Después del “Pobre de mí…” se impone aunque no sea más que un somero análisis de la edición de los sanfermines de este año. Ninguna otra feria taurina es tan representativa del “toro grande, ande o no ande” como la de Pamplona. Y el ciclo que acaba de finalizar se ha despedido con una corrida de Miura de aspecto realmente terrorífico, hasta el punto de que varios de los ejemplares de Zahariche cuando levantaban la gaita podían mirar a los ojos de los espectadores de barrera y para verles la cara a Rafaelillo y a Chacón tenían que agachar la cabeza.
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