Y FERNANDO PLAZA, AL BANQUILLO DE LA ILUSIÓN

Quiero que esté un torero al que muchos ya habían jubilado. Un buen torero de la Castilla toledana, de Mora de Toledo, Eugenio de Mora. Lo tenían como retirado y en Madrid ha vuelto a dar una lección del toreo de su tierra que paseó la Muleta de Castilla, o sea, Pablo Lozano. Ahí están los once y escribo cuando faltan cinco corridas. De momento, hay equipo y un banquillo esperando. Te digo una cosa: esta feria es la mejor de muchos años. Claro que cuatro o cinco toreros más caben en “mi equipo” torero. Al final de la feria, hablamos.

Permitidme una licencia. El equipo de ganadores lo hice el martes noche, a cinco días de la final. Y en el “banquillo” de la esperanza he puesto no a dos matadores sino a dos novilleros. Uno cortó una oreja: Rafael González. Otro no metió ni un gol pero no se puede torear mejor al natural. Se llama Fernando Plaza. Ya están en mi equipo. Ojo: quedan cinco corridas cuando escribo y puede haber cambios en el equipo.

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