Madrid, viernes 27 de septiembre de 2019Tomas Rufo ha abierto de par en par la puerta grande de Las Ventas del Espíritu Santo de Madrid. No es usual ni consuetudinario que un novillero descerraje esa “Puerta de la Gloria” que da a la Calle de Alcalá, aquella por donde la zarzuela dice que “La florista viene y va”. Tiene que darse la conjunción de un buen torero y dos grandes toros, y novillos bravos y encastados, con cuajo de toros, han sido los de Fuente Ymbro de esta tarde en la Feria de Otoño de la capital del Reino. El material estaba servido y esa promesa de torero grande que es el joven Rufo ha demostrado con ellos su disposición, torería y condiciones para ser figura del toreo.
Ha estado muy bien en su primero, al que ha entendido a la perfección, pero en el segundo, que ha brindado a Florito –casi nadie al aparato- ha rayado a una altura suficiente y sobrada para ser un torero importante. Colocación, aguante, cercanía, mando y una personalidad muy definida con goterones de arte y sabiduría, que han hecho recordar al Fino de sus mejores momentos, ha puesto sobre el tapete dorado de Las Ventas Tomás Rufo. Y Madrid se ha vuelto loco. Y es que el público venteño tiene eso. Que si le llegas al alma es capaz de ponerte en cinco minutos en los cuernos de la luna y si tratas de meterle gato por liebre, en el mismo tiempo, lanzarte de cabeza a las tinieblas del Averno.
Hoy las campanas han tocado a gloria para el castellano-manchego. Y para Ricardo Gallardo, que ha vuelto a tener la satisfacción de que sus pupilos sean la plataforma desde la que otro torero salga disparado hacia los espacio siderales de la Tauromaquia. Llegara o no llegara, pero el lanzamiento está consumado y ha sido un éxito.
El francés Rafi es un novillero prometedor y Plaza tiene rasgos de torero recio y con fundamento. Pero no cabe duda de que la tarde madrileña ha sido para Tomas Rufo y Fuente Ymbro, con sede en Los Romerales, allá en el taurinísimo rincón de Cádiz.
