ENTREVISTA

Enrique Ponce: “Sentía que muchos dudaban, menos yo”

El maestro de Chiva, que reaparece el 10 de agosto en El Puerto de Santa María, se puso por vez primera delante de los animales desde la cogida
José Luis Benlloch
jueves 01 de agosto de 2019

Ni un día más ni uno menos. Y muy disciplinada. Así ha sido la rehabilitación de Enrique Ponce, al que una tarde negra de Fallas aquel toro de infausta memoria, Declamador de nombre, no respetó la orden del maestro y en lugar de seguir la muleta lo lanzó al aire para que cayese mal y se tronchase literalmente la rodilla para alarma de propios y extraños. ¡Si cae Ponce, los demás vivimos de milagro! Los doctores le diagnosticaron “rodilla catastrófica”, nada que truncase su ánimo.

Ciento treinta y cuatro días han pasado desde entonces y el maestro Ponce ha vuelto a sentir el respirar hondo de una becerra, ahora sí, siguiendo sus órdenes. Era una prueba clave de la que ha sido testigo Las Provincias. Y diez días restan para que vuelva a enfundarse la taleguilla de seda y oro, será el 10 de agosto en la Plaza Real de El Puerto de Santa María, ya saben, donde Joselito el Gallo dijo aquella frase célebre de Quien no ha visto toros en El Puerto no sabe lo que es una tarde de toros, que quedó esculpida en los tratados de tauromaquia. Así que Ponce, un clásico donde los haya, la señaló como nuevo punto de partida y el toreo tiene los ojos puestos en el milagro. “Me hace una ilusión tremenda”, confiesa en primera instancia.

-Desde el principio nos planteamos no precipitarnos pero aun así hemos ido al límite. Hicimos un croquis de cómo debía de ser la recuperación dentro de los plazos y los hemos respetado. El mes y medio primero sin apoyar la pierna fue el periodo más duro. Estaba muy limitado de todo. No podía moverme, luego empecé a fortalecer el cuádriceps con cuidado para no dañar el ligamento cruzado, que necesita un tiempo de maduración. Y al tercer mes comencé a torear de salón.

-Los cinco meses eran la meta.

-Ese era el tiempo para reaparecer. Es lo que nos marcamos desde el primer momento y aquí estamos. Hemos cumplido los plazos a rajatabla. Eso dice mucho de la buena cirugía a la que me sometió el doctor Villamor y también del paciente, que soy yo. Se trataba no solo de recuperar la parte física sino también la mental. Creo que ha sido una recuperación ejemplar.

-Entiendo que habrás tenido mucho que pensar.

-Hubo un momento en que no podía ni andar y en esa coyuntura, claro que piensas. No sabes si podrás volver a caminar sin secuelas, si podrás volver a torear este año, que era algo que estaba en el ambiente. Yo sentía que muchos dudaban.

-¿Tú no?

-Yo no. Solo pensé en volver cuanto antes. Eso me ayudó a no relajarme. En cuanto pude, cogí la muleta. Toreaba de salón sin apoyar la pierna pero tener la muleta en la mano y sentir su peso, seguir transmitiéndole órdenes y sentir que seguía obedeciéndome, me animaba. Había momentos en los que el cuerpo me pedía hacer más pero seguí los consejos del doctor, que me insistía en que aunque yo pensase que ya estaba bien, no lo estaba.

-Empiezo a pensar que uno se recupera como torea, con cabeza.

-Sí, es posible que sea así, sí. En este caso, tú piensas que puedes hacer determinados esfuerzos y seguramente puedes pero no debes. Yo me aguanté esas ganas.

-¿Te ha sorprendido tu disciplina?

-Un poco sí. Me mentalicé para ello y lo logré. Estaba en juego el futuro de mi rodilla y en realidad lo sigue estando.

-Victoriano, tu apoderado y suegro, era partidario de que esperases a la temporada americana, pero en esta ocasión no tuvo éxito.

-Él quería que dejase pasar este año, pero…

-¿En el toreo te has dejado aconsejar, un maestro escucha?

-Claro. He hecho caso y me he dejado guiar y aconsejar pero cuando he tenido algo claro… lo he tenido claro. Pero siempre escuché. También te digo que he sabido a quién escuchar. Pero en todos los órdenes, en el ruedo y en la vida misma. Me gusta aprender. A veces uno piensa que lo sabe todo y no es cierto. Hay quien te puede aportar mucho y te enriquece. Esa es la mejor manera de evolucionar.

-¿Escuchas y …?

-Luego yo soy quien lo valora. Eso es parte clave de mi evolución.

-¿Delante del toro se atreve alguien a decirte algo?

-Delante del toro no es el momento. Los consejos hay que darlos después de la corrida o en el periodo de entrenamiento. Muchas veces tienen razón y me sirven, pero en la plaza queda feo. En el ruedo se supone que tú eres el maestro y el que sabe de aquello.

EL PRIMER TENTADERO

El encuentro con Las Provincias es en Alcaraz, concretamente en Cortijo del Campo, los predios del ganadero Daniel Ruiz. Escenario de lo más reconocible en el mundo del bravo. Son las estribaciones de la sierra del mismo nombre, justo cuando la nacional N-332 enfila recta hacia Andalucía. Es un juego de líneas paralelas camino de su destino: la nacional mismamente, el Guadalmena en busca del padre Guadalquivir, y la plataforma ferroviaria de aquella línea no nata Baeza-Utiel que debía darle salida europea al Mediterráneo por Canfranc. Debía porque llegó la guerra incivil y se abortó aquel sueño. La plataforma es ahora un carril bici, faltaría más, las estaciones, casas rurales, y los túneles, plantaciones de champiñón a la espera de que el corredor Mediterráneo resuelva una asignatura que nadie acaba de resolver nunca. En los cercados de la parte de El Carrizal pastan los toros de corrida que turrean amenazantes ante el trajín de forasteros y en las rastrojeras de Gorgojí, las vacas de vientre, ya a boca de parir, conforman el ciclo vital de los bovinos más cuidados del universo.

El maestro ha llegado puntual. Cuando el atardecer comienza a aliviar la dureza del termómetro. Impecable en el vestir. Lo primero es parecerlo, le enseñó su abuelo Leandro, y mantiene la norma. Pantalón ajustado a modo de calzona, veraniega, naturalmente; botines de cuero fino, en realidad un guante; un cinturón con reminiscencias aztecas en el dibujo; camisa entallada y una gorrilla bien calada. Nada es extremo en Ponce, solo su constancia y la fe en sí mismo. Desde muy niño estuvo convencido de que iba a ser torero bueno y lo fue. Y ese es solo un ejemplo de los muchos que jalonan su trayectoria, el último, esta reaparición.

Le han preparado ocho vacas que comparte con su amigo Javier Conde y con los chicos que han aparecido al reclamo de esas voces que en estos casos se expanden por las dehesas sin que nadie sepa nunca quién las puso en marcha. Para todos tiene un consejo y una palabra de ánimo. Se ha detenido con el nuevo Manolo Caballero, con quien su padre se mantiene prudentemente al margen. El maestro Ponce le ha corregido dos detalles, la altura de la muleta y la colocación… y de vuelta a la vaca el chaval ha estado fenomenal.

-A mí cuando era niño también me gustaba que los matadores me prestasen atención.

Luego salieron el resto de chicos, incluido el niño de Gonzalo González, Antonio Palacios, de La Roda, que apunta cosas muy buenas; Sancho, nieto de Sancho Dávila, que se prepara para el festival de Povedilla; un novillero llegado desde Málaga, Cayetano López se llama, buenas maneras, Pablo Toledano, y hasta Jorge Casals, que mantuvo el nivel como el mejor de ellos.

La actuación de Enrique ha sido de auténtico maestro entre el beneplácito general. Poncistas y menos poncistas, leales de toda la vida y conversos recientes asentían en cada muletazo. El ganadero que asentía como el que más, lo pueden imaginar, le fue subiendo el grado de dificultad. Primero, una terciadita y dulce para romper el fuego; la segunda, más brava, y la tercera era prácticamente un toro que se quedaba corta y le obligó a emplearse a fondo. Todos observamos sus movimientos sin pestañear. No se resiente. El cónclave respira aliviado. Asienten en cada giro. El propio torero lo confirma.

-Me he encontrado muy bien.

Al acabar, una leve hinchazón denota el esfuerzo. Ya le había advertido el doctor Villamor que al día siguiente, en la penúltima revisión, le resta importancia, le recomienda una bolsa de hielo y que reduzca la preparación física.

-Todo marcha bien. Me ha hecho la prueba del cajón y ha comprobado que el cruzado está firme.

Enrique Ponce y el toreo han sido protagonistas principales en la portada de Las Provincias.

EL MISMO VESTIDO

La temporada ya está lanzada. Va a ser un sin parar. Ayer presentó el cartel de Málaga, mañana tentadero y pasado ya sustituirá las vacas por toros… En agosto tiene prácticamente todos los días corrida, sin más reservas. Tan seguido, que tiene contratado un avión para hacer los viajes más largos… Gijón, Almería, Bilbao, por ejemplo.

-He dicho que me dejen el 17 libre para descansar.

-¿Por qué tantas tardes ahora que la moda es torear poco?

-Porque es lo que toca, porque son las ferias y las figuras tenemos la obligación de estar en las ferias.

El mozo de espadas tiene preparados los vestidos. Los de siempre. Ni la inactividad le ha hecho engordar. Y entre los chispeantes que esperan está el blanco y azabache en honor del Valencia C.F. con el que sufrió la cogida.

-No pasa nada, no soy supersticioso.

PUBLICADO EN LAS PROVINCIAS EL 01/08/2019

*Adelanto de la extensa entrevista de José Luis Benlloch con Enrique Ponce que publicará APLAUSOS en su edición impresa el próximo lunes.

Fotos: JUAN CRISTÓBAL GARCÍA

Síguenos

ÚLTIMAS NOTICIAS

Cargando
Cargando
Cargando
Cargando
Cargando
Cargando
Cargando
Cargando